Desmayo.

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Pero Emilio no tuvo oportunidad de hablar con Joaquín al día siguiente, ni al siguiente o el siguiente del siguiente. 

Aunque fuera domingo, se llenó de trabajo gracias a las fiestas. Y Joaco fue cambiado a la Villa navideña durante ese fin de semana, entonces solamente se veían en la mañana y en la noche que regresaban a cenar y dormir, sin ninguna charla más que un "¿cómo te fue?". Y Joaquín no estaba durmiendo bien, como Emilio se dio cuenta desde ese día que la prueba casera dio negativo. 

Apenas dormía unas dos horas y trabajaba más de lo necesario. Emilio estaba preocupado porque lo veía cansado y somnoliento, pero el Omega era tremendamente testarudo y no admitía que algo le estaba pasando realmente.

—Mmm, mañana me iré más temprano a la Villa, mi amor, y trabajaré hasta tarde, tal vez —le dijo Joaquín en la noche mientras comían y veían otra película, ese día Emilio había hecho lasaña y canela caliente, Ren había traído un pastel de frutas y los tres habían comido un poco más de la cuenta.

— ¿Mañana? —Emilio preguntó, tomando de su canela ya tibia.

—Sí, bebé, perdón. ¿Pasa algo? 

Emilio negó con la cabeza, dejándose caer un poco más en el sillón. Mañana era su cumpleaños, no tenían eventos al fin y había planeado cerrar la tienda temprano e ir a comer con sus amigos y Joaquín. 

Pero trabajo era trabajo. Podían cenar juntos, al menos.

—No, está bien. Entonces mañana te llevo más temprano, ¿vale?

—Ah, no te preocupes, cuñado —le dijo Ren alzando su taza—. Me toca abrir la cafe mañana, así que nos iremos juntos, ya que le queda de paso a Joaco mi trabajo. Está bien, ¿no?

Emilio dejó caer sus hombros con un puchero, se aferró a su almohada y miró fijamente la pantalla sin ver en realidad.

—Sí, está bien... —pero por su idioma corporal, no estaba bien.

Los hermanos Bondoni compartieron una mirada y sonrisa cómplice, pero siguieron actuando como si no se dieran cuenta de nada.

Perdón, bebé, es solo por hoy y mañana, pensó Joaquín, sintiéndose ligeramente culpable al final.

Pero mañana sería un día importante para Emilio, necesitaba volverlo el mejor de su vida.

Y así fue. Más o menos.

.

Emilio sintió a Joaquín moverse toda la noche y solo lo sintió dormir cuando ya estaba entrando la luz del sol a su cuarto y la lámpara se apagaba. Joaco se hizo bolita en su pecho y Emilio al fin se dejó ir hasta que no sintió más, ni siquiera su alarma cuando sonó por cuarta vez.

La quinta fue la vencida y se despertó de golpe, sin Joaquín ni Renata en la casa y solamente una nota diciéndole que se veían en la noche y que tuviera un bonito día.

Fue inevitable no sentirse dolido cuando se dio cuenta que Joaquín se había olvidado de su cumpleaños.

Del primer cumpleaños que pasarían juntos.

—Ay —soltó en tono lastimero mientras se dejaba hundir en la cama y almohadas.

Y es que sí, ay.

.

Llegó cabizbajo a su florería cuando fue recibido por un tórrido borrón oscuro que se estrelló contra su cuerpo mientras alguien lo alzaba y giraba en el aire.

— ¡Feliz cumpleaños, mi bebé precioso, pequeño, corazón! —Eric siguió abrazándolo entre risas y abrazos.

— ¡Ay, gracias! —dijo Emilio mientras era bajado y se tambaleaba, riéndose junto a su amigo. Atrás de él aparecieron Diego y Roy, cada uno con un pastelito pequeño de chocolate con velas. 

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now