Praga era una ciudad preciosa. Antigua. Mágica. Colonial. Parecía sacada de un cuento de hadas y con mucho misticismo a su alrededor. Tenía muchos puentes que conectaban la ciudad de lugar a lugar. Árboles con hojas naranjas y cafés que la rodeaban parecían proteger la ciudad, el agua del canal era oscura y parecía helada pero también profunda.
Y había iglesias y edificios con muchas torres, cúpulas y agujas largas, como Viena pero más... antigua.
Los techos eran rojos y los edificios de colores. Había tanta vida, movimiento y color en la ciudad que solo los hacía sentirse llenos de energía aunque pasaron casi media hora en aduana antes de poder salir de la estación de trenes y caminar por las calles de Praga antes de ir a su hotel.
—No sé si es buen hotel. Tenía buenas críticas en Trip Advisor y era el único céntrico con disponibilidad tan inmediata —le iba diciendo su novio mientras caminaban con las maletas a sus lados.
—Bebé, está bien. Considerando que nos escapamos de Viena a Praga, todo caerá perfecto.
—Eso espero —el Omega se rió pero Emilio notaba su nerviosismo. Le dio la mano para seguir caminando entre la gente mientras buscaban el hotel.
— ¿Cuanto tiempo nos quedaremos? —le preguntó Emilio distraído.
—Mm, solo pedí 3 días en Praga creo, pero podemos pedir más tiempo en el hotel.
—Es bueno saberlo, aunque recuerda que el 4 regresamos a México, amor.
Joaquín se detuvo a mitad de la calle para morir a su novio sorprendido.
— ¿Qué día es hoy? —preguntó.
—Hoy es Halloween, mi amor —sonrió divertido Emilio, esperando la reacción de su novio.
— ¡Pero apenas ayer era 27!
Emilio se rió más fuerte y llevó a su novio por la calle, para que no los atropellaran, aunque no había muchos coches pero sí bicicletas y motos ecológicas.
—Bebé, estás bien perdido en los días.
Joaquín hizo un puchero y luego sonrió.
—Es que me pierdo en ti, cariño.
Emilio lo tomó de la cintura y lo besó con ganas, pero terminó frunciéndole la nariz.
—No me uses de excusa para encubrir tu falta de orientación del día.
—Me cagas —el Omega le sacó la lengua y caminó indignado hacia el frente, siguiendo el lugar marcado por Google Maps.
Emilio se rió fuerte y siguió caminando con las maletas y su bolso colgado a la mitad. Se posicionó al lado de Joaquín y ambos siguieron caminando, por la calle, buscando el hotel y viendo los nombres que ni siquiera podían pronunciar.
Estaban en la zona de Praga 1, en el casco histórico. Estaban cerca del puente de Carlos y el Castillo de Praga, además de la catedral de San Vito y plaza Ciudad Vieja. El reloj astronómico de Praga también estaba cerca al igual que el Zoológico. Joaquín lo escogió por su cercanía al centro y la disponibilidad, las críticas decían que era un buen hotel céntrico, y tenían varias cosas a su cercanía.
Dieron vuelta a la izquierda, caminando un poco más y al fin vieron la fachada. Era un edificio de piedra caliza blanca, con las ventanas de cuadros blancos y las del primer piso eran de un gris oscuro que resaltaba ante la vista. La entrada tenía un candelabro grueso de cristal y metal, que resultaba y hacia como porche, las puertas eran gris oscuras y de cristal, con una placa dorada en el costado que ponía "The Emblem" en letras negras.
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El Secreto de las Flores
РомантикаEmilio es el dueño de una floristería que pertenece a su familia desde hace años; no es un alfa normal porque no siente esta necesidad de tener un omega con él, aún cuando su abuelo quiere que tenga una pareja pronto para poder meterlo al testamento...