Capítulo 20

2.2K 120 1
                                    


De manera simple y despistada, ya me encontraba en la calle. Con mi cartera, celular y llaves en mano. Vestía como habitualmente lo hacían, pantalones de mezclilla, una blusa de un sólo color, morada. Las zapatillas deportivas amortiguaban cada uno de los pesados pasos que daba.

Para ser fin de semana y tratar de relajarme, había muy poca personas por las calles, ¿Ya no salía nadie a dar una pequeña vuelta por la ciudad? Se estaban perdiendo las costumbres.

Al llegar al centro de la ciudad, decidí que era tiempo de comprar un poco de comida para no dejar por completo vacía la alacena. Pero al ver la tienda de comida que estaba a varios locales, cambié rápido de opinión, dejaría para después el comprar los alimentos, por ahora, me mimaría un poco.

En el lugar habían varias familias, mesas rodeadas de amigos y parejas también, compartiendo momentos juntos mientras comían. Me encaminé hasta la fila donde pediría mi comida. Tres personas por delante de mi, no sería para tanto.

La fila avanzó rápido y cuando menos lo esperaba, estaba pidiendo una hamburguesa sencilla, acompañada de una Coca-Cola, agregando papas fritas a la orden y un helado al último. Un buen combo el que obtuve.

Pasé a sentarme en una de las mesas vacías, y vaya que conforme personas iban saliendo, despidiéndose del local, ingresaban más, mostrando su rostro hambriento y deseoso de una hamburguesa.

—Aquí está su orden.

El chico castaño alto, vistiendo pantalones negros, camisa blanca y un delantal negro, dejó la bandeja sobre mi mesa. Lo miré y puedo jugar que su mirada curiosa quería preguntarme algo, porque hasta el momento, no se había ido de allí.

Miré a mis lados, esperando que esto no fuese a pasar a ser algo peor o algo así.

—Mhm, ¿Pasa algo?

El chico se dio cuenta de su actitud, su rostro se enrojeció y no me miró por segundos.

—Me preguntaba si... —Jugó un poco entre sí decirme o no— Es que... ¿Estás de verdad sola aquí?

Fruncí mi entrecejo, apoye mis manos sobre la mesa y miré hacía el chico.

—Sí, ¿Por qué?

—No, no. —Negó— Yo sólo preguntaba porque...

Las palabras quedaron ahí. Se veía avergonzado y claramente nervioso. Me contuve ante todo; ladeé mi rostro.

—La verdad es que no te estoy entendiendo...

Solté sin más.

—A lo que me refiero —Tomó demasiada valentía— ¿Cómo una chica tan linda y adorable puede estar sola por aquí? ¿No te preocupa? —Negué.

Entendía bien a lo que él se refería ahora.

—Sí, bueno. —Sonreí ligeramente— Me importa más no tener a personas cínicas es mi vida. —Dije— Eso es de lo que uno debería de preocuparse mucho. Además, el tiempo a solas con uno mismo es mejor que una salida con montones y montones de amigos. ¿No crees?

Me miraba sin creérselo.

—A veces hay que tomarse tiempo para uno mismo. Aclarar ideas y saber con qué o quiénes te sientes bien. —Sonreí, comiendo una papa frita— ¿Tú no lo ves de esa manera?

Asintió: —Algunas veces. Para muchos es exteaño que piense así... —Sinceró— Mi madre cree que estoy loco o que algo mal llega a pasar por mi mente cuando le hablo sobre algo así.

—Tu madre debería de entender...

—Ojalá alguna vez en su vida entendiera algo de lo que yo digo...

—¡Deja de molestar a los clientes, Garrett!

El chicos se sobresaltó al escuchar el grito detrás de la caja registradora. Muchas de las personas en el lugar voltearon a ver y el chico creo que no se podría encontrar más avergonzado que ahora.

—Bueno, entenderás que mi tonta compañera es una aguafiestas. —Sonrió, le importaba ahora poco que le hayan gritado— Adiós, disfruta tu comida. Cualquier cosa, estaré para servirte.

Se despidió de manera torpe, tropezando con una de las mesas detrás de él cuando giró para irse.

En mi vida solamente había conocido a dos chicos tan tontos. No sabía si era para hacer reír a la otra persona, o porque se les llegaban a cruzar los cables en ese momento o porque simplemente eran así desde siempre.

Dos personas... Una de ellas me rompió el corazón.

Borré de inmediato el recuerdo y los pensamientos malos. Comí tranquilamente de mi hamburguesa, sintiendo una que otra vez la mirada del chico que trabaja ahí. Me llegaba a sonreír o hacer un ligero movimiento de cabeza cuando pasaba cerca de mi meza.

Me parecía algo lindo y tierno, en el sentido más inocente de las palabras.

Ahora que lo pensaba bien. Jamás he tenido un buen amigo hombre... Es decir, estuvo Niall en algún momento, pero aparte de él, lo hubo nadie más. Es tan extraña mi vida.








Mientras andaba por el supermercado, mirando los productos y pensando qué sería lo que más necesitaba en casa. Llevaba lo necesario, echándolo en la canasta que iba colgada a mi brazo.

No evite ni un sólo momento llevar un par de botanas y algo de jugos para mi desayuno.

Además de galletitas. Cuando llegué a caja pronto pagué, siendo con la tarjeta, mi madre siempre se encargaba de pagar las cuentas, siempre trataba de gastar lo menos posible en las cosas que hacían falta —y si es que hacían demasiada falta—, me preocupaba por mi madre. Sabiendo que su trabajo es demasiado pesado y cansado, quería que no se preocupara por las cuentas o las demás cosas que teniamoenpor ocupar.

Siempre quería que estuviera bien.

—Tenga un buen día. Vuelva pronto. —Me despidió la cajera. Le sonreí sin decir nada más.

Cargué las dos bolsas en mis manos, saliendo del lugar sin apresurarme mucho. Las bolsas no estaban tan pesadas como esperé; algo de pasta, un par de verduras, frutas y las cosas que tomé para mi.

A estas horas ya se veía más personas por las calles, algunas apresurándose para llegar a sus destinos y otras, solamente caminando despacio, disfrutando del tiempo.

—¡Hola! —Gritó alguien. Más no giré, porque sabía bien que no había nadie que me saludara a mi.

Seguí caminando.

—¡Tú, chica!

De nuevo gritaron. Parecía ser la voz de la misma persona de antes. Apenas iba a mirar por el rabillo de mi ojo cuando sentí como alguien tocaba mi hombro. Me asusté, soltando un golpe rápido con mi mano y la bolsa del supermercado.

La persona que me tocó, soltó un grito de dolor. Al girar sobre mi propio eje me encontré con un chico en el suelo, quejando del dolor en su abdomen. ¿De verdad le di tan fuerte?

—¡Buen golpe!

Alzó sus manos, mostrando ambos pulgares, su rostro estaba rojo a causa del dolor. Fue ahí cuando lo reconocí.

—Eres tú...

Asintió, inflando sus mejillas y mirándome de verdad adolorido. Las caja de jugos debió de haberle dolido demasiado.

—En el restaurante parecías más tranquila...

Reí a su comentario:

—Lo siento, me tomaste por sopresa.

—Recuérdame no volver a hacerlo.

Sonreí. Terminé por ayudarlo a ponerse de pie y disculparme un par de veces más con él. Con esas palabras, me dejó en claro que seguiríamos viendo, podía darme una oportunidad con él, no me haría nada mal tener una amistad con un chico.

La Nerd Más Hermosa; Horan1Where stories live. Discover now