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El fénix bajó al mundo humano, se ubicó en una bodega abandonada que encontró por ahí. Necesitaba silencio para concentrarse.

Todo andaba bien hasta que una risita fresca y vivaz se oyó cerca, el dios se alertó a tiempo para tomar una forma animal antes de que el infante, dueño de aquel vibrante sonido, apareciera con una sonrisa cuadrada y las ropas sucias por jugar en la tierra. Primero pensó en su forma de fénix, pero se suponía que no existían. Al escuchar los pasos acercándose cada vez más, tomó una forma al azar.

─ ¡Qué hermoso perrito!

El niño cargó al dios camuflado, lo meció dándole besitos en la peluda cabeza. La deidad se removió para que el niño lo dejara libre pero el pequeñín no le hizo caso.

─Me recuerdas a Tannie.

El perrito empezó a gruñir y lloriquear. Un puchero apareció en los labios rojos del niño.

─ ¿Extrañas a tu familia? Yo extraño a mis amigos. Sabes, nos acabamos de mudar.

Lo observó intentando hallar un collar con la dirección pero no había nada.

─ ¿No tienes dueño?

─ ¡Taehyung!

Una voz femenina viajó hacia ellos, el pequeño se ocultó bajo la mesa con el can en su regazo al oír a su hermana llamándolo.

─Sal, TaeTae. Te daré mi porción de postre.

─Es mi hermana mayor, estamos jugando a las escondidas. No puede encontrarme porque si pierdo, ella se comerá los bollos que está haciendo mi abuela ─le contó en susurros.

Al bajar la mirada, un destello carmesí le llamó la atención, entre sus largos y delgados deditos cogió un hilo rojo. El fénix volvió a intentar salir de su agarre y tomar la cuerda con su hocico.

─ ¿Es tuya?

Taehyung miró al can, por cómo intentaba agarrarla dedujo que lo era.

─Te la ataré bien para que no se te vuelva a caer.

Mientras lo hacía, el Segundo Príncipe entró en pánico, jamás un hilo rojo fue atado a sus predecesores, no sabía las consecuencias que traería hacer algo así ¡necesitaba ayuda! Cuando la cuerda adornó su cuello, una niña mayor que el pequeño travieso, entró gritando alto:

─ ¡Te encontré TaeTae! Ahora me comeré todos los bollos dulces que haga la abuela.

─No es justo, eso es hacer trampa.─ Pataleó haciendo un pronunciado puchero.

─No hice trampa.

─La hiciste.

Los niños siguieron discutiendo, así que, el fénix tomó la oportunidad y se desvaneció entre la hierba del patio. Su corazón latía con fuerza.

Al volver a su forma real en el Palacio Sur, notó con alegría que la cuerda ya no estaba adornando su cuello. Pero al cambiarse con los trajes que su padre le dejó, notó el dichoso hilo atado a uno de sus tobillos, irrompible y eterno.
Zheng Guo, el dios del matrimonio, fue encadenado a un simple niño para siempre. O eso parecía estar sucediendo.

El fénix desenvainó su espada, sin importarle demasiado hacerse daño en el proceso, dirigió el filo hacia la cuerda alrededor de su tobillo. El acero salió volando lejos de inmediato, sin tocarlo. Maldijo bajo yendo por el objeto para intentarlo otra vez. En esta ocasión, hizo girar su espada en el aire en un ágil movimento y en combinación con sus poderes, volvió a atacar; el fuego de fénix se expandió por la cuerda, el filo pudo traspasar el hilo hasta su piel, de donde cayeron algunas gotas de sangre.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora