Capítulo 2: El recibimiento de Chloe

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Marinette fue llevada por una de las monjas hasta la oficina de la rectora. La azabache tocó la puerta y entró. El colegio Françoise Dupont, era un colegio católico, las autoridades a cargo, eran monjas, sin excepción a la rectora. – Señorita Dupain, ella es la rectora, la hermana Nathalie – Marinette asintió y saludó amable a la mujer, para su sorpresa, era una mujer joven y se podía decir que hasta bonita. – Bienvenida señorita Dupain – dijo la hermana Nathalie. – Gracias por recibirme en este colegio – la mujer asintió. – Usted está aquí para aprender a ser una dama, le enseñaremos a ser una buena esposa y una buena madre, además de que la educaremos en diversas áreas, haremos una mujer de usted –

Marinette alzó una ceja. "Buena esposa y madre". Pensó para sí misma. ¿Por qué las mujeres debían tener ese pensamiento? ¿Por qué el ser de familia rica la ponía en el ojo del público y tenía que hacer todo lo que se esperaba de ella? Definitivamente, tenía menos presión cuando era huérfana. Terminó asintiendo. – Hermana, llévela a su habitación. Marinette, en el clóset están tus uniformes, desempaca y vas al salón de estudiantes – ordenó la hermana Nathalie. La otra monja sólo asintió y sacó a Marinette de esa oficina. La azabache fue llevada con sus cosas a su nueva habitación. Mentiría si dijera que no le gustaba, era linda, de buen espacio, con un estante de libros, una cama con una hermosa colcha y, sobre todo, un balcón que daba vista hacia las áreas verdes del colegio.

Acomodó las cosas en el clóset y tomó el uniforme. – Uniforme blanco... será un desafío no ensuciarlo – dijo observando la prenda. Consistía en un vestido blanco, debajo de las rodillas, con detalles en azul y un moño rojo al frente. En conjunto con unas botas altas de color blanco. Viéndolo bien, no estaba tan mal. Estaba por ponerse el uniforme cuando unos toques en su puerta la sacaron de trance. – Adelante – dijo Marinette. Una chica con el uniforme de la escuela, cabello naranja, ojos color azul verdoso y lentes entró. – Buen día, soy Sabrina y seré tu vecina – la azabache arqueó una ceja. - ¿Vecina? ¡Ah, el cuarto de al lado! Soy Marinette Dupain Cheng – dijo Marinette. Sabrina asintió con una sonrisa. Las campanas sonaron. - ¿Qué es eso? – preguntó Marinette. – Es la campana de recreo, es un descanso, ¿te gustaría salir? – preguntó Sabrina amablemente.

Marinette asintió. – Ponte el uniforme, es regla oficial – la azabache asintió y se cambió de ropa. Parece que no le iría tan mal, se podía decir que ya tenía una amiga, Sabrina le agradaba. Ambas se dirigieron al gran salón. – Sabrina, ¿dónde está el dormitorio de los chicos? – preguntó Marinette. Los colores subieron al rostro de Sabrina. - ¿Qué? – preguntó incrédula. – Quiero ir al dormitorio de los chicos – mencionó Marinette mientras caminaban por el pasillo. – Shhh... - le susurró Sabrina. – Marinette, este es un colegio muy estricto, no se permite el contacto ni las conversaciones entre chicos y chicas, eso te puede costar una expulsión – le explicó la chica. – Es que tengo dos amigos de la misma familia que estudian aquí – Sabrina negó. – Aun así, no busques problemas – le aconsejó.

¿Entonces nunca veré a los chicos? – preguntó Marinette. Sabrina asintió. – Los verás los domingos en misa – Marinette resopló. - ¿Misa? – preguntó con pesar. – Todos los domingos hay misa por las mañanas y las tardes – respondió Sabrina. – De lunes a viernes tenemos clases, el sábado es día libre, pero de igual modo debemos usar el uniforme y el domingo es misa, ahí nos reunimos todos en la capilla después del desayuno – le explicó Sabrina. – Bien dijo Nino que esto es una cárcel – dijo con pesar. Sabrina rio. – Te acostumbrarás – Ambas llegaron al gran salón. Marinette miró a muchas chicas hablando entre ellas, en apenas susurros, ella estaba acostumbrada a hablar en voz alta, sin duda sería una de las cosas que debía cambiar. - ¿Por qué hablan tan bajito? – preguntó Marinette.

Es de mala educación habla en voz alta, así evitas interrumpir a los demás – mencionó Sabrina. – No puedo creer que disfruten susurrando – dijo Marinette. Sabrina rio por lo bajo. La atención de Marinette se centró en una chica que ella ya conocía, Chloe. También parte de la familia Dupain, no de apellido claro, pero compartían familiares por así llamarlo. – Marinette está en Londres, que bien – pensó la rubia caminando hacia ella. – Hola Chloe – saludó Marinette. La relación entre ellas no era para nada buena, desde el principio, Chloe se encargó de hacerle la vida imposible. - ¿Se conocen? – preguntó Sabrina. Ambas asintieron. – Somos de la misma familia – dijo Marinette.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Where stories live. Discover now