Celo.

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Cuando Joaquín era un niño, su mamá le habló de lo que significa ser Omega. 

La diferencia que había entre Alfas, Betas y Omegas, y por qué los hombres también podían embarazarse. Era confuso al principio, pero después empezó a entender y dejó de preguntarle los por qué a preguntarle el cómo.

—Cuando tengas a tu pareja, lo sabrás —le había dicho su mamá con dulzura.

— ¿Por qué le mientes, amor? —su papá se metió a la conversación, oyéndose molesto e irritado, como siempre—. Cuando tenga su primer Celo, será un milagro que no quede preñado. En los Celos se convierten en todos unos...

—Rogelio —lo interrumpió su mamá, con voz dura que le hizo encogerse. Su papá sólo se rió y se sentó más en el sillón, ignorándolos.

Pero Joaquín ahora estaba confundido.

— ¿Qué es un Celo? —preguntó a su mamá.

Ella no respondió.

No lo hizo hasta que él cumplió 14 años y tuvo su primer Celo. 

Fue horrible.

Se le había adelantado por unos años, su mamá pensó que podría tener más tiempo para explicarle y ayudarlo a que fuera menos aterrador. Pero no fue así.

Lo único bueno fue que le empezó en casa de sus tíos, en medio de la piñata de su primo menor y que su mamá pudo sacarlo rápidamente de ahí para llevarlo a su casa.

Empezó como un dolor en su estómago que se convirtió en una agonía. Su cabeza punzaba, tenía demasiado calor, la ropa le estorbaba y algo pegajoso y de olor demasiado dulce le salía por detrás

Joaquín estaba asustado. 

No sabía que algo podía salir de esa forma de él. No entendía el dolor en su cuerpo, ni las ansias de algo más, ni sus ganas de tocarse. 

Al menos sabía que de su pene podía salir algo más aparte de pipí, pero no dejaba de ser extraño y curioso. Había empezado a tener sueños húmedos un año antes y fue demasiado bizarro cómo sucedió todo, pero era placentero así que lo siguió haciendo durante meses sin saber muy bien qué le pasaba o hacía.

Al final le terminó preguntando a su mamá, demasiado asustado de preguntarle a su papá sobre esos temas. Parecía que le molestaba recordar que su hijo era un Omega, porque había momentos en que lo miraba con un desprecio y asco que se asomaban en sus ojos.

Joaquín jamás dejó que eso le afectara. Su mamá era Omega y era la mujer más perfecta del universo. Él no podía ser algo menos si era igual a su mamá, ¿no?

Ella estuvo a su lado en todo momento posible de su Celo, ayudándolo y explicándole qué estaba pasando y cómo ocurriría a partir de ahora.

—Te vendrá cada 3 meses y puede durarte entre 4 a 6 días, amor —le explicó su mamá con paciencia mientras lo mimaba, sintiéndose exhausto.

— ¿Seis días así? No lo aguantaré —lloriqueó. Su mamá le acarició la cabeza y continuó.

—Tomarás supresores a partir de ahora. Al acabar tu Celo, los tomarás una vez al día por 7 días, después, durante los meses que siguen, los seguirás tomando igual. Cuando den los tres meses, dejarás de tomarlos durante seis días y volverás a tomarlos como al principio.

— ¿Tendré mi Celo esos días que no los tome? —preguntó asustado. Su mamá negó.

—Es nada más para regular tu ciclo y hacer sentir a tu cuerpo que tienes el celo, esos días solo sentirás mucho calor y sed, es todo.

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now