Capítulo 33: Vida y Muerte

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Los verdes ojos de Lila se posaron en el millonario. - P-pero... Usted la echó - dijo sin entender.  - Me importa un carajo lo que hice, quiero a Marinette como mi enfermera suplente. Obedece o lárgate - dijo tomando el periódico del buró de al lado. ¿Humillación? ¿Se podía definir así? Lila se limitó a asentir y salir con rapidez de ahí. Informó a la jefa quien fue en busca de Marinette. Contó lo ocurrido logrando que la azabache se sorprendiera, y en el fondo, se alegrara. Sabía que el señor Stone no era tan malo. Sólo era así de apariencia. Sin mostrar sonrisa de victoria volvió a la habitación del hombre que había pensado era su abuelo. El hombre al que le debía todo. - ¿Puedo pasar? - preguntó asomando la cabeza. Un quejido de garganta la animó a entrar.

Marinette miró que en el suelo había algunas sábanas sucias y fundas de almohada y optó por doblarlas en silencio. No quería más insultos o problemas con él. Stone la miraba sin emitir palabra, pero finalmente lo hizo. - ¿Enserio eres hija de Dupain? - preguntó interesado. - Así es, su hija adoptiva - respondió. - Bueno, no sé si en realidad lo sigo siendo. No está bien visto que una mujer de familia rica trabaje. Lo más seguro es que ya me hayan repudiado -

El hombre la miraba sin entender muchas cosas. - Si no tienes necesidad, ¿Por qué estás aquí? - preguntó. Marinette sonrió levemente sin mirarlo, quizás estaba consiguiendo su objetivo de llegar a él. - Quiero encontrar mi propio camino. Si le soy honesta, la vida de ricos no es para mí - dijo mirándolo con una sonrisa. - He sido dama de compañía, mucama, cuidadora de caballos... Todo eso impuesto por gente rica. Ser enfermera es lo primero que elijo por mí misma. Y me siento bien con eso - finalizó con orgullo. - ¿Quiere que le traiga más mantas? - preguntó cambiando el tema. El hombre negó. Unas horas después en casi total silencio, su turno de suplencia había terminado.

Regresó a su habitación un poco cansada, pero con una satisfacción en su interior que era difícil de borrar. - Espero estés contenta, lograste tu objetivo - mencionó Lila. Marinette se alzó ligeramente de hombros mientras buscaba unos expedientes. - No es mi culpa que el señor Stone me quisiera de vuelta - contradijo. - Lo que quisiera saber es qué técnicas usaste para que eso sucediera - Marinette arqueó una ceja y al entender el comentario de Lila, se molestó. Golpeó la mesa con los puños y la encaró. - Mira Lila, he sido muy consecuente contigo, te he aguantado mucho desde el primer día que llegué a este hospital. Pero de ahí a que digas cosas que no son, no. Eso no lo voy a permitir. Estoy aquí para ser enfermera al igual que tú y el que no tenga  experiencia no significa que te voy a permitir esto - finalizó y salió con molestia. 

Lila no dijo más. Quizás se lo merecía. Quizás no. Marinette salió al jardín del hospital a tomar un poco de aire. Respiró hondo más de una vez, dejando que el aire la tranquilizara. Pensó en Adrien, su recuerdo probablemente la calmaría. Soltó una risa, imaginando que Adrien le hubiera dicho cosas peores a Lila. Pero también se sintió bien, Adrien muchas veces le aconsejó que no era bueno quedarse callada, que se defendiera. Que era algo que estaba bien. Marinette estaba madurando, el último año la había obligado a eso, a crecer. 

Al día siguiente, llegó a la habitación del señor Stone para su turno, pero notó que tenía demasiada fiebre por lo que llamó de inmediato al doctor. Estaba sumamente mal, quizás las fuertes emociones de los últimos días le habían afectado. Sin mencionar, que estaba enfermo del corazón y eso también le afectaba. - ¡Marinette! ¡La inyección, rápido! - le ordenó el doctor. La azabache rápidamente lo hizo y se tranquilizó un poco al ver cómo el señor Stone se calmaba.  - Trata su fiebre con agua fría y paños limpios, cualquier cambio me avisas - finalizó el doctor saliendo de la habitación. Marinette obedeció y así lo hizo. Ponía paños limpios en la frente de su paciente. Entre cambio y cambio, aprovechaba y estudiaba un poco.

Los delirios del señor Stone la hicieron reaccionar. - Luna - susurraba. - Luna - volvió a decir. Arqueó una ceja y se acercó a él. Unos minutos después, la otra enfermera apareció retomando su lugar. Marinette no dejó de pensar en ese nombre. - ¿Crees que si esa tal Luna viene aquí el señor Stone puede mejorar? - le preguntó Gina. - Podría ser. El señor Stone no recibe visitas, quizás sea su hija o sea su nieta - explicó. 

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora