Compañeros.

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Joaquín despertó sobresaltado y adolorido, buscando a su Alfa casi desesperado. 

La cama estaba vacía y fría, no encontraba a Emilio por ningún lugar de la recámara y su Marca le quemaba. Un gemido se empezó a formar en su garganta hasta que escuchó la puerta cerrarse y vio a Emilio entrar corriendo, dejando bolsas en el piso, sus tenis y su abrigo también para después lanzarse sobre el cuerpo de Joaquín y abrazarlo.

El Omega empezó a calmarse cuando sintió el calor de su Alfa rodearlo y su olor impregnarlo. Su corazón latió más suave y fue consciente que su cabeza estaba escondida en el cuello del Alfa, sus manos rodeando su espalda y él en el regazo del Alfa, la espalda de Emilio pegada a la cabecera.

—Desperté y no estabas. Me asusté —susurró Joaquín en un hilo de voz. Emilio besó su frente con suavidad.

—Fui a la farmacia a buscarte unas cosas, unos electrolitos y barras energéticas, más unas aspirinas y desinflamatorios. Llevas tres días solo tomando agua y no quiero que tengas una baja de energía o descompensación alimenticia.

—Mm —murmuró el Omega, alzándose para ver los ojos negros de Emilio.

Habían pasado tres días encerrados en el cuarto, el Celo de Joaquín bajando poco a poco. Apenas habían podido bañarse y tomar una sopa o agua que Emilio pedía a room service. Ni siquiera recordaba las veces que Emilio lo tomó.

Suave y lento, besándolo y viéndolo de frente, o de lado, sus piernas abiertas y su mano en la nuca del Alfa. O en medio de la noche, cuando el calor volvía a tomar a Joaquín y despertaba entre besos al Alfa, subiéndose a él, con movimientos en círculo y profundos. O rápido y fuerte, desde atrás, él abrazado a la almohada, y aferrado a las sábanas, su espalda a merced de los labios y manos del Alfa, abriéndolo más con cada estocada, sin detenerse por los sollozos del Omega. 

Con cada vez que el Alfa estaba dentro suyo, y lo mordía, Joaquín podía sentir esa conexión legendaria de compañeros ir formándose y asentándose cada vez más.

Era como un hilo que tiraba de su mente y pecho ante Emilio, que podía sentir más firme su olor y presencia, donde parte de los sentimientos del Alfa se reflejan en él, como si una voz invisible le dijera qué sentía o qué pasaba con Emilio. 

Era extraño, pero no molesto ni incómodo. Se sentía algo aturdido, como si fueran muchas emociones que comprender pero cuando dejaba a su mente fluir, todo era mejor.

Y descubrieron que el sexo era más intenso porque podían sentirse muchísimo más ahora. Era impresionante. 

Acarició el rostro de su novio y suspiró. El Celo había acabado y se sentía exhausto, emocional y físicamente. Emilio podía sentirlo también porque los volvió a acomodar para que estuvieran acostados, la cabeza del Omega en su pecho y sus brazos sosteniéndolo.

Se movió un poco y pudo sentir su estómago lleno también moverse. Se estremeció un poco y gimió. Pero ya no podía más. Era demasiado hasta para él. Emilio besó su frente y empezó a hacer círculos en su espalda desnuda. 

—Duerme, beloved —susurró sobre la frente del Omega.

Pasó sus dedos sobre la Marca y Joaquín suspiró. Acomodó mejor la cabeza y se dejó ir.

.

Las ganas de hacer pipí lo despertaron. Todavía tenía los brazos de Emilio rodeándolo muy débilmente, su respiración pausada calentando su frente. 

Emilio también estaba agotado, pudo sentirlo Joaquín. Sonrió con cariño y rompió el abrazo lento y con cuidado, dándose un momento para ver a su Alfa dormir. Su pensamiento lo congeló.

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now