La familia política da miedo.

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Joaquín despertó con el brazo y pierna de Emilio encima de él, rodeándolo de un calor cálido y suave. Se frotó los ojos con cansancio y miró a su novio de lado.

El Alfa dormía con una calma placentera, estaba boca abajo y su rostro estaba volteado hacia Joaquín, quien podía verlo con claridad. Sus pestañas eran largas y negras, pero delicadas y estaban rizadas solamente de la punta, dando un aspecto hasta falso pero Joaquín sabía que eran naturales. Aunque también tenía unas ojeras oscuras que le preocupaban, su novio casi no estaba durmiendo bien, por lo que veía.

Tenía la boca ligeramente abierta y podía ver su aliento salir en vaho, delatando el frío que había en el hogar. El otoño había atacado con todo y podía observar que sería un invierno muy frío. Esperaba que en Viena no hiciera tanto frío la semana entrante que fueran.

El Omega se quiso acurrucar más con su pareja pero su estómago clamaba comida y era un poco exigente. 

Pero siguió observando a Emilio dormir unos momentos más. Él tenía ese tipo de paz que se marcaba más cuando estaba en completo silencio, su rostro dormido solamente demostraba lo que su alma era. Paz y tranquilidad, amor y esperanza. 

Joaquín se inclinó para darle un beso etéreo en su mejilla suave y se levantó con cuidado, tapando bien al Alfa para que el frío no lo incomodara. 

Se puso su pijama que estaba revuelto en el piso y agarró la bata de dormir de Emilio, era más grande que la suya pero más calientita también. Además, olía a él. Premio doble.

Bajó con cuidado y pasó rápido al baño, haciendo sus necesidades y lavándose el rostro y boca al final. 

Se sentía lleno y un poco torpe, pero conforme pasara el día se sentiría mejor. Era lo malo de tener sexo sin condón, pero no quería usarlo, no le importaba. Le gustaba sentirse así de lleno por Emilio, por muy tonto que sonara eso.

Renata y Daniela ya estaban en la cocina preparando algo, las encontró riendo y besándose de vez en cuando. Las observó desde el comedor, con la ventana del desayunador abierta y sin ellas notarlo.

Jamás había visto a su hermana así de feliz y emocionada, tan llena de vida y paz, de alegría. Y Daniela se notaba tan entregada a su hermana que tenía un poco de miedo que se rompieran el corazón al final, pero ambas parecían ir en serio, tal vez demasiado en serio para su propia paz mental. 

No quería pensar en un posible matrimonio o unión tan temprano. Ren acaba de cumplir los 18, al igual que Daniela. Ambas estaban en la universidad y apenas estaban empezando a vivir...

Bueno, ¿y a ti qué?, su mente le recordó con un golpe, la decisión será de ellas. La vida es de ellas. Lo mejor que puedes hacer es ayudarlas y estar ahí para ambas de ser necesario. 

Ellos no eran su padre. Ellos sí tendrían una vida bonita y feliz. 

Entró a la cocina con una sonrisa más ligera en su rostro.

—Qué madrugadoras, señoritas —las saludó.

Ambas chicas lo miraron burlonas. 

—Son casi las once de la mañana, hermanito. Llevábamos ya tiempo despiertas pero el hambre nos hizo levantarnos a hacer de comer ya que los adultos responsables del hogar seguían dormidos.

—Bueno, es que tanta actividad física les cobró factura —añadió la Alfa inocente. Esquivó la manzana que Joaquín le lanzó entre risas.

—Ustedes no escucharon nada —las amenazó.

Ambas levantaron las manos inocentes y Ren siguió removiendo los huevos con jamón.

— ¿Café? —le preguntó Daniela. Él asintió y la chica le pasó una taza honda con café de olla que sabía a gloria.

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now