Mandarina y algo más.

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Emilio volvió a pasar toda una semana atento a la calle y a la gente que entraba y salía del local con más frecuencia que la pasada.

Eric lo miraba divertido pero también un poco preocupado. Jamás, en los casi 13 años que llevaban conociéndose, Emilio había actuado así, tan al pendiente de alguien que no fueran sus flores.

Y no sabía si ese Omega bonito sería alguien bueno para su amigo o lo haría alejarse más de la gente para quedar aún más ensimismado.

Eric era un Beta, no podía hacer gran cosa, ni siquiera un gran cambio para Emi, pero siempre lo protegería aunque fuera difícil la situación. Su esposo siempre admiraba esa vena protectora de Eric, pero después de haber vivido 20 años con puros Alfas rodeándolo y hacerle sentir que no importaba su casta, si no su manera de ver la vida y a la gente, y que debías proteger a quienes amabas, era fácil para Eric restarle importancia a las castas para proteger a su familia.

Lo hizo cuando se enfrentó a la familia de Alex, que no querían que se casara con un simple Beta y los intentaron alejar. Luchó contra su propio miedo de no ser suficiente para su esposo y siempre dar el 200% en todo lo que tenía que ver con él, mejor.

Emilio era su familia y lo protegería aunque él no quisiera. Sobre todo cuando él no quisiera. Emilio siempre esperaba lo mejor de la gente y eso casi le había arrebatado su vida, si no hubiera sido por Eric y sus hermanos que lo defendieron y cuidaron.

—Oye, Emi, vas a deshacer la puerta de tanto que la ves —intentó burlarse ligeramente. Emilio lo vio con burla pero dejó de ver la puerta.

—Es que... se ve que hará un día genial, ¿no crees?

Eric le siguió su pésima excusa.

—Oh, vaya, es cierto. Las nubes negras y el cielo tronando siempre son el anuncio de un gran día.

Emilio dejó de sonreír para ver el cielo de verdad y casi deja salir un gruñido cuando otro trueno se escuchó retumbar por el cielo nublado y oscuro.

—Lleva una semana así, ¿por qué está lloviendo en plena primavera? Esto debería ocurrir en verano.

Eric empezó a guardar algunas cosas y revisar su agenda, agradeciendo que no habrían más eventos hasta dentro de dos semanas.

Habían tenido 4 eventos esa semana y estuvieron muy ocupados, cansados y algo hartos de la gente rica que para todo, hasta un brunch de sus amiguis de secundaria necesitaban casi 20 arreglos florales para centros de mesa.

Ya ni en julio, septiembre y diciembre tenían tanto trabajo como en mayo. Era el mes de la frivolidad. No había otro adjetivo para describir a la clase alta.

—Supongo que es la temporada, Emi —Eric terminó de acomodar su agenda y miró a su amigo—. Eso o se viene el fin del mundo definitivamente.

Emilio sonrió mientras negaba con la cabeza.

—Bueno... supongo que cerraremos temprano otra vez —le avisó a su compañero, pero el Beta ya había terminado el corte de caja y veía con una sonrisa satisfecha al Alfa.

—Te conozco, moco —se rieron y Eric continuó—: aunque debo añadir que Alex va a salir temprano y pues te iba a pedir salir antes también.

—No te preocupes, me gustaría irme a descansar temprano después de la semana que hemos tenido. Mañana no tenemos nada en la agenda y solo vendré un rato, así que nos vemos el lunes, ¿vale?

Eric asintió y agarró sus cosas, despidiéndose de su jefe y amigo, y llamando a su esposo al salir del local.

Emilio saltó ligeramente cuando otro trueno lo espantó y unas cuantas gotas empezaron a caer. Bueno, al menos esperaba que Eric llegara a tiempo con Alex.

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now