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「2/6」

〖𝓛𝓮𝓼𝓲𝓸́𝓷〗

Narrador Omnisciente

La bailarina principal ocupaba el asiento del copiloto (en el coche de su mejor amigo) mientras respondía el mensaje de, en ese entonces, su prometido. El reloj marcaba las nueve menos veinte.

—El piano que solía tocar en la academia cuando era niño, lo he mandado a arreglar —no retiró la vista del exterior y ella lo miró.

—¿A poco aún sigue ahí? —fingió asombro.

—No me digas que no lo sabías.

—Ni siquiera sé dónde está —negó y siguió en lo suyo. Él no respondió—. ¿Pero me dejarías apoyarte para arreglarlo?

Hubo silencio total y él autorizó su propuesta. Juntos se dirigían al restaurante donde su tío frecuentaba y esa vez, era una ocasión especial para Hange y Moblit.

Al llegar entraron y subieron a la terraza del restaurante, había pocos amigos de ambos, algo muy privado. Estaba decorado con luces cálidas alrededor, algunos árboles en macetas con detalles en ellas y dos largas mesas, con manteles blancos, donde se ofrecían bocadillos.

Erwin se encontraba con Levi al fondo mirando a los casi recién comprometidos. Las amigas cercanas a la futura novia halagaban la sortija de oro en uno de sus dedos que Moblit pasó meses buscando.

—El compromiso es algo que pensé que sólo contraerían ustedes... no yo —reveló Smith. Sostenía una copa de vino en sus manos.

—Debes seguir adelante —respondió el pelinegro mirando fijamente a su amiga.

—Yo lo hago...Tú no.

—La caja con el anillo dice que no soy el único —objetó.

Las palabras hicieron que el señor Smith se quedará en silencio y no comentará nada más.

Moblit se acercó a su prometida para robarle un beso, todos aplaudieron en el lugar y Levi se preguntó cómo se sentirían los bordes de los labios de otra persona contra los suyos.

Quitó de sus pensamientos esa cuestión y observó a Erwin.

—Iré a ensayar. Despídeme de Hange, luego les daré su regalo de compromiso —dio la media vuelta y se encaminó a la salida para dirigirse a la academia y descargar sus irás en el teclado.

—Levi, pero la fiesta ni lleva vein...—avisó para impedir su ida—. Está bien —tomó del vino.

Miró el reloj y supo que no tardaría en llegar su prometida: Marie. Se cuestionó si el cariño que le llegaba a tener era suficiente para haberle pedido matrimonio.

[...]

—Per-perdón —reí nerviosa. Pero un balde de agua fría me hizo regresar a la realidad—. Maldita sea Levi, lo siento —me soltó la mano. Dijo algo en francés que no entendí. Tomó asiento y volví a hablar—. Lo lamento de verdad. Levi, no pensé que fueras tú. Si hubiera traído el gas pimienta te...

—¿Gas pimienta? Estás loca —guardó los lentes en su caja que llevaba para ellos.

Iba con un abrigo café oscuro desabrochado, podía ver el suéter de cuello de un color más claro. Y sus pantalones de un café opaco.

—Pensé que eras un asesino —subí los hombros y sonreí tímida. Esta vez no contestó— ¿Qué haces por aquí?

Chasqueó la lengua y respondió: "No es de tu incumbencia".

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Where stories live. Discover now