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Al principio, Nan Jun no notó nada extraño; estaba absorto en la sublime melodía, pero cuando la muchacha iba por la mitad, al Emperador se le ocurrió observar a su familia, más por compartir ese momento que por otro motivo. Sintió una profunda preocupación al ver a Zheng Guo, su rostro pálido y debilitado, hizo que pensara en la manera de llevar a su hijo a descansar sin alarmar a nadie.

Era imperante que el muchacho reposara, sin embargo, hasta saber el motivo de su malestar, también era necesario que nadie viera al Segundo Príncipe en estado vulnerable. Aquellos que le deseaban mal, no dejarían pasar ninguna oportunidad.

Por suerte, su otro hijo, lo notó casi al mismo tiempo. Zhì Mín, sin que nadie se diera cuenta, se paró con rapidez y tomó a su hermano para conducirlo a la primera alcoba que encontró. El fénix se desplomó en la cama, tenía los ojos cerrados y parecía arder en fuego. El tigre blanco, oró moviendo sus manos frente al Segundo Príncipe, de sus palmas, un halo blanquecino fue hacia Zheng Guo como una suave brisa.

─Espero que esto te alivie un poco, hermano.

Cuando la Inmortal finalizó su presentación, el Consorte Real y el Emperador se retiraron del banquete. Hao Xi los justificó diciendo que era hora de escuchar los rezos humanos, mandó a los sirvientes a servir la comida y llenar las vasijas con vino. Al ver que todos creían su pequeña treta, siguió los pasos de la Pareja Real. Corrió por el largo pasillo hasta dar con una puerta abierta y la familia reunida alrededor del fénix.

─ ¿Qué sucedió? ─preguntó ni bien puso un pie en la alcoba.

─Lo acabo de revisar ─respondió Nan Jun─. Es algo que nunca había visto, hermano. No encuentro energía negativa pero...

El Emperador dejó al descubierto la herida en el tobillo del príncipe, la sangre no parecía secarse ni caer de forma natural. Se extendía alrededor de su piel como una maldición.

─Hijo. ─Xi Zhen quitó algunos cabellos del rostro del muchacho, sentándose a su lado. Miró a su esposo para preguntar─: ¿Qué hacemos?

─Hao Xi, ¿puedes ir donde el Inmortal Lu Yan* y pedirle el Elixir de Oro? Eso equilibrará el Ying y el Yang* dentro de su cuerpo.

El hermano del Emperador salió de inmediato a buscar al dios, lo encontró ebrio y correteando a una de las doncellas del palacio.

─Lu Yan. ─Lo tomó del cuello del traje para detenerlo.

─ ¡No me llames así! ─reclamó mirando furioso a Hao Xi ─. Soy uno de los Ocho Inmortales, el dios Dong Bin*.

─El Emperador de Jade necesita de tu Elixir de Oro, es un asunto delicado
─susurró llevándolo lejos de los demás.

─ ¿Pasó algo?

─Luego habrá tiempo para las explicaciones, ¿lo tienes contigo?

─Mandaré a mi hija a traerlo ─indicó. Se irguió buscando a la joven─. ¡XiùQiú Huā*! ─llamó su atención─. Ven.

─ ¿Qué desea, padre? ─La delicada doncella, fue hasta los dos hombres.

─ ¿Podrías traer el Elixir de Oro? El Emperador lo solicita con urgencia.

─Lo haré. ─hizo una reverencia antes de retirarse.

─Algún día, tu hija será una gran Inmortal ─comentó Hao Xi mirando la delicada silueta perderse entre los invitados.

Poco después, el mismo Emperador dio de beber al príncipe. La familia se mantuvo expectante hasta que Zheng Guo se irguió, cuando el hechizo aplacó el intenso dolor que sentía expandirse por todo su ser. Vio a sus padres sentados junto a su lecho, Nan Jun acariciaba con devoción el rostro de su esposo intentando calmarlo. Al notar que había recuperado la consciencia, se irguieron y el Consorte Real lo volvió a recostar.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora