Joaquín tenía cuatro mejores amigos. Y a Renata.
Sabía cómo tratarlos y sentirse cómodo con ellos, pero no sabía cómo pedirles ayuda cuando se sentía triste y solo, o cómo invitarlos a tener más cercanía con él.
Llegaba a sentirse un poco tonto porque en serio no sabía ser más atento, aunque ellos siempre le dijeran que ya lo era y que ellos lo entendían.
Todo eso cambiaba con Emilio.
Era fácil hacer planes para ir a comer o cenar de vez en cuando, que Emilio fuera por él al museo o él pasara en la mañana a llevarle café a Eric y Emilio a la floristería, o que le ayudara a cerrar la floristería.
O, como había pasado en las últimas tres semanas, de ayudarle, junto con Renata, a acomodar las flores en algunos eventos.
De hecho, fue muy divertido cómo Renata acabó con ellos de chalán en el primer evento, ya que ella creía que la estaban invitando a desayunar gratis y no a trabajar en sábado, y ver a su hermano coquetear mientras ella llevaba de aquí para allá las flores y le hacía caras graciosas a Eric cuando él no la veía, aunque siempre le gritaba:
— ¡Te vi, mocosa del mal, ven aquí!
Ren se había acostumbrado a oír a su hermano hablar de Emilio más rápido de lo que creyó. Y también se acostumbró a ir a comer con ellos, o ir al cine o pasar simplemente tiempo con ellos.
Al igual que con Daniela.
La Alfa y ella empezaron a hablar por el celular más seguido y cuando Emilio y Joaquín empezaron a salir, ellas los acompañaron. Era más fácil que a Daniela la dejaran quedarse hasta tarde con Emilio que sola con una Omega en la calle.
Y era agradable tener al fin amigas de su edad que no esperaran algo de ella más que sinceridad. Y era aún más agradable ver a su tío sonreír y tener más soltura al momento de hablar con la gente.
Joaquín le hacía un gran bien a Emilio mientras que Emilio ayudaba a Joaquín a sentirse más seguro y cómodo consigo mismo. Era increíble ver cómo dos personas que se supone no se conocían hasta hace poco, parecían haber pertenecido a la vida del otro desde hace años.
Casi sin darse cuenta, Emilio y Joaquín se volvieron parte del día al día del otro. Empezaron a contarse más y más cosas, empezaron a reír más seguido, a tener más contacto con la familia del otro.
A ser más que amigos.
Eric se daba cuenta de todo y aunque seguía teniendo miedo, veía a su amigo más feliz de lo que jamás lo vio. Veían el bien que se hacían ambos y cómo les cambiaba el rostro cuando se veían. Emilio era más abierto con la gente y lograba verlos durante más tiempo al rostro, aunque aún prefería quedarse con sus flores la mayoría del tiempo.
Pasaron el verano entre eventos y graduaciones, con los Bondoni acompañándolos de vez en cuando aunque ambos se quejaban de que ni les pagaban y los tenían todo el día al sol.
—Dile a Emilio que te pague entonces, galán —le dijo Eric con doble intención, haciendo al Omega sonrojar y persiguiéndolo por el patio con una maceta vacía.
Emilio miraba a sus amigos confundido.
— ¿No quiere que le pague? Porque puedo hacerlo —le dijo a Renata con la cabeza ladeada, sin dejar de verlos correr. Ren lo miró con ternura y cariño.
—Ay, Emi, en serio eres de lo que no hay.
— ¿Eh? —el Alfa la miró confundido.
—Nada, nada —Renata le palmeó el brazo con cariño y negó sonriendo.
KAMU SEDANG MEMBACA
El Secreto de las Flores
RomansaEmilio es el dueño de una floristería que pertenece a su familia desde hace años; no es un alfa normal porque no siente esta necesidad de tener un omega con él, aún cuando su abuelo quiere que tenga una pareja pronto para poder meterlo al testamento...