一百二十二

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Sintiéndose un poco patético por esperar a su polluelo cuando él mismo le dijo que no deambulara por los corredores, el Segundo Príncipe se puso una túnica exterior antes de salir de la alcoba dirigiéndose hacia el lugar donde su estrella se hallaba. Se encontró con dos sirvientas haciendo guardia junto a la dama de la enfermería.

―Su Alteza Real ―llamaron inclinándose.

― ¿Cómo está? ―preguntó con la mirada fija en la puerta.

―El Señor Principal se asomó hace poco, le ofrecimos leche de soja tibia como usted indicó y colgamos algunas bolsitas con hierbas relajantes a la cortina de la cama; en cuanto a velar su sueño, insistimos mucho para lograr que nos deje permanecer aquí.

―Ya veo.

― ¿Desea que lo anuncie?

―No, volveré a mi alcoba.

― ¿Le preparamos una infusión caliente?

―No es necesario, iré a cultivar. Si algo fuera de lo normal sucede con el Señor Principal, mándenme a llamar, no importa la hora que sea ―ordenó regresando sus pasos hacia la oscuridad del corredor anexo.

―Sí, Su Alteza Real.

Dentro de la pieza principal, el castañito miró la hermosa luna llena a través de la ventana, estaba sentado en el diván con los pies descalzos colgando bajo su suave conjunto blanco y el cabello despeinado cayendo alrededor de su bello rostro.

―Un rostro que avergonzaría a la luna... ―recordó las palabras de su novio suspirando, de forma inconsciente, una de sus manos fue hacia su vientre dándole vueltas a las palabras del médico y se perdió en sinsentidos como en la visión que tuvo hace tiempo sobre Jungkookie abrazando un bebé, la imagen de su pareja era conmovedora y le hacía cosquillas en la barriguita pero todo dulce sentimiento se agriaba porque, según su visión, él no era el otro padre sino que el niño tenía una madre.

No supo en qué momento se quedó dormido, pero su sueño fue intermitente además que volvió a soñar con estrellas, cosa que no pasaba desde que se destruyó el espacio estelar.

Fue una mala noche.

A la mañana siguiente, Zheng Guo ingresó junto con los sirvientes al no oír ninguna respuesta a su llamado encontrándolo haciéndose bolita, lo tomó entre sus brazos para posarlo en la cama y arroparlo con el edredón. Taehyung sintiendo un calor familiar, se aferró al fénix todo lo que pudo, así que el dios del fuego tuvo que ceder acostándose a su lado.

―Preparen el desayuno e indíquenle al médico que venga dentro de un palito de incienso ―susurró mientras sentía al polluelo escondiendo su carita en su pecho, suspirando a gusto por recuperar la presencia que estuvo anhelando.

―Kookie ―llamó con la voz amortiguada.

―Aquí estoy, pequeño Ancestro consentido.

―Kookie.

― ¿Qué sucede, estrellita juguetona?

―Kookie quiso dejarme otra vez ―lloriqueó.

―No es así, ya no volveré a dejarte jamás.

―Kookie.

― ¿Mmm?

― ¿Me lo prometes?

―Te lo prometo. Kookie se equivocó anoche ―susurró tomando una de las manos ajenas para llevarla a su boca dejando un beso en el dorso.

― ¿No me dejarás ni para tener un bebé con otra persona?

Eso extrañó al fénix que quiso despertar al castañito que estaba frunciendo el ceño, le masajeó el espacio ente sus cejas con cuidado hasta que los ojitos de flor de durazno se abrieron mostrándose algo perdidos.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now