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〖 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸 𝓭𝓮 𝓷𝓪𝓭𝓲𝓮 〗

Trato de mantenerme firme caminado por el pasillo. Comienzo a jugar con el anillo en mi dedo, dandole vueltas.

—¿___, estas bien? —Es Jean. Corro hacia él y lo abrazo, no quiero soltarlo—. Si aceptas ir a Francia y decidir que no nos casaremos —toma una pausa, pienso que no continuará—... Estoy dispuesto a dejarte ir si es lo que en verdad quieres.

—Vámonos a Francia —logro decir observando su silueta nublada—. T-tú puedes conseguir trabajo... —comienzo a sollozar volviendo a su pecho, ocultándome. Busco palabras para agregar y hacer que vaya conmigo, segando mi raciocinio y dejando el sentir.

—No me veo viviendo en Francia —mis rodillas comienzan a fallarme—, pero tú...

—No sigas... —suplico. Percibo la calidez que desprende su cuerpo. Mis lagrimas se impregnan en su playera.

—Quiero ir a Francia —Las palabras golpean mis labios, queriendo salir. Suspiro y me enderezo, veo ligeras lineas rojas en sus ojos y sus pestañas se encuentran húmedas—. Quiero ver hasta dónde puedo llegar —trago saliva tratando de alivianar el ardor en mi garganta. Pero es inútil—. Haré que valga la pena, te lo prometo.

—Confío en ti —sé que Jean me ama por completo. Las lagrimas siguen corriendo por mis mejillas—. Realmente no quería ver los problemas que teníamos cuando estabas planeado tu viaje, fingía que no pasaba nada y creo que tú estabas tan entretenida en ello que no lo notabas.

—Lo lamento, Jean —vuelvo a abrazarlo—. Yo sé más que nadie que quieres tener una familia, hijos, todo eso... yo aún no estoy lista.

—Siempre pensé que serías tú con quién cumpliría todo eso y más. Hay algo más esperándonos en el camino. Sé que serás muy feliz —sus manos acarician mi espalda.

—Sé que encontraras a alguien en el momento indicado para cumplirlo —siento que el aire a mí al rededor no es suficiente. Cierro los ojos. Los recuerdos son hermosos, pero el ahora los hace arder en mi pecho.

—Serás muy exitosa. Tienes todo para serlo.

Comienzo a limpiar mi rostro. Añade que deberíamos irnos. Antes de marcharnos voy al baño a sonarme la nariz, no tengo la fuerza para verlo al rostro y saber cómo esta él con esto. Voy cabizbaja de nuevo a su lado.

Miro nuestro pasos, interponiéndose unos con los otros, pensando en qué camino seguir. Él sigue tomando mi mano, guiándome. Reconozco el vecindario y sé que hemos llegado a mi departamento. Entramos ambos y no me molesto en gritarle a Hitch para ver si se encuentra en su habitación.

Me ayuda a acostarme y me cobija. El reguero de Hitch y mío del día de ayer aún sigue en el cuarto, al igual que mis maletas y bolsas de viaje. Mi mirada se enfoca en la ventana, en el cielo pintado de un azul sin más adornos de por medio.

Mi almohada absorbe las pocas gotas de agua que la tocan, siento sus manos rodeándome. Esta acostado a atrás de mí. Es tan silencioso.

El naranja ahora es el protagonista de lo que se logra ver en la ventana. Mis ojos y nariz están irritados, trato del dormir. Él sigue aquí, conmigo.

No siento su peso al lado mío y abro mis párpados, me encuentro con la oscuridad. Echo un vistazo a la hora en mi teléfono, son casi tres de la mañana. Jean sigue en la cama.  

Voy por algo de comer a la cocina. Me visto para volverme a acostar y dormir. Me siento a la orilla de la cama, todo parecer volverse más frío. Toco el anillo aún puesto en su lugar, lo deslizo tratando de sacarlo de mi dedo, lo coloco en mi mesita de noche y me meto de nuevo a las cobijas. Siento mis ojos hinchados.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Where stories live. Discover now