四十一

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El gran lago al reflejar el sol daba la imagen de un brillante espejo de agua, Tae corrió por la orilla lejos del puente de piedra que era la única construcción dejando el paisaje restante agreste y sin modificar. Se detuvo al llegar a una superficie llena de guijarros de colores, al voltear, el fénix ya estaba a menos de un chi y lo tomó de la cintura, sus ojos de tinta parecían brillar peligrosamente. El castaño sintió escalofríos y sus manos se aferraron a las prendas ajenas sin poder huir más.

─ ¿Te gusta correr, TaeTae? ─preguntó en voz baja, muy cerca, mostrando una determinación desconocida y abrumadora.

─Kookie...

Zheng Guo dibujó un símbolo en la frente ajena antes de besarlo, le abrió la boca con un mordisco leve y no lo soltó hasta conseguir quitarle la respiración. Aunque Tae sintió que no sólo fue un beso, no pudo descubrir qué hizo exactamente hasta que lo escuchó hablar.

─ ¿Puedes repetir tus palabras? ─interrogó en coreano.

El Segundo Príncipe había usado su magia para dominar el idioma transfiriendo los conocimientos del polluelo, de la misma manera que hace algunos años ayudó al de sonrisa cuadrada a hablar chino, aunque justo ahora también aprovechó la oportunidad de robarle otro beso. El castañito suspiró sintiendo sus labios hormiguear, se rindió a volver a recitar el poema y no hubo lugar para discutir que el dios del fuego mirara a otro lado, repitió cada palabra envuelto en sus brazos y con la completa atención del hombre en su persona. Zheng Guo sonrió complacido al poder entender cada palabra y le dejó varios besos en toda la cara haciéndolo reír, sus manos también contribuyeron haciéndole cosquillas.

─B-Basta, Jungkookie ─rogó sin aire, se removió como una oruga retrocediendo aun siendo apresado.

─Es tu castigo, polluelo revoltoso ─rio sin dar señal alguna de detenerse.

No se dieron cuenta del momento en el que avanzaron por el lago hasta que el agua les llegó a la mitad, el fénix paró el "castigo" y entrecerró los ojos disfrutando al situar sus palmas en la cintura contraria. El cuerpo del chico era tan suave que Zheng Guo sólo quería abrazarlo eternamente.

─ ¡Despierta, Jungkookie! ─exclamó el castaño lanzando un poco de agua hacia el rostro del dios del fuego.

Así comenzó una divertida pelea acuática, sus risas fueron cada vez más altas mientras las gotas cristalinas eran lanzadas; las aves cercanas volvieron a alzar el vuelo al sentir la agitación y los peces se ocultaron bajo las piedras y los líquenes. El Segundo Príncipe volvió a tomarlo entre sus brazos antes de sumergirse por completo en el líquido.

─Ven. ─Lo dirigió a la orilla rocosa nuevamente al salir del lago. Ambos estaban empapados de pies a cabeza─. ¿Tienes frío?

─No ─negó sonriendo.

─Aunque no tengas frío, es mejor si seco nuestras prendas.

Taehyung pensó que tenía razón y tomó los lados de su propio hanfu para quitárselo pero las manos ajenas lo detuvieron.

─ ¿Sucede algo malo, Kook? ─Ladeó su cabeza.

─No, pequeño polluelo. Pero no necesitas quitarte nada, ¿olvidas que puedo usar magia?

Con sus poderes evaporó todo el agua restante en la seda y sólo quedaron sus cabellos como prueba de su juego acuático. Zheng Guo lo dejó regresando a la carroza para llevar el refrigerio y otras cosas que había ordenado alistar en el compartimiento secreto.

El castañito se dedicó a jugar con los guijarros encontrando algunos bastante peculiares, entre ellos dos color lavanda, de forma circular y de textura lisa; los guardó en una bolsita que colgaba de su cinturón sin dudar.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora