Capítulo 8: El Secreto de Adrien

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Marinette estaba en el balcón de su habitación, relajándose con la brisa nocturna de esa oscura noche que anunciaba la lluvia pronto. Pensaba en Adrien. "Conocí a Adrien en un barco, viniendo a Londres... Estaba llorando, pero al verme comenzó a reír, ¿cómo será él en realidad?" pensaba para sí misma. Una luz del otro lado del colegio llamó su atención. – La señal – dijo con emoción, pues Max y Nino la esperaban en su habitación para charlar. De costumbre, sacó su soga de debajo de la cama y la extendió a un árbol fuerte, ayudándose de él para pasar entre los árboles. – Marinette ya vio la señal, prepara el almohadón – dijo Nino entrando a la habitación, Max negó. El colchón es mejor y más grande, ¿ayúdame quieres? No puedo solo – dijo haciendo esfuerzo para cargar el colchón.

Nino dejó la lámpara en el balcón de la habitación, pero segundos después ésta se apagó. – Nino, Max. La señal se apagó – dijo temerosa. Miró que una de las habitaciones tenía las ventanas abiertas e intuyó que esa era. Llegó ahí. - ¿Nino, Max? – Al no ver a nadie, cambió su semblante. - ¿Me habré equivocado? – Estaba por salir cuando chocó levemente con una mesa. Unas fotografías llamaron su atención. Era una mujer muy bella. Marinette la tomó y pudo ver que tenían escrito algo. - ¿Qué...? – dijo sorprendida. – "A mi hijo Adrien con todo mi amor, Emilie Graham" – leyó para sí misma. – Emilie Graham, la famosa actriz de Broadway, pero... no se sabe que sea casada, ¿será la madre de Adrien? – se preguntó. En ese instante, la puerta se abrió. – Marinette – dijo el rubio con sorpresa. – Adrien – dijo ella. - ¿Qué haces aquí? – dijo él con una clara expresión de enojo.

Y-yo – intentaba decir ella, pero los nervios le ganaban, dejó caer la fotografía al suelo y Adrien la observó. La tomó y la rompió en pedazos. Marinette seguía completamente atónita, nunca había visto esa expresión en Adrien. El rubio se acercó a ella y bruscamente la tomó de los brazos, lastimándola un poco. – No digas una palabra a nadie, ¡si hablas estás perdida! ¿Entendiste? – dijo él con enojo. Adrien escuchó los quejidos de Marinette, en realidad la lastimaba. Sacudió su cabeza y se dio cuenta de lo que hacía, su expresión cambió, la soltó y se dio la vuelta. – A-Adrien – dijo ella con timidez. – Vete – le dijo él sin mirarla. – Adrien, nunca diré una palabra, te lo prometo – le aseguró ella. – Fuera de aquí – dijo molesto.

Marinette salió de ahí hacia el balcón, un poco confundida por lo ocurrido. – Marinette, Marinette – decía Nino desde el otro cuarto. – Aquí estoy – dijo ella con una sonrisa. Nino sonrió con alivio. - ¡Apártense! – dijo ella lista para dar un salto hacia ellos. Ella saltó y por mala suerte cayó en el suelo. – La próxima vez será mejor que caigas al colchón – le dijo Max divertido. Entraron finalmente a la habitación. – Estaba preocupado, ¿entraste al cuarto de ese tipo? – le preguntó Nino. - ¿Te encontró? – preguntó Max. – No, no me encontró – respondió la azabache con algo de nervios. – Menos mal, si te veía nos mandan a la cárcel del colegio – dijo Nino divertido. - ¡Oye! Adrien no es un soplón – dijo Marinette levantándose de la silla. Nino arqueó una ceja con molestia. - ¿Cómo puedes saber eso? Contéstame – le exigió. Max intervino. – Tranquilos, no venimos a hablar del famoso duque Agreste –

Marinette y Nino tomaron asiento nuevamente. La conversación siguió tranquilamente después de eso, hasta que Marinette notó un libro un tanto inusual en la habitación de los chicos. - ¿Qué es esto? – preguntó acercándose. – Ábrelo – le dijo Max con una sonrisa. – Wow – dijo la azabache con sorpresa. Era un álbum de fotografías de una de las actrices más famosas de Nueva York: Emilie Graham. – No sabía que ella les gustara – dijo ella algo confundida. Los morenos asintieron. - ¡Es una actriz excelente! Además, es hermosa – comentó Nino mirando las fotografías. "Emilie Graham, la madre de Adrien... Ahora que lo pienso se parece mucho a él. Sus ojos, la boca... Si, seguro venía en el barco después de verla, pero por qué Adrien estaría llorando" pensaba la azabache para sí misma. Max la sacó del trance. – Aquí hay muchas más – dijo sacando un pequeño cofre color café. Marinette tomó unas cuantas fotos y empezó a verlas, sonriendo levemente al comprobar que esa mujer si era la madre de Adrien. Continuó y su corazón se detuvo al ver la última fotografía. – Louis – dijo en casi un susurro. A pesar de que la fotografía estaba en blanco y negro, ver la sonrisa de aquel chico al que amó y quizás seguía amando, le hacía recordar de inmediato su piel blanca, su cabello castaño, sus ojos azules intensos y su encantadora sonrisa. - ¿Louis? – preguntó Max.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Where stories live. Discover now