Secreto.

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Regina suspiró cuando sus hermanos le avisaron que ya todo estaba listo en casa de Emilio, solo esperaban a que Joaquín fuera dado de alta y llegaran a comer.

—Me sigue pareciendo una locura que Joaco quiso seguir adelante con la sorpresa —suspiró la Omega mayor.

Ren estaba sentada en la sala con Talia a su lado y ambas cruzadas de piernas, calladas y pálidas pero tranquilas. 

—Así es Joaquín —dijo Talia mientras miraba a Regina.

—Mi hermano jamás dejaría que el cumpleaños de Emilio pase desapercibido por un susto por el cansancio que traía. 

—Y se lo agradezco —Regina sonrió triste—. El amor que le tiene a mi hermano es más de lo que jamás Emilio tuvo en una pareja.

—Más bien nunca —musitó Roy. Regina le dio la razón. Renata les sonrió.

—Si Joaco dijo que continuáramos la sorpresa, es porque está bien. 

—Diego ya nos vino a decir que solo fue cansancio y deshidratación, Ren, no temas —le dijo Roy con voz suave, a lo que la Omega respondió con un asentimiento pensativo y suspiró.

—Lo sé. Joaco siempre ha trabajado muchísimo pero jamás hasta el borde del desmayo...

—Bueno, también ten en cuenta que este es el primer año de la villa navideña del museo y eso era un extra cabrón, Ren —añadió Talia con una mueca en sus labios y el ceño fruncido.

—Mm, eso sí. Al menos su jefe aceptó darle de una vez sus vacaciones y una semana extra por compensación.

Regina abrió la boca para hablar pero vio el elevador abrirse, Emilio y Joaquín salieron con su hermano rodeando a Joaco con un brazo y un aura conocida pero extraña entre ambos.

Renata se levantó de un golpe y corrió a abrazar a su hermano, quien la acogió y la tranquilizó aún más como nunca lo vieron.

Sería un gran padre, pensó Regina mientras veía a los hermanos consolarse y Emilio a un lado, sosteniendo a Joaco pero dándole su intimidad con su hermana. 

Cuando la Omega pequeña se relajó y se separó de su hermano, tenía sus ojos llorosos. 

—Bueno, se acabó el trabajo para ti hasta el próximo año, idiota —le dijo Talia mientras se acercaba a abrazarlo con fuerza. Dani regresó justo en ese momento con Sofía, y con la bebé dormida otra vez.

— ¡Joaco! —la Alfa corrió a abrazar al Omega y luego a su tío, para terminar con su novia entre sus brazos—. Nos diste un susto tremendo, cuñado tío.

—Lo siento —Joaquín parecía diferente, con una alegría brillante y más ligereza. Regina pensó que debían ser las drogas que le dieron o algo así.

O tal vez...

—Bueno, bueno, ¿qué hacen aquí? —Diego se acercó al grupo que estaba en la sala y puso sus manos en la cintura, fingiendo regañarlos—. Largo de mi hospital. Váyanse a comer, Joaquín necesita comer a sus horas y mantenerse hidratado, sobre todo en reposo y tranquilo. 

—Ya nos íbamos, puñetas —le peleó Roy, sacándole la lengua—. Solo estamos esperando a que Joaquín esté listo para irnos  y asegurarnos que está bien.

—Pueden ir a la casa, podemos hacer algo de comer y así se aseguran que mi hermano está bien —ofreció Ren con una sonrisa encantadora, al igual que Dani.

—Puedo cocinarles algo —dijo pensativa Regina. Emilio alzó sus cejas y asintió.

—Acepto. 

Regina se rió. Aunque todos sus hermanos cocinaban, no era un secreto que Regina era quien tenía mejor sazón y Emilio amaba la comida de su hermana. 

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now