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〖𝓡𝓮𝓮𝓷𝓬𝓾𝓮𝓷𝓽𝓻𝓸〗

Mis manos temblaban y mi cara se quemaba debido a la timidez. No quería darme la vuelta, él lo notaría. Traté de tranquilizarme.

—Creí que no caerías —Se volvió a mantener un silencio largo—. ¿Te comió la lengua el gato? — preguntó. Me giré y ahí estaba él, recargado en la puerta, encendiendo otro cigarrillo.

—Para nada —sonreí. Vi un grifo, mi salida sería esa—. Vine a llenar esto —Alcé la cubeta e hice un movimiento con mi cabeza dirigido hacia la llave. Me acerqué a ella, le di vuelta con dificultad y de inmediato salió la corriente de agua. No lo miré.

—Mientes —me observó detenidamente.

—¿Ahora me conoces?

—No eres buena en eso —Bajo los dos escalones y se colocó a un lado de mí, permitiéndome oler su fragancia y el cigarrillo encendido.

—No me conoces —dije sin quitarle los ojos de encima. Él estaba distraído con el agua que caía en la cubeta mientras fumaba.

—Como digas —Colocó de nuevo su cigarrillo en su labios y, tres segundos después, dejó salir el humo por su boca—. No seré el único que venga a este lugar ahora. Que decepción —dio media vuelta y comenzó a caminar para recargarse en una pared algo alejada —. Adiós a mi tranquilidad —Lanzó la colilla muy lejos de donde estábamos. Pero qué rápido se terminó ese cigarrillo.

—¡Venga! Que un maldito callejón no es muy tranquilo —Guardé silencio para que se pudiera oír el gran ruido de la ciudad. Me miró y sus ojos se iluminaron, me paralice.

—Si por mí fuera no estaría en este lugar —Su tono de voz era tranquilo y algo desanimado. Su cabeza se inclinó hacia atrás para recargarla en la pared. Eso me hizo estar más inquieta.

—Pues por allá está la puerta —Si quería salir de esa ilesa, tenía que disimular mi nerviosismo.

Esas palabras hicieron que se enderezará, me mirará y frunciera el ceño. Comenzó a caminar hacia mí, cada paso que daba hacía que mi respiración se detuviera. Su mirada era penetrante y me hacía perder el equilibrio.

Se detuvo frente a mí, se acercó a mi oído y susurró "No seré el primero en irme. ¿Quieres apostar?". Se me erizó la piel. Podía percibir el olor que desprendía su cuello, estaba sin decir palabra alguna. El agua comenzó a desbordarse sobre la cubeta, se oía el golpe del líquido contra el suelo, por lo que él se alejó. Rápido fui a girar la llave para cerrarla.

—Creo que seré yo —El plan de "disimular" se había ido por la borda—. Ten-tengo que irme.

Tomé la cubeta al tope de agua, se derramó parte de ella al hacer cualquier movimiento. Sentía su mirada. Podía oír todos los sonidos de nuestro alrededor; incluso mi respiración. Tenía ganas de decirle "tengo algo en la cara", pero no podía decirle eso al hijo de mi modelo a seguir.

Abrí la puerta, entré con la cubeta y la cerré tras de mí; no volví a mirar atrás. No sabía qué pensar al respecto. Avance con el balde y estaba pesado, hacía algunas paradas para descansar. Ya estaba por llegar al salón y Jean salió a ayudarme.

—Veinte minutos para ir a llenar la cubeta —se burló Isabel.

—Hubo algunas complicaciones —reí nerviosa cuando entraba.

—No importa, ya está aquí —Jean habló metiendo el trapo a la cubeta, lo saco sin exprimirlo y limpio el piano.

—¡No, Jean! Así no se limpia —mencioné acercándome a él—. ¡El piano es de madera! Si le echas mucha agua se va deteriorar —Agarré un trapo seco y lo pasé por el instrumento. Jean fue el primero en reírse, después se escucharon las carcajadas de las chicas— ¿Qué? —pregunté confusa.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora