▫53▫

318 40 18
                                    


〖𝓔𝓷𝓰𝓪𝓷̃𝓸〗

El callejón estaba algo oscuro, a pesar de que era un poco más de medio día. Baje los escalones para ir directo a él, pero el canto de Vangh me detuvo.

Lo observe volar de un lado a otro y una sonrisa apareció en mi rostro. Me acerque y comencé a tocarlo con uno de mis dedos.

—Ya puede ser libre —mis manos temblaron.

Sabía que era el momento de dejarlo ir. Mi corazón se hizo pequeño, de alguna forma no quería jalar de la diminuta palanca.

—Una promesa —un suspiro toco mis labios. Tomé la jaula y me acerque a Levi— ¿Quieres hacerlo tú?

Coloque la jaula sobre el suelo con una curva en mis labios de nerviosismo.

—No —contestó firme.

—Está bien. Lo haré yo —apoyé mis rodilla en el piso para estar al nivel de la jaula.

Quería adelantar el tiempo.

—No soy buena con las despedidas —hablé dudando mirando por última vez los ojos pequeños del ave.

—Solo hazlo —un segundo suspiro paso por mi boca. Jale de la palanca y tomé a Vangh con mi mano tratando de no lastimarlo.

Recordé la primera vez que sus plumas estaban sobre mi palma. Cerré los ojos y sin pensarlo abrí mi mano. Con mis ojos entrecerrados lo vi pasar por algunos edificios para desaparecer.

—Gracias por ayudarlo —el ave no podía hablar, pero sabía que él estaba feliz por el apoyo. Con un movimiento de cabeza Levi aceptó—. Hace un tiempo que no te veo por acá. ¿Ocurre algo?

Mis manos estaban cubiertas por las bolsas de mi sudadera y el sonido de mis uñas no tardo en escucharse un poco.

—Iré a Francia —sus palabras eran muy directas y con la misma tonalidad.

—Supongo que regresarás. ¿Qué piensas...

—No lo haré —me sorprendía la rigidez con la que se mantenía.

"Oh" pude decir antes de oírlo continuar.

— He rentado un departamento co... —solté un chasquido anticipándome a donde se dirigían las palabras. Aquella platica en el restaurante cobraba sentido. No pude creerlo.

—¿La quieres? —miré el cielo azul despejado, podía perderme en él.

El abismo se comparo con el momento; lejano y sin fin. Quería oírlo de él, solo así dejaría de perjudicarme.

"Sí".

Cómo una palabra tan diminuta provocaba un sentimiento inmenso en aquel momento, mis rodillas se debilitaron y mis dedos dejaron de chocarse entre sí. Saqué una de mis manos del bolsillo para pasar mi cabello detrás de mi oreja. El viento me hizo sentir el rostro húmedo.

—¿Y nosotros? —traté de pronunciar más firme cada letra y fue cuando cometí un error.

"Quédate" fue la segunda y la última vez que alguien más lo oyó de mí esa palabra. Ni el mismísimo Reiner la había escuchado. Eso me hacía ver que el querer que tenía hacía Levi era algo más, aunque ahora me doy cuenta de que fue egoísta.

No podía hacer que se quedara conmigo, que fuéramos dos tontos bailando juntos, porqué era débil.

¿Hice algo mal?

—No hubo un nosotros —no sabía si mi mente había suavizado sus palabras.

Un engaño, haciéndome creer que no quería decirlo. Deseaba intuir que él también sentía lo que yo, pero lo miré y no vi nada en su rostro. Me ahogaba.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora