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El Emperador de Jade mandó a llamar a Zheng Guo la mañana siguiente, estaba furioso. Cuando el fénix se presentó haciendo una honda reverencia, tuvo que respirar varias veces antes de hablar.

─Ayer ─empezó─, te escapaste del Palacio de Jade y fuiste atacado por un Yao Guai. Pusiste en peligro, no sólo tu vida, sino la de toda una familia.

─Su Majestad, no era mi intención. Bajé a indagar...

─Tu hermano ya lo había hecho.

─Zhì Mín no puede ver el trazo del destino.

─Todo tiene su tiempo, Zheng. Claro que irías, pero no ahora. Eres un objetivo y todavía no sabemos nada del enemigo ni de sus planes.

─Lo lamento, Emperador. Soy consciente de mi imprudencia. ─Se hincó en una pierna─. No volveré a actuar a sus espaldas.

─Quiero que entiendas, Zheng. Tu padre y yo no queremos que corran riesgos innecesarios. Mientras no sepamos quién lo hizo, no es seguro actuar por tu cuenta.

─Su Majestad. ─Uno de los guardias se arrodilló al lado del Segundo Príncipe─. Los Ocho Inmortales están aquí.

─Déjalos pasar ─ordenó. Miró a su hijo indicándole que se irguiera.─ Te quedarás en el Palacio Central mil años y desde una de las Siete Mansiones ejercerás tus obligaciones. Tu tío velará por el Palacio Sur hasta que acabe tu castigo.

El fénix no objetó nada. Tomó asiento junto a su hermano. Los Ocho Inmortales ingresaron, al ver al Emperador, mostraron su respeto poniéndose de rodillas y se pararon después de saludarlo.

─Su Majestad ¿en qué necesita nuestra ayuda? ─preguntó Dong Bin tomando la palabra─. Si está en nuestras manos, será un honor ayudarlo.

─Quiero que encuentren al dueño de esta magia y lo traigan. ─Con un movimiento de su mano, hizo aparecer el recipiente y lo condujo hacia las manos de Zhongli Quan*, el líder oficial de los Ocho . El fénix intentó controlarse y no demostrar su desagrado porque su padre les encargara la tarea pasando de él y de su hermano.

─Como ordene.

Cuando se retiraron, Zheng Guo volvió a ponerse de pie.

─Su Majestad. ─ Juntó sus manos frente a su rostro y bajó la mirada. ─No creo que necesitemos molestar a los Ocho Inmortales. Fue mi descuido lo que ocasionó todo esto. Déjeme buscar al culpable y ejercer justicia.

─No, Segundo Príncipe. No tiene permitido interferir.

─Pero...

─Padre. ─El tigre blanco se arrodilló junto a su hermano─. Conozco a Zheng, volvera a actuar por su cuenta si se lo prohíbe. Yo estaré a su lado para evitar que se meta en problemas. Déjenos investigar también. Será más rápido y podremos olvidar este asunto.

El Emperador lo meditó hasta que dijo:

─Está bien. Háganlo, pero actúen con sabiduría.

Al salir del Salón del Trono, Zhì Mín suspiró mirando las nubes grises.

─Padre no está de buen humor.

─Supongo que no.

─ ¿Cómo es que el perfeccionista de mi hermano se metió en estos problemas?

─No tengo la menor idea.

─ ¿Deseas tomar un poco de vino? Lleva fermentando cinco mil años. Hoy lo abriré y de paso, me contarás lo que planeas. Dime que tienes un plan y que no interferí sin más.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora