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〖 𝓐 𝓽𝓻𝓪𝓿𝓮́𝓼 𝓭𝓮 𝓽𝓾𝓼 𝓸𝓳𝓸𝓼〗

La mañana siguiente me di un baño de agua fría temprano. Hitch aún no se levantaba de la cama. Me puse ropa cómoda y acomode mi cabello en una media coleta. Observe el recorrido del agua sobre el lavabo, pensando en que todo eso del descanso no serviría.

Alguien tocó la puerta.

—¿Sí? —el golpe del agua contra la porcelana dejo de escucharse.

—¡Hey, ___! Tengo práctica a las doce, ¿vienes? —miré el reloj de mi teléfono, además de la hora me percate de los mensajes de Historia y Jean.

—Sí —afirmé dándole los últimos arreglos a mi cabello.

Abrí la puerta y Hich ya estaba lista para irse. Comentó que tenía que ir a su casa por sus cosas para patinar, accedí a acompañarla. Le dije a mi mamá que volvería temprano.

Fui a sacar mi bicicleta algo empolvada del garaje. La limpie y me subí a ella para llevarla frente a la casa. Hitch estaba esperándome con la suya.

—Pensaba que ya estaba oxidada —rió.

—Fueron tres meses, Hitch —ella subió a la bicicleta y comenzamos a pedalear juntas.

—¿Cómo está Marlo? —pregunté.

—Es una bola de estrés ahorita —trataba de ir a su ritmo—, pero bien.

—Sí, entiendo, derecho es algo que también me estresaría —observaba las hojas de los árboles que cayeron en algún momento de la mañana.

Llegamos a su casa y saco sus llaves. Entramos.

—¡¡¡Ya lleguee!!! —me dio un susto al escucharla— ¿Hola? —nadie respondió—. Bien, creo que ya se han ido al trabajo.

Cerré la puerta detrás de mí. Subimos a su habitación que era más grande que el cuadrante de la cámara en la videollamada. Mire su medalla que había ganado, junto a una foto del podio con las demás competidoras, la había puesto en su colección de trofeos.

Termino de buscar sus protectores de cuchillas y salimos.

En su entrenamiento practicaba triples Axel's que ya los había perfeccionado. Tomé mi teléfono y me dedique a responder mensajes. Me llego la curiosidad por ir a ver a Ilse.

Una hora más tarde le comenté a Hitch que volvería cuando ya saliera de entrenar. Me subí a mi bicicleta y fui directo a mi academia.

Estaba abierta y la recepcionista me saludo.

—¡Hola, ____! Qué alegría verte acá —su sonrisa me hizo ver las arrugas a un lado de sus ojos.

—Holaa, vengo a ver a Ilse, ¿estará?

—Esta en clase, pero pasa y toma asiento. Estás en tu casa —le agradecí.

Fui al área de espera donde madres estaban esperando a sus hijas.

Miré por el vidrio para ver a mi maestra enseñando ballet. Recordé cuando tenía la edad de las pequeñas que estaban dentro.

Me acomodé en el sillón lila y tomé una revista. No tarde en notar que algunas madres me miraban y hablaban entre sí. Seguí concentrada en las rebajas de los leotardos, "quizás un guinda me asentaría bien" pensé.

Pasaron unos minutos e Ilse abrió la puerta de vidrio. Las madres sonrieron a sus hijas preguntando como les había ido durante la clase. Mi maestra me vio y pude notar su sorpresa en sus ojos, le sonreí.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Where stories live. Discover now