Capítulo 20: Fiesta Blanca

547 56 14
                                    

Unos cuantos días después de la reconciliación de Adrien y Emilie, el rubio y Marinette se encontraron cerca del lago y conversaban. - Me alegra que tú y tu madre hayan arreglado las cosas. Es hermoso que sean madre e hijo otra vez - mencionó Marinette con una sonrisa. Adrien le había contado todo lo ocurrido con Emilie, estaban conversando a unos metros de la orilla del lago. Adrien se recostó en el verde césped. - Lo sé... Se siente bien haber cerrado esa etapa de lejanía en mi vida - admitió mirando el cielo. - Y todo gracias a ti Marinette - dijo con una leve sonrisa. Ella esbozó una ligera sonrisa. - En realidad yo no hice nada Adrien - dijo divertida. - Claro que si. Ahora me toca a mí ayudarte - dijo el rubio parándose. Ella arqueó una ceja. - ¿Ayudarme? - preguntó confundida. Adrien asintió. - Vamos - la ayudó a levantarse y la hizo caminar unos cuantos metros de donde estaban. - ¿A dónde me llevas? - preguntó. - Adrien, contéstame - dijo empezando a impacientarse pues no obtenía respuesta alguna del ojiverde.

Llegaron hasta un hermoso y frondoso árbol, donde el caballo de Adrien estaba atado. Marinette se detuvo en seco. - No me gustan los caballos - dijo con temor. Adrien la tomó bruscamente por los hombros. - ¿Por qué no? ¿Acaso te recuerdan a Louis? - preguntó molesto. Sin que la azabache se lo esperara, rápidamente la subió en sus hombros y se dirigió hacia el caballo, donde sin poder quejarse, la subió. Adrien del mismo modo subió al caballo y abrazó hacia sí, a Marinette de la cintura. - Adrien, déjame bajar - pidió ella con los ojos cristalizados. - Cállate o te caerás - el rubio hizo que el caballo comenzó a correr. Aquel sonido del caballo corriendo, transportó a Marinette a aquel fatídico día. Ese día de cacería familiar, donde Louis perdió la vida, prácticamente frente a ella. Del miedo que la azabache tenía, abrazó a Adrien por la cintura con todas sus fuerzas, ocultando su temor y sus lágrimas en el pecho del chico.

Mientras trotaban, pensaba en Louis. Ese guapo chico que tanto significó para ella años antes, una parte de su vida que aún no dejaba ir y no la dejaba avanzar. - Marinette, tienes que abrir los ojos. Debes superar ese miedo, vamos - le decía Adrien con tranquilidad. Las palabras de Adrien la tranquilizaban, era como si él tuviera un poder especial para cada situación, él siempre sabía qué hacer.  Era como si ella tratara de alcanzar a Louis, pero al llegar, él se desvanecía. Quizás era momento de dejarlo ir, de siempre recordar lo bueno de ese chico.

Abre los ojos Marinette, mira todo lo que hay a tu alrededor - le hablaba Adrien con dulzura. En todo lo que llevaban cabalgando, ella no se había separado de su pecho, prácticamente hundida en él. Con los ojos llenos de lágrimas abrió los ojos con lentitud. - Todo está bien, ¿Ves? - preguntó él. Enfocó su vista en el frente del camino. Flores, árboles, césped, un cielo brillante. Valía la pena abrir los ojos fue lo que pensó. Adrien bajó el ritmo del caballo. - Louis está muerto, pero ocurre que nosotros estamos vivos. Me enseñaste a dejar las cosas atrás y seguir hacia adelante. Aprende tú también eso - Adrien apretó su mano con la de ella ligeramente y Marinette no la soltó. Ella sabía que él tenía razón, que era hora de ver hacia adelante. Cerca de un rato después, se sentaron en una colina frente al lago, lo alto de la colina hacia posible ver las tierras más allá del lago. Ambos estaban sin decir palabra alguna, sentían que no era necesario. - Marinette, tienes algo de polvo en el rostro - mencionó Adrien.

Ella intentó limpiarse. - Quizás fue durante el galope - el rubio sacó un pañuelo color azul cielo de su bolsillo y limpio levemente su rostro. Esa situación confundía a Marinette. Tan rudo hace un momento y ahora tan dulce. Esa personalidad de Adrien era intrigante. El rubio se puso de pie. - Sé que estuve un poco rudo hace un rato, pero no lo lamento Marinette - la respuesta de la azabache se vio interrumpida por los gritos desde el lago de Alya y Sabrina. Ambas paseaban en bote con Nino y Max. - ¡Marinette! - gritaban ambas. Ella se levantó y se puso junto a Adrien. - ¡Hey chicos! ¡Vengan aquí! - dijo sonriente. Mientras tanto, un tercer bote de dirigía hacia ellos, Luka y Chloe.

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora