六十四

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La Dama Peng se inclinó suavemente saludando al Consorte Real cuando llegó a su lado, su amo miraba KunLun por medio del espejo que su esposo le regaló hacía mucho tiempo. Ninguno habló mientras el espíritu sirviente lo ayudaba a cambiar sus delicados trajes por una prenda lisa de tela gruesa y una armadura tallada con detalles representativos que sólo la pareja del Emperador de Jade podría portar.

─ ¿Hay algo de lo que debamos arrepentirnos, Dama Peng? ─preguntó sonriendo ligeramente, salió de la Segunda Villa, el gran portón doble se cerró con fuerza mientras se dirigía al ingreso del Palacio de Jade donde los últimos maestros Inmortales lo esperaban rodeando su carroza.

─Tal vez de no escaparnos un día a jugar al mundo humano como quería, sería triste arrepentirse de algo más ─contestó la fémina flotando alrededor hasta convertirse completamente en niebla.

─ ¡Mil años de vida al Regente Imperial del Reino de la Dicha Pura y de las Majestuosas Luces y Ornamentos Celestiales! ─gritaron todos al unísono al verlo llegar.

─Siempre fueron los Cuatro Grandes Guardianes los que lucharon contra las Criaturas Malvadas del Mundo, bajo su protección, nuestro Reino y toda la creación tuvo largos tiempos de paz; en este momento de caos, ningún ancestro quisiera ver las tierras que protegió, a veces con su vida, destrozarse cayendo en un caos mucho mayor que antes del Primer Puro. Por eso, confío en sus manos no sólo la labor de luchar contra el TaoTie, también de proteger a todo ser que viva en estas tierras.

La multitud asintió solemne, en la última sesión de la Corte, muchos de los asistentes sugirieron que el Consorte Real no fuera al frente de batalla por temor a que resultara herido o en el peor de los casos terminara muriendo; pero nadie pudo hacerlo cambiar de opinión. Caminó sin dudar hasta su carroza, el gran complejo que una vez recorrió para casarse con el Dragón Azur no parecía el mismo, el ambiente festivo estaba muy lejos, escondido en un recuerdo casi olvidado por muchos.

Mas en su corazón, era tan vívido como cuando Nan Jun y él se conocieron en el mundo humano.

─La primera vez que crucé miradas con el Emperador de Jade, me sentí muy nervioso, todo mi cuerpo se estremeció de forma extraña... creo que sabía que él cambiaría mi vida de forma irreversible aunque no sabía quién era realmente; sólo Nan Jun podría causar algo así en mí ─dijo subiendo a su carruaje tirado por dos pixiu; varios recuerdos lo aturdieron de pronto, entre ellos, el nacimiento de sus hijos. Se acarició el vientre con melancolía─. Si volviera atrás, todavía abrazaría cada lágrima y cada risa junto a él, nunca quise verlo tristemente sentado en el Gran Trono Dorado del Dragón, dándose cuenta que estaría solo frente al mundo para siempre. Di todo lo que tenía sin detenerme a guardar nada para mí mismo.

─Cuando el Emperador de Jade regrese de su ciclo de cultivo, estoy segura que ambos se encontrarán bajo el gran árbol de cerezo del Palacio Este ─aseguró la Dama Peng.

Los grandes grupos de TaoTie avanzaron con horrorosa rapidez en los territorios más débiles tiñéndolos de oscuridad y malicia, aunque un Inmortal pudiera lidiar con más de uno al mismo tiempo, no se daba a vasto y su energía se agotaba con el tiempo. El aire puro del que absorbía poder, por la cruenta batalla, llevaba una carga viciosa que los dejaba en desventaja, dándoles sólo la opción de ganar tiempo para evacuar a los más débiles que peregrinaban en grandes grupos abarrotando los accesos a la Ciudad Capital. Cuando Xi Zhen se acercó a uno de los puntos donde los generales dirigían la defensa, pudo ver con total claridad las zonas de batalla, los cadáveres se acumulaban para ser devorados por las bestias que no discriminaban entre el enemigo y los de su misma especie. Los gritos de desesperación y llanto fueron la banda sonora que nadie ansiaría volver a escuchar.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEWhere stories live. Discover now