Viaje.

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Durante los siguientes días, tanto Emilio como Joaquín vivieron en un caos pre-viaje.

Aún cuando Joaquín ya tenía organizado la mitad de su itinerario, así como cubierto los días que faltaría al museo, y quién cuidaría de Renata, planear un viaje en pareja era más complicado de lo que imaginó.

Emilio se encargó de ponerse de acuerdo con Eric sobre cómo sería el horario para la florería mientras estaba en Viena, así como quién de su familia podía ir a cuidar de sus plantas de su casa.

El miércoles se irían, así que apenas tenía tiempo de organizar todo y hacer una maleta decente para 7 días en Viena. Se quedarían en el hotel Kaiserhof, cerca del Mozart Requiem, y cerca de Mariahifler Strasse, también podían llegar en 30 minutos al museo donde estaban principalmente las obras de Klimt, museo que les permitió llevar la colección a México y con quienes tendría las juntas que esperaba Joaquín fueran bien para él y su museo.

Técnicamente Joaquín trabajaría 3 días entre juntas y asegurarse que las obras llegarán con bien a su museo, y los otros 4 días podría usarlos para turistear un rato. Era una buena opción irse de escapada a los viñedos más famosos de Viena y tal vez solo disfrutar de la compañía de su novio mientras estaban en otro país.

Empezaron a planear qué hacer cuando estaban en la cama del dormitorio de Emilio en la casa familiar, ambos muy cansados para querer regresar a Puebla después que la fiesta acabó. Ren y Dani también estaban en otro dormitorio agotadas y esperaban que dormidas. 

Apenas entendían sus planes de viaje entre sueños y besos. Fue hasta el día siguiente que empezaron a planear ya en serio todo.

El principal temor de Joaquín era que Emilio no tuviera Visa o pasaporte, pero las tenía con caducidad de por vida.

—Ventajas de ser un Marcos —guiñó el ojo divertido. Joaquín le hizo una mueca y acabó en el regazo de su novio, besándose con suavidad.

—Okay, Marcos. Entonces, disponemos de 7 días, donde 4 de ellos serán libres. ¿Qué quieres hacer?

—Besarte en todas partes posibles y también por Viena, claro.

— ¡Emilio! —se sonrojó el Omega, pegándole en el hombro sin fuerza y ganándose una risa—. Estoy hablando en serio.

—También yo... —se siguió riendo con la indignación de su novio, pero le robó un beso fugaz—. Okay, okay. ¿Qué te parece si lo dejamos al viento, y vemos ya allá en Viena? Aunque tengas juntas, tu jornada de trabajo acabaría a las 3 de la tarde. Podemos tener un poco de tiempo para ver todo lo posible también.

—Mm, suena bien... aunque desearía poder ir a los museos de Klimt y la catedral de San Esteban...

—Podremos hacerlo, créeme.

Joaquín se dejó besar de nuevo mientras reía. Era excitante la idea de tener a su novio por más tiempo para él durante 7 días.

Podrían visitar tantas cosas... y tal vez, solo tal vez, Emilio lo Marcaría al finalizar el viaje.

Jamás se había sentido necesitado de esa Marca para nada. Ni siquiera se le hacía atractiva o placentera la idea de ser Marcado como un animal. Su mamá había dicho que era un compromiso de sangre para con su compañero, donde aceptaba entregarse entero a él. Pero esa idea le daba miedo.

¿Cómo podía alguien entregarse por completo a manos de alguien más, sabiendo que podría quedar destrozado en el camino? Él se pertenecía a sí mismo y nada más.

Pero con Emilio era diferente.

Siempre lo era.

Estaba consciente que él jamás le haría daño, que siempre protegería su corazón como si de la joya más valiosa se tratara, porque eso era para Emilio su amor. Estaba seguro amando a Emilio

El Secreto de las FloresOnde as histórias ganham vida. Descobre agora