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〖𝓔𝓵 𝓼𝓪𝓫𝓸𝓻 𝓭𝓮 𝓽𝓾𝓼 𝓵𝓪𝓫𝓲𝓸𝓼 〗

Me encontraba en el callejón, era la tarde-noche. Había terminado de limpiar la jaula de Vangh y de darle de comer. Estaba dispuesta a irme mientras tomaba un poco de té helado que compre al salir de mi clase. El sonido de la puerta rechinar me hizo mirar quien era.

El señor de intendencia. Estaba decepcionada. Me despedí de Vangh y entré al edificio. Caminé a la salida y pase por el salón, estaba abierto. Entré y levanté mi vista. Estaba la persona que tanto había esperado. Me miró y sin querer se me escapó una sonrisa.

—Pensé que no vendrías —habló con su tono serio y retirando su vista de mí.

—Es el último día antes de los resultados —al decirlo mi corazón se aceleró y mis manos comenzaron a transpirar—. Quiero descansar el día de hoy. No pensaba venir.

—¿Te gusta esa bebida? —observé que analizaba de nuevo el piano.

—¿Qué?¿Está? —alcé un poco el té helado—. No sabe mal —la miré.

—Toma un sabor diferente así, tiene menta. Lo prefiero caliente —respondió sentándose y me acerqué. Tomé asiento a un lado de él, casi se tocaban nuestros muslos.

—Tampoco sabe mal—respondí dejando todas mis cosas en el piso.

—Prometí que te mostraría un poco la composición —comentó.

Afirmé y comenzó a mover sus dedos por el teclado. Miraba el recorrido que hacían más de cerca, parecía que acariciaba cada tecla con la yema de cada uno. Me sorprendió como el conjunto de todo podía formar una canción con carácter. No tocó mucho, pero lo que había hecho me encantó.

—Es bastante energética —respondí cuando presionó la última tecla.

—Erwin me pidió que fuera así, fue muy claro en los acordes que quería. Lo entiendo por la historia.

—Ahora estoy más ansiosa por conocer de qué va el ballet, después de esto confirma mi teoría —Sonreí—. Quiero escuchar todas las canciones creadas por ti, seguro son tan buenas como este pedazo —Lo noté pensativo después de decir eso. Quería que me enseñara algo de lo que sabe—. Levi, enséñame a tocar la melodía del otro día, Clair de Lune.

Me observó, pensé que se negaría.

—Tocarás de ese lado —habló mirando las teclas que estaban frente a mí.

Me pareció una buena idea y estaba emocionada por aprender. Me explicó los pasos y contaba los tiempos en los que presionaría cada tecla. Pensé que me lo diría de una forma muy difícil, nombrando las notas, pero creo que entendía que no sabía nada de ello, por lo que comentó "aprende mis movimientos".

Analizaba como sus nudillos hacían que sus dedos bajaran o subieran, lo hacía de forma lenta para que pudiera captar bien. Replicaba sus acciones en el banco, simulando estar pulsando las teclas. Se detuvo y volvió a repetir otras dos veces. No había mucha separación entre ellas, lo intenté y me dijo que faltaba parte de la canción, pero quería que me aprendiera bien esos acordes.

Al tocar juntos me mantenía concentrada en no arruinarla, no salió a la perfección, pero teníamos algo. Nos miramos al finalizar.

—Memorizas rápido —añadió. Sus ojos en mí me hacían poner inquieta.

—Es resultado de mirar tantas coreografías y aprenderlas con sólo eso, creo —reí nerviosa—. Sigue tocando. No pares.

Me levanté y me coloque en posición para mostrarle en lo que había trabajado. Al sonar de nuevo el inicio comencé a bailar con movimientos suaves. Me sentía segura al dar cada paso mientras miraba su reflejo, sentía mi corazón palpitar, como si hubiera danzado por horas. Juraba que pude sentir los roces de una lágrima en cada nota y al mirarlo. Me movía acorde a la canción que tanto había escuchado esos días. Pare mis pasos.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora