[36] Corre

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Corre 


Las horas se hicieron eternas. Hermione continuaba en la silla, su boca sellada, sus pensamientos atormentando. Draco estaba de nuevo colgando desde el techo. Su hombro izquierdo se veía realmente mal, la bruja no tenía duda de que se iba a descolocar si no lo sacaban en breve, pero ninguno de los presentes parecían tener planeado hacer nada.

Era menos ahora, el que aparentemente tenía bajo imperio a Penélope se había marchado con ella, para llevarla al Ministerio y seguir sabiendo información de Harry. La idea era aterradora.

Hermione se removió incómoda en la silla, y dejó que su mirada vagara por el lugar. La bañera había sido abandonada ahora y la hoguera estaba bastante grande. El que parecía ser el líder estaba enfrentado a una libreta que tenía ante sus ojos, prestando mucha atención. Los otros dos jugaban un juego de mesa mientras gruñían sobre algo.

La amarga espera hacía todo peor. Por experiencia sabía que no podía venir nada mejor de todo lo que ya habían pasado, y sabía que el hecho de tener a Draco colgado de ese modo ya era en si mismo una tortura. Sus heridas seguían sangrando, estaba tablado en su lugar, de sus pies colgaban cemento en tonelada que elevaban su peso y hacían que el dolor de sus muñecas y de sus hombros fuera aún peor.

Pero Draco seguía rehusando su mirada. Estaba encarando el suelo, como si este pudiera darles respuestas. Hermione, en cambio, miraba a su alrededor o a las ventanas, como si esperase que alguien apareciera. También estaba temblando, pero no era de frío, sino de puro nervio y desespero. Tenía que buscar alguna forma de romper la barrera mágica. Había algunos hechizos que podrían funcionar, pero no tenía tiempo para probar suerte y ver si había funcionado; además que sin su varita no era capaz de hacer algo tan elaborado como romper hechizo que podrían estar hechos de muchas formas.

Un roce suave la distrajo, y bajó la mirada para encontrarse con que las cuerdas que presionaban sus manos se estaban aflojando, muy suavemente y casi de modo imperceptible, pero la presión era menos. Si intentaba, podía mover su mano.

Sin poder creerlo, levantó la mirada de golpe, para encontrarse con los ojos de Draco. El rubio le sostuvo la mirada de está vez, y se veía realmente exhausto.

Corre.

No fue más que una palabra sin sonidos. Ella lo leyó en sus labios y supo lo que él pretendía, para enseguida negar con la cabeza, tan despacio que no estaba segura de sí Draco lo percibió, pero entonces sus labios repitieron de nuevo el mismo movimiento.

Corre.

No lo iba a hacer. No había oportunidad de que lo hiciera. No lo iba a dejar sabiendo cuál muy probablemente fuera su destino en manos de esos vengadores.

Con un movimiento sutil Hermione se dio cuenta que las cuerdas en sus tobillos estaban mucho más flojas que antes. Supo que con solo mover sus pies estás se soltarían, así como las de sus manos en breve. Draco estaba trabajando en eso, podía verlo en su rostro, en su expresión arrugada y en el sudor que se acumulan en su frente. Solo entonces se dio cuenta que todo aquel tiempo en que pensó que Draco había estado mirando el suelo, él en realidad estaba haciendo magia, moviendo lenta y sutilmente las cuerdas de sus tobillos para poder liberarla, y ahora hacía lo mismo con las cuerdas de sus manos, todo con la esperanza y la orden de que ella huyera.

El pecho de Draco se infló, sus ojos se cerraron por unos segundos y volvieron a abrirse para centrar su mirada gris en las manos de Hermione. Estaba exhausto, había sido torturado, apuñalado y aún así estaba usando magia sin varita para liberarla. Cuando terminara estaría tan casado que no tendría como ofrecer la mínima resistencia. Harían con él lo que quisieran y no encontrarán nada de oposición. No podía dejar que eso pasará. No iba a abandonar ese lugar sin Draco.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें