El Omega de la sonrisa bonita.

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Emilio estaría mintiendo si dijera que no llevaba la semana entera esperando ver entrar o pasar al Omega que le vendió el ramo de "Jódete".

Había estado viendo constantemente hacia la puerta cada que entraba un cliente y dejaba abierta, o cerrado, por más tiempo del necesario la puerta, su corazón latiendo un poco más rápido de lo normal.

También estaba muy al pendiente de la calle y la gente que pasaba. Cuando salía, veía hacia el parque donde lo vio desaparecer, o por las mañanas intentaba pasar por varias entradas del mismo, buscándolo inconscientemente...

Eric se había dado cuenta de esto pero no había dicho nada porque no sabía qué pasaba. Solo veía a su amigo y jefe andar muy al pendiente de la calle y de sus clientes. Era la primera vez en 7 años que Emilio realmente interactuaba con sus clientes y los veía.

Aunque por la forma en que veía hacia la calle casi con un anhelo no muy escondido, Eric creía que buscaba a alguien en específico.

Pero era más fácil sacarle a un Padre los pecados confesados por sus feligreses que saber qué traía y pensaba su amigo.

—Ei, jefe —lo llamó Eric cuando Emilio siguió viendo a la calle, como intentando ver a través de la lluvia torrencial que estaba cayendo a media tarde.

Emilio no dijo nada y Eric torció los labios. Un trueno se escuchó al fondo e hizo estremecer hasta los vidrios, Eric se encogió y respiró hondo, un poco asustado. El Alfa pareció ponerse más alerta pero Eric le lanzó una bolita de papel, atrayendo su atención.

— ¿Qué pasó? —preguntó suavemente Emilio, las cejas enarcadas y toda su atención en el Beta.

Eric sonrió enternecido. Es que Emilio siempre fue así, no parecía para nada un Alfa, era muy distraído y calmado, casi como un Omega. Inclusive también llegó a pensar que tenía un tipo de autismo pero no, Emilio sencillamente no tenía mucha intención ni ganas de entablar alguna relación con los demás humanos.

Emilio vivía por y para sus flores.

—Te estaba diciendo que si cerraremos temprano o...

—Ah... —el Alfa lo pensó un momento pero un trueno volvió a escucharse y ambos hombres hicieron una mueca—. Empecemos a cerrar. Cuando baje un poco la lluvia, nos vamos. No quiero que te mojes, te enfermes y Alex venga a golpearme por no cuidarte.

—Es más probable que él se enferme a que yo lo haga pero te tomaré la palabra.

Alex era de estatura pequeña y relajado pero iba hacia el camino de ser un gran cirujano plástico. Entendía el problema de la gente y por qué quería cambiar cualquier aspecto físico de su cuerpo, y la delicadeza de sus manos le ayudaba muchísimo en sus cirugías.

Empezaron a acomodar y regar las flores y demás plantas mientras la lluvia seguía cayendo, Eric diciéndole de la última vez que Alex se enfermó y aparte le tocó su celo. Emilio estaba entre ligeramente asqueado y divertido por la manera un poco detallada en que Eric comentaba algunas escenas de cómo ayudó a su esposo en su situación.

Emilio empezó a hacer corte de caja mientras Eric terminaba de agendar algunas citas que habían salido de redes sociales y ambos se ponían de acuerdo para el evento del día de mañana. Cuando tenían eventos grandes, los demás Marcos llegaban a ayudarles en la floristería o en el acomodo del evento.

—Mañana es la boda de los Olvera, es la Hacienda Real de Puebla. Es a las 3 pero tenemos que llegar a las 7 de la mañana —le recordó Emilio mientras volvía a contar la caja, anotar y cerrar.

—Ugh, amo ese lugar pero espero mañana no esté tan lodoso por tanta lluvia...

—Pidieron el salón interior, Eric, así que estamos salvados de lodo y pasto. Nos toca puro lugar cerrado con aire acondicionado, al fin.

El Secreto de las FloresWhere stories live. Discover now