Familia.

2.9K 283 359
                                    

Al día siguiente, Joaquín fue a ver a sus hijas.

Le había pedido a Diego que lo dejara acercarse a ellas, ya que llevaba cerca de 12 horas sin verlas y las extrañaba. Diego los acompañó hasta la sala de cuidados intensivos pediátricos, sobre todo para ayudar a Joaquín si se llegaba a sentir mal por ver a sus hijas conectadas a tantos aparatos alrededor de sus cuerpos pequeños y delicados.

Pero el Omega lo volvió a callar con sus acciones.

En cuanto vio a sus hijas, Joaquín lloró, pero de orgullo. Podía tocarlas a lo lejos, a través de un hoyo hecho en la incubadora para que las bebés sintieran su calor. Se puso en medio de los dos cuneros y metió sus manos, acariciando con cuidado el pecho y estómago pequeño de sus bebés. En cuanto llegó a los brazos de ambas, las niñas no dudaron en agarrar su dedo con fuerza, haciéndole ver que sabían quién era él.

Joaquín jadeó un poco, entre sorprendido y conmocionado, Emilio estaba detrás de él, abrazándolo con cuidado y besando su cabeza cada pocos segundos. Diego les dio su momento como familia y se retiró a hacer una ronda con los demás bebés en los cuneros.

—Son tan pequeñas... —susurró Joaquín entre lágrimas. Emilio se movió para estar enfrente de él, moviendo un poco la silla de ruedas y lograr arrodillarse con cuidado.

—Lo son, y son tan hermosas... —Emilio suspiró y metió una mano para acariciar también a una de las gemelas, luego miró a su prometido—. ¿Estás listo para nombrarlas?

Joaquín asintió. La pequeña de la derecha tenía el cabello más claro que la otra, y también tenía un lunar en su mejilla, cerca de su barbilla, mientras que la otra niña lo tenía debajo de su ojo, como Joaquín. Eran cosas mínimas pero eso logró ayudarle a Joaquín a decidir quién era cada una.

—Ella es Alhelí —dijo el Omega mientras acariciaba de vuelta el estómago de la pequeña de su izquierda, la del lunar debajo del ojo—. Y ella —acarició el estómago de la bebé de la derecha, con el lunar en su barbilla—, ella es Silene...

Emilio asintió embobado, viendo a sus niñas y de inmediato pensando "claro, sus nombres calzan perfecto con ellas. Son perfectas". Silene movió más sus pies y por primera vez hizo un ruidito suave de bebé que fue entre un resoplido y una risa. Joaco y Emilio se miraron sorprendidos y dejaron que las lágrimas volvieran a salir.

Alhelí volvió a aferrarse al dedo de su papá y Joaquín se sintió profundamente enamorado otra vez. Miró a Silene y luego a Emilio, sintiéndose como si todo fuera un sueño, pero no.

Esta era su nueva realidad.

.

Por mucho que intentaron ocultarlo a la familia para que al menos Joaquín estuviera en su casa cuando se enteraran, fue inevitable que sus hermanos y su madre llegaran al hospital al tercer día que Joaquín estaba internado, ya que se le había hecho una ligera infección en uno de los puntos de sutura y a Mayra se le salió decirle a Regina en la comida, mientras que Regina le contaba a Cristina, quien le contó a Maribel, quién le contó a Alberto, quien le contó a Noelia y llegaron todos en bola a ver a Joaquín, Emilio y las bebés.

Emilio había ayudado a su prometido a bañarse y a ponerse el medicamento que le dieron para que el enrojecimiento disminuyera en el punto infectado, estaba apenas volviéndose a recostar en la cama cuando entraron todos los Marcos en bola, gritando y llevando globos, regalos y siendo ruidosos como siempre.

— ¡Dios, Joaquín, nos diste un susto tremendo!

— ¿Por qué no nos llamaron en cuanto llegó al hospital? ¡Pudo haber pasado algo peor y nosotros sin saber nada!

El Secreto de las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora