[4] Ajuste de cuentas

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[4]
Ajuste de cuentas

Draco contempló los pergaminos que tenía enfrente. Rebuscó un poco más hasta dar con lo que buscaba. Un cuadro con detalles del último objeto encontrado. Tenía que ponerlo en su informe. Añadir todos los detalles y entregarle a Potter para que lo colocará junto con el objeto, que era guardado por Merlin sabe dónde. Él no tenía autorización para entrar en esa área, no fuera cosa que robara lo que había ayudado a encontrar.

— Draco, ya estás acá. — dijo Potter asomando la cabeza en su cubículo. — que temprano.

Draco asintió con la cabeza. Potter era el único que lo llamaba por el nombre, mismo cuando él aún solía referirse al chico que sobrevivió por su apellido.

— Tenía cosas pendientes. — mintió. En realidad estaba deseoso de dejar la mansión. Estar con su madre no era una carga, pero a veces podía resultar agotador, y centrarse en la burocracia del Ministerio podía ser su única válvula de escape.

— Entiendo. — devolvió el mago, pero Draco sabía que él no le creía. Draco solía ser el primero que llegaba y el último que se iba. Estaba más al día con los pergaminos que nadie. — Te venía a buscar para ir a una escena. El del collar de esmeraldas. Creo que lo tenemos.

— Bien — estuvo de acuerdo y se puso en pie. Dejó los pergaminos, pero no sin antes darle una ordenada sobre su mesa. Sostuvo su gabardina y se la colocó sobre los hombros. — ¿A dónde vamos? — cuestionó, saliendo del lugar y alcanzado a Potter.

— es un almacén abandonado, muggle. — dijo el brujo como respuesta, y Draco podía sentir la emoción en su tono. Potter amaba salir de caza, claro, cómo no era sobre él que recaía toda la magia oscura del lugar. Estaba seguro que si estuviera en su lugar lo detestaría. Pero nunca hablaban al respecto.

Aparecieron junto a un gran portón grafiteado con muchos colores y diseños que Draco no logró reconocer. A sus espaldas, un tráfico casi nulo les dio la bienvenida.

En cuanto dieron un par de pasos otro bip de aparición les indicó que alguien más había llegado.

Hermione y Pansy aparecieron y siguieron charlando con lo que sea que las tuviera entretenidas antes de desaparecer.

— Han llegado justo a tiempo. — espetó Potter sonriendo. — ¿Qué les pasa a todos? Es lunes.

— Se llama puntualidad. — exclamó Pansy mientras se acercaba a él para abrazarlo. Draco se percató entonces que estaba más cerca de Hermione de lo que deseaba, así que comenzó a eliminar la distancia que lo separaba de los portones. Tanteó los mismo para descubrir que estaban trancados.

Extendió su varita y con un hechizo no verbal los abrió. Los viejos portones de metales rugieron mientras él los empujaba. Una vez abiertos, limpió sus guantes con un movimiento de su varita, a modo de que estuvieran tan limpios como siempre.

—¿Puedes sentir magia negra? — cuestionó Potter adentrándose en el lugar.

— No. — devolvió el rubio, siguiendo los pasos del morocho y mirando de reojo a su amiga. Estaba esperando sus comentarios, sabía que vendrían.

Avanzaron un par de pasos hasta estar por completo dentro de un galpón abandonado. Era un lugar en que en su tiempo de esplendor parecía ser el depósito de vagones de carga. Ahora acumulaba de estos por doquier, más herramientas, hierros herrumbrados y viejos, además de mucha suciedad.

— ¿Quién podría traer nuestro collar de esmeraldas a este lugar? — se quejó Pansy mientras se hacía a un lado para no pisar la basura que había acumulada en el suelo.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora