二十八

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El centro comercial al que Taehyung los condujo luego del desayuno era bastante grande, lo llevó a una tienda de dos pisos lleno de prendas masculinas. Luego del momento en la ducha, el desayuno había sido demasiado silencioso para el Segundo Príncipe aunque después el castañito, de acciones siempre dulces, le ayudó a esconder sus largos cabellos dentro de un sombrero negro para poder salir juntos, ambos notaron que las presencias al otro lado de la calle estaban sospechosamente ausentes mas, ninguno dijo nada. Zheng Guo seguía al muchacho por los pasillos perdido en él, tenía tantas cosas que decirle, como que se veía bonito en ese atuendo, en lo lindas que se veían sus orejas con esos aretes y que lo tenía a sus pies; sin embargo, decidió callar respetando el muro que Taehyung parecía haber puesto.

Algo era obvio, no era normal la forma en la que los gestos del Segundo Príncipe hacia él lo hacían sentirse especial, sus amigos y familia también lo trataban con cariño, en todos esos años había sido querido y tal vez, un poquito consentido gracias a su apariencia de rollito de canela al que hay que proteger. Sin embargo, todo lo que hacía Jungkookie era diferente frente a sus ojitos, lo hacía flotar.

No es que Taehyung realmente estuviera enojado o tomara de mala forma el acercamiento del fénix, pero todo era tan nuevo, aquellos sentimientos despertándolo lo contrariaban; la mayor parte de sus pensamientos eran ocupados por él y tenía miedo de perderlo si acaso se daba cuenta que su amistad parecía estar cambiando, para el muchacho, el pelinegro seguía pensando que le brindaba una amistad pura y sin condiciones. Hizo un puchero porque era todo lo contrario. Respiró profundo antes de voltear sorprendiéndolo.

─ ¿Qué deseas comprar, Jungkookie? ─preguntó sintiéndose pequeño.

─Ropa y algunas cosas como implementos de baño, no puedo estar usando los tuyos.

─No te preocupes, podemos seguir compartiendo shampoo.

─No digas eso. ─Levantó su mano para acariciarle la mejilla pero se detuvo y la llevó a su nuca─ ¿Crees que me quedarían algunos pantalones como los tuyos?

Taehyung abrió mucho sus ojitos, no le costó mucho imaginar a su amigo con jeans pegados y rotos y se sonrojó al dar su aprobación mental. Fueron a buscar los pantalones, el castaño se ocupó de la talla, rodeó la cintura ajena con sus brazos para darse una idea del tamaño que le quedaría y casi se sintió mal por lo mucho que le agradó la cercanía junto al aroma de su shampoo en Jungkookie. Tuvo el impulso de frotar su naricita en el cuello contrario, puso todo de su parte para separarse con rapidez. Luego de pasarle varios pantalones al probador, el pelinegro le indicó que se llevaría tres y fueron por más prendas y zapatos.

Al finalizar todas las compras, Zheng Guo rio bajo al ver al castaño caminar hipnotizado a un lugar donde varios humanos comían.

─ ¿Qué es este lugar? ─interrogó situándose al lado del lindo chico.

─Es una heladería, Jungkookie ─respondió mordiéndose el labio inferior, se sintió cohibido porque su amigo no le quitaba la mirada─. Venden postres que... ugh, una vez leí que los helados se inventaron en China, creo que mezclaban nieve con jugo de naranja y cosas así; sólo que ahora hay más variedad y se le agregan muchas otras cosas, los venden en este tipo de comercios. No sé si me entiendes.

─Bonito ─susurró, se aclaró la garganta antes de añadir─: ¿Quieres uno? Yo te invitaré el que desees.

─N-No es necesario. ─Tiró de la bolsa que llevaba en sus manos.

─Hace calor y por tu carita, puedo ver que quieres ese helado. Ven. ─Buscó su mano para tomarla, entrelazó sus dedos y caminó hacia la heladería.

Se ubicaron en una mesita redonda de madera junto a varias macetas llenas de flores, una chica se acercó saludando con una corta reverencia, les brindó las cartillas y los dejó solos hasta que decidieron sus pedidos. Taehyung eligió dos bolas cremosas de fresa y chocolate junto a un pedazo de bizcocho y pedazos de fruta, Zheng Guo prefirió una paleta frutal. Cuando llegaron sus pedidos, el príncipe sonrió al ver al polluelo con los ojitos luminosos mientras daba la primera probada.

─ ¿Está rico?

─Sí, ¿quieres un poco? ─le alcanzó una cucharada pues en respuesta, su amigo abrió la boca acercándose─ ¿te gustó?

─Sí, es agradable ─contestó invitándole su paleta─. Anda, dale una mordida.

Taehyung dio un pequeño mordisco y movió su cabeza dándole a entender que daba su aprobación.

─Jungkookie, tu padre es un dragón, pero ¿qué es tu otro papá?

─Mi padre era humano antes de casarse con el Emperador.

─ ¿Qué eres tú?

─Un ave fénix.

─Tu forma de ave debe ser muy bonita...

─Alguna vez me mostraré frente a ti, lo prometo.

─ ¿De verdad?

─Sí, ¿acaso no notaste que no puedo negarme a tus pedidos, pequeña luz?

Eso ocasionó que Taehyung casi explotara, su mente quedó en blanco, tuvo que respirar hondo y poner toda su atención en su copa hasta estar más calmado. Los dos tomados de la mano yendo a tomar un helado... daría todo porque en lugar de una salida de amigos, fuera una cita.

Estaba siendo apresurado y codicioso, pero no podía frenarse.

─ ¿Puedo preguntarte algo?

─ ¿Qué cosa? ─sonrió algo melancólico al tener vívidos recuerdos sobre su anterior vida conjunta en la gruta, esas memorias lo destrozaban porque ahora, después de todo, parecían estar repitiendo su relación, donde no eran amigos, sin embargo, tampoco eran amantes.

─ ¿Puedo visitar tu casa otra vez? ─Quiso preguntar muchas cosas, tantas que necesitaría ordenarlas antes de soltarlas de imprevisto. Se llevó otra cucharada a la boca esperando una respuesta.

─Por supuesto. ─Su dedo pulgar limpió la comisura de los tersos labios ajenos, repasó su forma tratando de saciar siquiera un poco su anhelo.

─G-Gracias, Kookie.

─ ¿Puedo preguntarte algo? ─Repitió.

─Sí. ─Sonrió con las mejillas rellenitas por el postre.

─ ¿Dónde están tus padres?

─Viajaron a Corea con mi abuela, se quedarán allá hasta que terminen las vacaciones.

─Entiendo.

Luego de pagar, salieron del centro comercial, tomaron una calle anexa para evitar perderse en el mar de personas, Jungkook volvió a tomarle la mano, ambas encajaban bien, sonrió mirando sus dedos entrelazados. Regresaron al barrio donde estaba la casa del castañito, pero el fénix se detuvo al darse cuenta que el camino había sido encantado y al final de la ruta el dios de la montaña esperaba a su prometido con todo listo para la ceremonia.

─ ¡Es un maravilloso augurio que el dios del matrimonio esté escoltando a mi futuro esposo! ¿Me haría el honor de oficializar nuestra unión, Su Alteza Real?



HILO DE SANGRE - KOOKTAEOnde histórias criam vida. Descubra agora