Lo que nunca esperaste.

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Cuando Joaquín hacía promesas, siempre las cumplía, por muy difíciles o extravagantes que fueran.

Sus tres días de trabajo pasaron rápido y algo tenso, pero el Omega logró convencer al concejo que le permitieran llevar la segunda parte de la colección de Klimt a México y que podían hasta tener un convenio de turismo para ambos ciudadanos en ambos países. 

La mayoría del concejo eran Alfas y sí, lo quisieron intimidar en la primera reunión y portarse como típicos Alfas en poder, pero Joaquín no era un Omega común. Había vivido con un padre Alfa más estricto y destructivo que los Alfas presentes en las reuniones, sabía manejarlos. 

No se dejó intimidar y los enfrentó, solamente usando la carta Marcos, como le había aconsejado Mayra antes de irse a Viena, como última instancia para que esos Alfas testarudos dieran a doblar su voluntad. Aunque claro que no les gustó verse dominados por un Omega, a Joaquín le valió. Él había venido por un trabajo en específico que estaba hecho, no a verse bonito y decorativo en las reuniones.

Reuniones que habían durado casi 6 horas durante esos 3 días, pero de los que obtuvo un buen resultado para su beneficio.

Emilio lo escuchaba mientras comían en algunos restaurantes que el Alfa había encontrado y visitaban lo que podían de la ciudad después de trabajo, como los museos de Klimt, la catedral de San Esteban, hasta los barrios tranquilos de la ciudad, enamorados de la estructura colonial y algo parecida a Puebla. Las calles eran de piedra y cemento, las casas eran grandes y estructuralmente equilibradas. Había muchos edificios con agujas y torres, y techos en color azul turquesa. 

El canal estaba normalmente vacío y frío, cuando pasaban por ahí, los vientos eran más fuertes, Joaquín siempre escondiéndose en el pecho de Emilio mientras caminaban. 

El centro era precioso y largo, habían tiendas, plazas y fuentes por doquier. Era algo abrumador entre tanta gente y no entender el idioma principal pero todos eran amables y calmados, muy serviciales y la comida era deliciosa. 

Estaba enamorado de los postres y las bebidas, sobre todo el café, que se lo daban con una crema tan suave y dulce que hacía más delicioso el café, y ligero también. 

No sabía si era por el estrés o por la emoción de estar con Emilio en su primer viaje juntos, pero sentía todo más intenso, los olores, los sabores y hasta los colores. Casi siempre tenía calor pero el aire helado le ayudaba a refrescarse. 

Cuando estaban en público, se controlaban bastante al besarse o tocarse, pero ya en la suite era completamente diferente.

Tener sexo con Emilio siempre era algo fuerte y emocionante, lo dejaba satisfecho y tan moldeable a las manos del Alfa al terminar, pero en estos últimos días todo era... bueno, simplemente más

Más fuerte, más intenso, con la sensación de querer más aunque ya llevaran sus buenas rondas en la noche. Simplemente no podía obtener suficiente de Emilio y quería más de él. Quería su calor, su fuerza, sus besos y mordidas, su aliento y su palpitar, quería sentirlo dentro de él y llorar por abrirlo tanto y tan fuerte. 

Era muy curioso. 

No se identificaba como un adicto ni como un masoquista pero no lograba obtener suficiente de su Alfa y no sabía qué más hacer o cómo más moverse para tener lo suficiente de él. Y aún así, eso no quitaba que adorara tenerlo dentro suyo y llegar juntos hasta la cima, tampoco que se sentía satisfecho en muchas versiones. 

Solo necesitaba más.

Necesitaba su Marca.

Pero ninguno de los dos había vuelto a hablar del tema porque llegaban tan cansados de caminar y conocer lo que pudieran de la ciudad, así como Joaquín llegaba tenso de las juntas, que apenas lograban dormir un poco para despertarse e iniciar una sesión de besos subidos de tono que acaba con Emilio dentro de Joaquín. 

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now