[18] Breve historia del tiempo

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Breve historia del tiempo


Hermione se apareció frente a los grandes portones que daban entrada a la gran mansión. Estaban cerrados, y reprimió un escalofrío al recordar la vez que había estado en ese lugar contra su voluntad. No eran precisamente recuerdos felices. 

Solo esperaba que Draco tuviera la delicadeza de no llevarla por aquel salón que aún persistía con tanta claridad en su mente. Amplias paredes libres de decoración, una alfombra roja y enorme que cubría el suelo de madera. La chimenea más grande que había visto jamás. Lucius y Narcissa, parados como dos anfitriones ajenos a lo que sucedía en el suelo de su morada; Draco, rehusando mirarla como si con eso pudiera hacer de cuenta que nada sucedía, pese a sus gritos, y Bellatrix, furiosa y loca, deseosa de sangre y dolor..

— ¿Granger? — la voz de Draco interrumpió sus pensamientos y la hizo volver a la realidad de golpe.

El rubio estaba del otro lado de los portones, con una ala de este abierta para dejarla pasar, mirando intrigado.

— ¿Vienes? — cuestionó erigiendo una ceja.

— Pensé que habría barrera — comentó ella, comenzando a seguirlo dentro. Ya había estado ahí con Pansy, y resultó que el lugar estaba tan lúgubre como ese día. Había hierba mala por todos lados, las flores muertas eran lo único que adornaban el lugar. La vegetación crecía sin cuidado, desprolija e imparable.

— Me gusta lo que hiciste con la decoración, muy atemporal — bromeó, pero él no pareció captar la broma, o estaba sin sentido del humor. Cosa que Hermione dudaba realmente que él tuviera. Jamás lo había visto sonreír desde que se volvieron a encontrar, y casi de modo inconsciente se preguntó en qué momento Draco Malfoy había dejado de sonreír, ya que recordaba en el colegio verlo hacer chistes y estar sonriendo a menudo, pero eso era antes, se recordó, antes de su último año.

Él siguió caminando dentro, guiándola hacia la mansión, ignorando su comentario, o su presencia. Hermione no estaba muy segura de qué precisamente, pero parecía como si su anfitrión no estuviera muy convencido de tenerla en su casa.

Entraron en el mismo hall que les había dado la bienvenida cuando vino con Pansy, y estaba tan igual que ese día. Carente de muebles, de vida. Vacío, desolado. Más una vez Hermione no pudo evitar mirar a su alrededor, sin nada que lo ocupara parecía aún más grande y terriblemente solitario.

— ¡Hermione! — La voz particular de Astoria la sacó de su análisis. La rubia impecable se acercaba a ella y antes de que la bruja pudiera detectarlo, la Slytherin la envolvió en una cálido abrazo. No estaba segura de que los slytherin fueran tan efectivos como ella. — Que bueno verte. — saludo con entusiasmo que parecía muy real.

— Astoria... — Draco llamó su atención en un tono bajo, que dejaba más que claro su reticencia con respecto a su emoción.

— Solo la estoy saludando. Te conozco bien, sé que tu bienvenida fue todo menos calurosa. Bienvenida a la mansión de nuevo. Quizá puedas ver a Narcissa, le gustaría un poco de visita...

— No. — Draco la interrupción antes de que Hermione pudiera procesar la curiosa invitación de la rubia.

— Está muy tranquila hoy, Draco. — contraatacó ella, como si tener discusiones de este tipo fuera algo habitual con el dueño de la casa. — No hará nada.

— Seguro que Hermione no quiere perder su tiempo con mí madre. — espetó, y el pecho de Hermione se hundió con el tono que usó. Fue lastimoso, como si esperase su desprecio por sobredado.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora