Regalo de Reyes.

3.2K 316 686
                                    

Joaquín dejó de abrazar a su novio cuando él se levantó a colgar su celular, Emilio volvió a acostarse a su lado, abrazándolo por la espalda y gruñendo a los cinco minutos cuando volvió a sonar el celular.

Joaquín había cumplido 11 semanas de embarazo ese lunes y Diego les había alzado la prohibición de relaciones sexuales, con el bebé ya bien asentado aunque les dijo que debían tener cuidado porque hasta la semana 20 se dejaba de tener la amenaza de aborto más cercana.

Habían decidido que Diego sería su ginecólogo y él los había ido guiando en esas casi tres semanas donde no querían decirle a la familia nada del bebé aún. Había sido difícil mantenerlo escondido de Renata y sus amigos, sobre todo en la cena de Navidad y Año Nuevo, cuando Joaco negó la invitación a cualquier bebida alcohólica, diciendo que tenía unas vitaminas por su desmayo pasado. 

—Voy a bloquear a todos mis hermanos —se quejó Emilio cuando su celular sonó por 3ra vez. 

Joaquín se quejó cuando Emilio se levantó y contestó al fin su celular.

— ¿Qué pasó, Regi? —Emilio asintió mientras escuchaba a su hermana, Joaco se acostó en su espalda para verlo bien y esperó—. Ah, okay. Sí, sí. Yo me encargo entonces. Nos vemos en la tarde. Salúdame a los mocosos.

Volvió a colgar y regresó a acostarse, quedando frente a frente con Joaquín, quien corrió a quedar con su cabeza en el brazo extendido del Alfa, en su hombro.

—Buenos días, beloved —saludó en un murmullo ronco.

—Mm, buenos días, cielo mío.

Emilio se acercó a besarlo y acarició su cintura desnuda, desde la nuca hasta su espalda baja, ganando un gemido y estremecimiento por parte del Omega. 

Cuando Diego les dijo que Joaquín sería más sensible en el embarazo, ambos pensaron que se refería a la comida y olores, pero cuando en la noche llegaron a su casa, con la noticia de que Renata se quedaría a dormir en la casa de Daniela para ver a los niños abrir sus regalos de Reyes, descubrieron que Joaquín no era sensible solo a olores. 

Fue casi como cuando estuvo en Celo, pero más consciente y delicado, ambos con su mente muy alertas de que había un bebé en el cuerpo de Joaquín y debían tener cuidado especial. 

Aunque en la ecografía no se veía más que una masita en forma rara, el vientre de Joaquín ya no era plano por completo, ya se veía una pequeña protuberancia en su vientre cuando se acostaba boca arriba y cuando Emilio pasaba las manos por ahí.

— ¿Quieres desayunar? —le preguntó Emilio mientras Joaquín iba acercándose más a él  escondiendo la cara en su cuello y besándolo.

—Sí —gimió Joaquín. Emilio bajó más su mano, hasta acariciar el trasero del Omega, acercándose a su entrada sensible.

—Pero ya lo hicimos ayer, mi amor.

—No es suficiente —murmuró el Omega, alcanzando al fin los labios de su Alfa e iniciando un beso lento y profundo, gimiendo cuando sus lenguas se tocaron. 

Emilio se metió entre las piernas del Omega, quien solo enganchó una en la cintura ajena, haciendo más fácil la entrada. Joaquín volvió a estremecerse y casi llora, cuando Emilio dejó sus labios para besar su Marca, empezando estocadas lentas pero profundas, para después tirarlo sobre su espalda y arremeter con más fuerza.

Emilio estaba sobre sus antebrazos, sin dejar caer todo su cuerpo sobre Joaco pero sí manteniendo el contacto, moviéndose más fuerte, más duro.

— ¿Así? —susurró Emilio cuando Joaquín le enterró las uñas en sus hombros, jalándolo más a su pecho, y siguió besando su cuello, sus piernas enredadas en la cintura del Alfa.

El Secreto de las FloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora