El Secreto de las Flores

Especial. El amor entre nuestras vidas.

Canción recomendada: Young and beautiful- Lana del Rey, Hotel Sayre- Craig Armstrong, 17- Pink Sweat$.

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Cuenta la leyenda que el hilo rojo nos une a nuestro destino. Desde hace mil vidas, el hilo rojo los unía aunque fuera un hilo enredado, extenso y confuso. Se habían conocido desde hace tanto tiempo, tantas vidas, y aún así su amor seguía siendo de ellos y nadie más.

La primera vez que se conocieron fue en un baile. Había vestidos largos y vaporosos, ropa suave y delicada, de telas elegantes y lustrosas, en una época donde los reyes y reinas abundaban, las velas eran la luz del lugar y la música era suave y se movía con el tiempo.

El príncipe Emil de España estaba pasando el verano con su prima Anastasia, recién casada con su amor de la infancia, una Alfa fuerte, amable y completamente dedicada a la Omega, en la fría pero curiosamente cálida Islandia. Emil tenía 21 años, se suponía que su coronación sería en el otoño y no estaba preparado para reinar.

Su prima lo había invitado a que "relajara la mente" entre bailes y vino, y él aceptó. No quería huir de su reino, claro que no, pero necesitaba alejarse para encontrarse como el futuro rey de España; desde que nació, supo que sería el rey algún día, estaba preparado, su padre lo había instruido bien y no sentía miedo... Pero entonces se puso una fecha, y poco a poco los días fueron reduciéndose así como su ansiedad fue creciendo.

Sabía de leyes, de cortes y negocios, conocía a su gente y conocía lo que su pueblo necesitaba, pero una cosa era verlo como el príncipe heredero a como el futuro rey. Como príncipe, tenía distintas perspectivas y entendía las necesidades de su pueblo, pero como rey... había ocasiones en que su padre tuvo que tomar decisiones difíciles y complicadas que él no entendía hasta que creció lo suficiente. No sabía si podría tomar esa decisiones sin temor y hacer crecer a su reino, protegerlo de sus enemigos. Y su papá era un gran rey, ¿cómo podría él llegar a ser uno mejor?

—Todo se aprende con el tiempo, Emil —le dijo su papá una noche de tormenta mientras estaban en el despacho del rey, tomando vino con tranquilidad, viendo la lluvia torrencial y aún así sentir una calma fuerte y sincera que venía del rey.

Emil miró a su papá con la cabeza ladeada, sus ojos pensativos. Tristes.

—Siempre lo hiciste ver como algo fácil aunque sé que no lo es. Naciste para ser rey. ¿Cómo podría yo mejorar tu reinado, padre?

El Alfa miró a su cachorro con una sonrisa divertida, reconociendo los mismos miedos que él tuvo cuando estuvo a punto de subir al trono. Su padre había reinado durante 50 años hasta que él cumplió los 21 y él también pensó como su hijo, que su padre era mejor rey de lo que él jamás sería.

Ahora podía entender las palabras de su padre, que cuando llegara su momento, podría ver y saber qué calidad de rey fue al verse reflejado en su cachorro.

—Tenía las mismas dudas que tú cuando tenía tu edad, Emil —suspiró el rey, dejando la copa a un lado y levantándose para avivar el fuego de la chimenea. El frío empezaba a ser más notorio y la lluvia no parecía bajar su intensidad.

— ¿Las tenías? —escuchó a su hijo preguntar. Lo miró por encima de su hombro, todo asombro en esos ojos castaños idénticos a su Omega, la razón por la que supo reinar.

—Oh, vaya que sí. Papá reinó durante 50 años antes que yo ascendiera al trono, y creó muchísimos caminos entre España y Rusia, al igual que con Inglaterra, logró obtener paz con Francia y su mercado subió. Yo pensaba que arruinaría todo su esfuerzo, todo su reino, y tuve miedo de no ser suficiente. Pero papá me dijo algo que jamás quiero que olvides, Emil.