十七

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El Segundo Príncipe no tardó en ir por un poco de bayas de color fuerte. Dibujó en el piso un círculo mágico, puso talismanes en las puntas de cada línea y esparció su fuego de fénix desde el centro haciendo que los papeles se quemaran poco a poco. Se sentó cruzando los brazos y meditó repitiendo un encantamiento. Cuando el fuego se extinguió por completo, abrió los ojos pensando que la invocación había sido un éxito, pero en lugar de una gran ave bermellón, un simple cuervo graznó posándose a su lado.

─ ¿Qué es lo que intentabas hacer, Zheng? ─preguntó el tigre blanco que sólo se dedicó a observar.

─Invocar un ave bermellón para que nos guiara hacia el Yao Guai, pero en esta forma, mis poderes son reducidos. Hasta perdí el conocimiento al modificarle los recuerdos a Taehyung.

─ ¿Ese cuervo no está bien? El ave bermellón llamaría demasiado la atención.

─Es verdad. Me quitaré el hilo, no podré luchar si sigo siendo un niño. ─Invocó a su espada que apareció poco después, la hizo arder y en un movimiento limpio cortó la cuerda azul de su muñeca. Su cuerpo volvió a su estado normal rompiendo el hanfu hasta dejarlo semidesnudo. Sacó algunos pelos que recogió del demonio y al hacerlos cenizas los lanzó al cuervo.

─Ponte algo de ropa, Zheng.

El Di Yu era el Reino de Abajo, se alzaba en un terreno sombrío y rocoso al lado de un río fantasma. El Señor del Inframundo gobernaba las dieciocho ciudades ayudado por diez reyes que también ejercían de jueces en las mazmorras subterráneas. Desde arriba, daba la impresión de ser un gran laberinto. El aroma limpio del Reino de la Dicha Pura contrastaba con el aire pesado que se podía respirar ahí.

Los dos príncipes siguieron al cuervo hasta la Novena Ciudad, donde la mayor parte de Yao Guai iban a hacer desorden. Camuflados, caminaron por las calles hasta la última construcción donde el cuervo volaba en círculos. Entraron en la taberna, se ubicaron en una mesa en la esquina e inmediatamente el dueño les sirvió dos cuencos de vino espeso.

─No veo al Yao Guai, ¿el cuervo no se equivocó?

─No. ─Zheng pagó con cuatro monedas de cobre y chocó su cuenco con el de su hermano antes de beber el contenido con el ceño fruncido.

Un grupo de bailarinas danzaba en medio del recinto, una pasó su velo frente al Segundo Príncipe tratando de llamar su atención y Zhì Mín rio alto.

─Eres muy popular, hermano. Pero no olvides que tienes al polluelo en casa. ─Se llevó el licor a los labios, tomó un gran sorbo e hizo una mueca dolorosa. El vino del Di Yu sabía espantoso, parecía que tragaba espinas─. Esto no puede llamarse vino, ni siquiera está entibiado. Me duele más que las heridas.

─Eso te pasa por reírte de mí usando un chiste tan malo, tengo a la hija de Dong Bin. ─Alzó la mano y pidió dos jarras.

─ ¿Para qué quieres más?

─Necesito calentarme antes de matar al demonio.

El espectáculo terminó, todos los presentes silbaron con fuerza pidiendo otro baile. La joven volvió a acercarse a los príncipes llevándoles su pedido.

─La casa invita. ─Le sonrió al fénix.

─ ¿Cómo están tus heridas, hermano? ─preguntó otra vez, pagándole a la muchacha.

─No son graves. Fueron roces superficiales que están cicatrizando.

─Cuando me enfrente al demonio toro, no quiero que interfieras.

─ ¿Por qué?

─Porque es mi pelea. ─Bebió directamente de la jarra hasta terminarla.

─Sigo sin entender cómo puedes tomar esto.

─Está hecho de mijo silvestre y un poco de arroz, aunque dicen que el ingrediente secreto son huesos.

El cuervo se posó en el hombro del fénix, el Segungo Príncipe estiró su cuello para quitarse la tensión y sacó su espada. Se paró dejando varias monedas de cobre, caminó a la salida sin esperar a que su hermano reaccionara. Zhì Mín lo siguió poco después.

─ ¡Oye! No soy un debilucho, podría acabar con el Yao Guai más rápido que tú. No creas que eres superior sólo por manejar el fuego.

─No lo soy, pero tú fuiste herido.

Zheng Guo corrió hacia la parte trasera de la construcción, la oscuridad reinaba así que los seres podían moverse en la sombra con total normalidad. En terreno abierto, el Yao Guai se alejaba en su forma humanoide, tambaleaba un poco mientras tarareaba una canción. El fénix hizo una barrera de fuego para detenerlo, el demonio toro giró inmediatamente.

─ ¿Vienes por el último combate, fénix? ─rio alto─. Es el momento ideal, me siento muy bien.

─ ¡Espera, Zheng Guo! ─oyó que el tigre blanco lo llamaba. Alzó una nube de ceniza para alejarlo del combate

─Sólo seremos tú y yo, estúpida bestia.

─No pienso huir una vez más. Ya jugamos al gato y al ratón. ─Tomó su forma real.

El Segundo Príncipe alzó su espada llameante esperando que el enorme cuerpo corriera hacia él. Teniendo en cuenta su tamaño, sería rápido pero no lo suficiente para encontrar un hueco. Sin embargo, el Yao Guai volvió a su anterior forma para correr hacia él, ese instante de sorpresa lo usó a su favor para cambiar otra vez al estar ya ahí, sus cuernos más afilados que antes, golpearon intentando acabar con el fénix, que giró a tiempo para esquivarlo.

─ ¿Sabes cuándo un cadáver se disfruta más? ─interrogó el Yao Guai cambiando a su aspecto humanoide que conservaba el rostro calavérico y los cuernos pero en menor tamaño. No esperó para volver al ataque y responderse solo─: cuando le quitas la vida tú mismo.

Usó la misma táctica, convertirse cayendo con su enorme ser y corneando con más fuerza. Zheng Guo invocó las dagas bañadas en Fuego Fatuo y las mandó hacia él, pero era difícil modificarlas en cada cambio del demonio toro, pues este empezó a transformarse en intervalos irregulares. La espada del fénix se movió hasta caer pesadamente en el costado del demonio, junto a la gran cicatriz que lo traspasaba cortesía del enfrentamiento anterior.

─Tengo un nuevo truco. ─Abrió su mandíbula expulsando Aliento Tóxico sin importarle las llamas en su carne ganando terreno por el fuego.

─Sólo sabes jugar sucio ─escupió el Segundo Príncipe alzando vuelo para disipar el Aliento Tóxico.

Pero en lugar de regarse, la apestosa niebla se convirtió en espinas venenosas. Las dirigió al fénix mientras este movía sus gigantescas alas. El Yao Guai volvió a reír pensando que le había ganado, pero Zheng Guo fue rápido y se cubrió con sus plumas.

─Dije que era un sucio truco, no me equivoqué.

El Fuego Fatuo salió disparado hacia el demonio que cambiando de forma pudo esquivar casi todo el ataque. En medio de las cenizas y el fuego, liberó sólo seis espinas de Aliento Tóxico que convirtió con alquimia. Eso tomó desprevenido al Segundo Príncipe y una se clavó en su muslo abriendo su carne.

































-electrahearth-

¡¡Me aburro mucho!! Por eso actualizo.

Además, subiré como loca hasta que Tae crezca que es cuando empezará lo realmente duro para Jungkook. Tengo varias sorpresas *inserte risa macabra*. Lo duro es que, por mantener la "coherencia" de esta obra de ficción (ajá), no puedo hacer que TaeTae de un momento a otro deje de ser un bebito lindo, además que me cuesta verlo crecer *llora* soy una madre que no quiere dejar volar al polluelo.

Besos bitiezianos y gracias por leer esta historia.

HILO DE SANGRE - KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora