Defensa.

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El día la defensa de tesis de Joaquín empezó caóticamente.

Para empezar, estaba lloviendo demasiado fuerte y aunque su facultad estaba en el centro, debía tomar un camión para llegar porque caminando podría ser más desastroso y tardado. 

Renata amaneció con un poco de fiebre y ojerosa, pero Joaquín no se dio cuenta. 

Lo cual fue un pésimo error.

La defensa empezaba a partir de la una de la tarde y le habían dado el día en su trabajo para poder prepararse adecuadamente, así que estaba con el tiempo medido para llegar a tiempo y ensayar una vez más para sentirse en control.

Otros 6 compañeros harían su defensa ese día con él, irían uno por uno y solamente tendrían de 45 a 50 minutos para hacer su defensa y que les dieran el resultado.

Como tenía muchísimos nervios las únicas que lo acompañarían serían Ren y Talia. Paola y Niko tenían trabajo y los habían enviado a otra ciudad, ya que ambos trabajaban en el mismo museo y habían empezado una relación hace dos meses, para la no sorpresa de nadie.

Todos lo esperaban, de hecho. Niko y Pao se indignaron por no causar impresión pero Geru les dijo que era algo obvio, por su manera de verse, de actuar, de cómo se hablaban y trataban. 

—Pues es que el amor no puede ocultarse —había dicho Paola dulcemente. La mirada de Nikolas lo dijo todo.

Joaquín estaba feliz por sus amigos, ellos se merecían más que nadie y era bonito verlos tan enamorados.

Geru, por otro lado, seguía en Chicago con su prometido y volverían hasta noviembre o diciembre. Así que solo se verían por videollamada al terminar y saber sus resultados y estaba más que nervioso.

Talia llegó justo a las 12 del día, con el coche de su mamá y su hermana Marian, la mejor amiga de Renata y una Beta preciosa. Era una mini Talia en todo, excepto en el color de pelo, que lo tenía pintado de azul oscuro y Joaquín lo amaba.

— ¡Estamos listaas! —llegó gritando la Beta, saltando a abrazar a su amiga y notando que estaba muy débil. 

Pero Ren se alejó y sonrió emocionada.

—Las estábamos esperando.

—Pensé que no llegarían —Joaquín salió apresurado de la cocina y abrazó a Talia y a Marian—. ¿Nos vamos?

Las hermanas asintieron y los hermanos tomaron sus cosas, Joaquín temblando ligeramente desde que salió de su casa hasta llegar al coche, subiéndose en el copiloto.

—Hombre, tranquilízate, te va a dar un ataque —le pidió Talia al verlo mover inquieto la pierna izquierda.

—Estoy demasiado nervioso —explicó—. Ni siquiera pude desayunar, todo me daba asco y apenas recordé bañarme adecuadamente.

En coche, la universidad quedaba aún más cerca y directo. En menos de 20 minutos ya estaba buscando estacionamiento y entrando a la facultad. Vio a sus compañeros a lo lejos, escondidos de la lluvia y frente al salón donde harían sus defensas.

—Hola, chicas —llegó a saludar a Ana y Eli, ambas igual de pálidas y ansiosas. Vio a Oliver a lo lejos junto con otro de sus amigos y le sonrió irónico. 

El olor de las flores que le dio en marzo al fin había desaparecido y ya volvía a tener amigos el muy cabrón. Pero fue divertido verlo demostrar su aroma a podrido y no valer nada.

Oliver lo ignoró y eso lo hizo reír, se sintió un poco mejor.

—Jamás te perdonará —le dijo Ana divertida. Él la miró burlón.

El Secreto de las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora