五十三

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Jungkook sonrió, aunque estaba preocupado por las noticias, el besito del polluelo logró dejarlo en blanco por un instante, al dejar de sentir los suaves labios tuvo una sensación de pérdida, pero no pudo hacer nada al respecto por el momento salvo guardar la dulzura en su memoria. La dama Peng avanzó tratando de mantener una expresión neutra para inclinarse con gracia.

─Yo misma me ocuparé del Joven Maestro, no se preocupe por nada, Su Alteza ─dijo suavemente.

─Confío en usted, Dama Peng. No deje que se aburra ni se sienta triste, si me extraña mucho... No, de cualquier forma, arregle que duerma en mi alcoba, se sentirá más cómodo. ─Lo recordó buscándolo en la cama por las noches para subirse a él como un panda al bambú y supo que era la mejor decisión.

─Estoy feliz de servir a nuestro lindo Joven Maestro ─sonrió como una flor.

─ ¿Dónde está mi padre? ─interrogó llevando de la mano a la dulce estrella que había restregado su carita en su brazo evitando escuchar todas esas palabras, ¿acaso Kookie comía miel todos los días*?

─Está esperándolo afuera.

Los tres caminaron hacia el lugar indicado cuando Erdenechimeg ya había tomado su forma de grulla para bajar directamente por la ventana, se posó con delicadeza frente a ellos y volvió a su apariencia humana; en ese momento sólo vestía un deel sencillo y su cabello estaba suelto.

─ ¡No permitiré que se vaya hasta que cumpla mi solicitud! ─gritó de forma lamentable, sus ojos se cristalizaron mientras estiraba sus manos para evitar que la ignoraran, no se daría por vencida─. Nunca seré suya.

La Dama Peng movió con gracia la larga manga de su hanfu liberando una ráfaga de energía que la hizo a un lado con facilidad.

─ ¡¿Qué modales son los que te enseñaron?! ─reprendió con dureza, estaban en una situación tan grave y esa mujer seguía jugando el papel de víctima lamentable, la hizo sentir furiosa pero también provocó en ella un poco de burla hacia ambas candidatas y hacia la dama que las aconsejó. Pudo ver a través de sus esquemas: como no sabían los gustos del Segundo Príncipe, una de ellas actuaría como si hubiera sido traída contra su voluntad, rogando que la dejaran ir provocando lástima, desafío y deseo de poseer lo prohibido; mientras que la otra sería seductora, astuta, dispuesta e intrigante. Ambas eran igual de falsas que un gato que llora la muerte de una rata*.

─ ¿Por qué ataca a una de las candidatas siendo una simple sirvienta? ─Batbayar apareció apoyando a la "lamentable" Erdenechimeg, se preparó para el contraataque tomando una pose defensiva que se hundió al notar al Segundo Príncipe.

« ¿Con esas viejas tácticas intentan cultivar los sentimientos de nuestro dios del fuego? Ese comportamiento sólo resalta a nuestro dulce Joven Maestro  », pensó de inmediato la doncella del Consorte Real.

─No te preocupes ─dijo fríamente Zheng Guo sin siquiera mirarla, pasó a su lado a ritmo constante─. Tampoco las retendré, cuando los asuntos importantes se acaben y me desocupe, me encargaré de enviarlas de regreso... Es más, mandaré una carta a tu familia para que puedas cumplir tu sueño de casarte con tu amigo de infancia.

El rostro de la grulla damisela se puso blanco, no tenía ningún amigo de infancia para casarse; su mirada furiosa se posó en Batbayar, la maldijo por la idea del prometido abandonado.

Al obtener sólo el hombro frío* del fénix, las dos mujeres no reaccionaron hasta que las tres personas ya estaban fuera de la Villa de las Candidatas. Ellos cruzaron la puerta para encontrarse con los demás, el Segundo Príncipe le indicó a You Wen que movilizara a la mayoría de los más poderosos aprendices del Territorio Sur y guardias bajo su cargo para acompañarlos; el ave bermellón fue muy eficiente y en poco tiempo ya estaba todo listo. Una gran bandada de aves sobrevoló el cielo con agilidad mostrándose dispuestos a servir a la familia Real de Kunlun.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now