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〖 𝓘𝓷𝓿𝓲𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷 〗

El papel pegado a una pizarra, que anunciaba el desalojo del edificio G, era algo agobiante. No sabía si sería la única que se quedaría.

Supuse que no, pues no me hubieran dejado estar ahí sola en vacaciones. Un día anterior iniciaron para mí. Zeke comentó que podíamos irnos quienes no se presentaban en el primer acto.

Era viernes y esperaba la hora de ir al trabajo, mientras miraba a Historia terminar de empacar.

—Creo que voy a renunciar —comenté acostada boca abajo y oí a mi amiga reír.

—No llevas una semana —contestó—, además hoy dijiste que era tu día de paga ¿no?

De inmediato me levanté.

—Sí —sonreí.

—¿Qué harás con tu primer sueldo?—preguntó cerrando la maleta.

—Probablemente comprarme algo, no sé —Claro que sabía que haría con él, solo que si le comentaba me molestaría. No estaba para sonrojarme.

—Espero y se gaste de buena manera —le regrese su libro que termine esa semana. Recuerdo que discutimos, la noche anterior, sobre la persona responsable del asesinato. No lo miraba venir.

—Suerte en tu viaje —vi como metió su último libro a una bolsa—. Mereces ir.

—Te llevaría en mi maleta si pudiera. Te mandaré fotos —miró su teléfono.

—Desearía cambiar de lugar —me cobije con una manta que tenía— ha comenzado a hacer frío y no me agrada.

—Oí que nevara —comentó ella.

—¿Qué? Ay, no —respondí quejándome—tendré que comprar un abrigo.

—Tengo que irme, mi hermana está abajo —dijo emocionada—. No hagas cosas tontas mientras no estoy.

—No lo haré...

—¿Irás a ver el Cascanueces el domingo?

—Es triste —suspiré—. No iré —negué con la cabeza.

Había escuchado que los niños, que se iban a presentar, ensayaron toda esa semana en el teatro.

—Cualquier cosa me avisas. Te veo en tres semanas —comentó para salir con sus maletas.

La acompañé y vi a su hermana. Me saludó y me agradeció por haber cuidado a su hermana menor.

La extrañaría, esa última semana la pasamos desvelándonos mirando películas o platicando de su avance con Colt e Ymir. Dos despedidas en una semana era mucho para mí.

Subí a la habitación por mis cosas para ir al salón a practicar. No tenía otra cosa que hacer y lo necesitaba. Antes fui a ver a Vangh, lo acaricie un poco y estuve un rato con él hablándole.

Entré al salón y miré el piano intacto. Lo extrañaba.

Me senté en el banco recordando estar al lado de él. Decidí repasar los acordes de Clare de Lune que él me había enseñado.

Me llegué a preguntar si lo que Hitch decía era verdad: ser sincera con mis sentimientos, o cristalizarlos y tirarlos por la borda.

"¿Qué tengo que hacer? ¿Por qué me preocupo por algo tan simple?" me pregunté.

Mire de reojo a una persona en la puerta. Era Hange.

—Supuse que estarías aquí —comentó. Ella me sonrió y se acercó a mí—. Ahora tocas el piano, eh —añadió y le di espacio para que tomará asiento.

océan parfait | Levi Ackerman [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora