Capítulo 85: Color de rosa

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Unos cuantos días habían pasado desde que se había llevado a cabo el matrimonio de Adrien y Marinette. Unos cuantos días de que comenzaran a compartir todo juntos. 

Las cosas marchaban bien hasta el momento. Si bien era un poco complicado adaptarse a la vida en pareja, era algo que intentaban llevar con calma. Sólo era cuestión de tiempo. Cuestión de calma. 

Era lo que siempre habían deseado. Estar juntos. Y ya era una realidad. 

Algo que no cambiarían por nada. 

Algo que era mejor de lo que alguna vez habían soñado. 

- Buenos días - susurró Marinette, a la vez que acariciaba los rubios mechones de Adrien. Ante tal acto, Adrien abrió uno de sus ojos y le sonrió, atrayéndola al instante hacia él. 

- Buenos días, mi lady. ¿Cómo dormiste? - preguntó besando su nariz con suavidad. 

- De maravilla. No pensé que no trabajar sería tan relajante - bromeó. 

- Sabes que no tienes necesidad de trabajar - murmuró él, apartando unos mechones de cabello de su rostro para poder apreciarla mejor. 

- Lo sé, pero me gusta mi trabajo y lo sabes. No estudié ni me he preparado tanto para a final de cuentas, no hacer nada - 

Adrien no evitó sonreírle. - Me hace feliz que ames lo que haces, Marinette - 

Ella se removió un poco sobre la cama, quedando sobre Adrien. El rubio no perdió oportunidad de abrazarla con fuerza hacia él. Se le seguía haciendo nuevo el contacto sin fronteras que tenía con ella. Y era algo que, a pesar del poco tiempo, ya no podía dejar. 

- Y a mí me haces feliz tú, Adrien - Marinette lo besó con suavidad, disfrutando de las caricias que Adrien le daba por encima del pijama. Se separaron sonrientes y adormilados a la vez. 

- Felices dos semanas de casados, mi lady - ella le sonrió, dejando caer su cabeza sobre el pecho de él. 

- Felices dos semanas de casados, gatito - 

Se quedaron recostados y abrazados en la cama durante una hora más, hablando de cosas sin sentido y de cosas a su alrededor de las que comenzaban a darse cuenta. Además, el día frío y nublado no les proporcionaba ganas de levantarse del todo. Siendo Adrien quien la animó o casi obligó a ponerse de pie. 

Se levantó de la cama, casi quitándole a la fuerza el edredón en el que Marinette se había enredado. 

- ¡Adrien, hace frío! ¡No seas ridículo! - se quejó ella, destendiendo la cama en el intento. 

- Marinette, no seas infantil. Tenemos que hacer el desayuno y luego tenemos que salir. Me convenciste ayer de no hacer absolutamente nada - 

- Pues no pusiste mucha resistencia, ¿Sabes? - 

Adrien no evitó sonreír con ventaja ante eso. La tomó de los tobillos, asiéndola hasta el borde de la cama. 

- Siempre me estás seduciendo, llevándome por el camino de la perdición, Marinette. Desde que éramos novios y no novios, me hacías perder la cabeza. No tengo por qué poner resistencia ahora que estamos casados - 

Marinette lo fulminó con la mirada, seria. Intentando no decir algo contradictorio o tramando la respuesta adecuada para darle. 

- ¿Yo seduciéndote? ¡Si no hago nada! - 

Sin esperarlo, Adrien la tomó por la cintura, echándola sobre su hombro, siendo golpeado en la espalda con suavidad por ella. 

- ¡Adrien, bájame! ¡Ni siquiera en la noche de bodas entré en tus brazos! - 

Todo Comenzó en un Barco (Miraculous AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora