Capítulo 95

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Xiao Sa estacionó el auto a solo diez metros del otro grupo, abriendo lentamente la ventana y levantando las cejas levemente como si no hubiera notado la tensión en el aire. Habló con calma: "Acabamos de llegar de Phoenix Mountain. ¿A qué base pertenecen?".

Cuanto más relajado estaba mientras hablaba, más tensos se ponían los cuerpos de la otra parte. El joven que acababa de hablar sonrió mientras avanzaba, su mirada ilegible mientras los evaluaba, "Hermano, no debes jactarte. Al menos piensa un poco antes de hablar. ¿Quién no sabe que hubo un infierno furioso? ¿En Phoenix Mountain? No queda ni una pulgada de hierba en cien millas. ¿De verdad vinieron de allí? No nos están engañando, ¿verdad? Solo con ustedes dos..."

Su tono obviamente dudoso hizo que pareciera que los creía a medias y no provocó su disgusto inmediato. Su entonación era una ligera broma, y ​​cada expresión y palabra se pronunciaba a la perfección.

Bai Jing le dio una sonrisa suave, y su voz se fue apagando mientras hablaba. Este tipo todavía era un poco inexperto con su obvia sospecha y sus preguntas inquisitivas, pero con su entusiasta cara de bebé, realmente invitaba a otros a relajar su vigilancia.

"¿Que quieres saber?". Las cejas de Bai Jing se arquearon hacia arriba. Su voz fría era extremadamente arrogante y tenía rastros de desprecio condescendiente. Aparte de cuando se enfrentó a Xiao Sa, su temperamento era tan altivo como siempre.

Xiao Sa se masajeó la frente, con la mirada llena de indulgencia e impotencia. No le importaba si Xiao Jing lo ayudaba atrayendo toda la odiosa atención hacia sí mismo, pero si era posible, aún esperaba evitar problemas. A decir verdad, apreciaba a los mercenarios frente a él y no sentía ningún antagonismo hacia ellos. Después del apocalipsis, los fuertes se aprovecharon de los débiles, y las personas frente a ellos eran extraños que nunca antes habían conocido. Solo aquellos que tuvieran un problema con la cabeza ignorarían una oveja gorda si se encontraran con una, y si las personas a las que habían elegido apuntar no hubieran sido él y el pequeño Jing, Xiao Sa sintió que se habría alegrado de ver la emoción.

La expresión de la persona que había venido cambió. La actitud desdeñosa de Bai Jing lo hizo sentir avergonzado, y su sonrisa casi se congeló en su rostro. Un momento después, la razón superó sus emociones, y mostró una sonrisa brillante e impecable, "Oye, oye, ¿se dieron cuenta? ¡Relájate! No tengo malas intenciones y solo me preocupé cuando vi que ustedes dos estaban solos. ¿A dónde te diriges? ¿No tienes ningún compañero? ¿Quieres venir con nosotros? Somos parte del Cheetah Mercenary Corps con base en la base de la ciudad K. Mi nombre es Li Xiang".

Bai Jing hizo un puchero y no respondió. Las palabras de Li Xiang sonaban bien, pero de hecho, ¿no solo quería vigilarlas de cerca e intentar convenientemente desenterrar más información? Si parecían fáciles de intimidar, este grupo los robaría, y si no podían provocarlos, se harían amigos de ellos. Esto les dejó espacio para avanzar o retroceder.

"¡Bien!". Xiao Sa asintió y estuvo de acuerdo. No existían enemigos o amigos permanentes. Dado que él y Xiao Jing eran recién llegados, no estaban familiarizados con la tierra y no entendían la distribución de derechos en la base de K City. En lugar de entrar solo, era mejor seguir a los mercenarios. Y en cuanto a las malas intenciones que pudieran tener, no se lo tomó en serio. Frente al poder absoluto, creía que si los guepardos mercenarios eran tan cautelosos como aparentaban, sabrían cuál era la mejor ruta a seguir.

Li Xiang se quedó atónito por un momento. No había esperado que Xiao Sa estuviera de acuerdo tan rápido y rápidamente gritó feliz a los mercenarios detrás de él, expresando en voz alta su bienvenida.

Bai Jing miró con frialdad y desdeñó todo. El cuerpo de Li Xiang estaba rígido y sus ojos mostraban que estaba claramente en guardia; esto no estaba en consonancia con la expresión alegre de su rostro en absoluto. ¡Era claramente falso!

De vuelta al apocalipsis: El renacimiento de Bai JingWhere stories live. Discover now