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Draco estaba caminando de lado a lado, mientras Harry y Hermione permanecían cómodamente sentados en los sofás de la sala de reuniones de San Mungo. Pero, además de ellos, no había más nadie.

— Merlín, ¿Cómo es que tardan tanto? — se quejó Draco, irguiendo el rostro hacia la puerta, cómo si está le fuera a dar respuestas.

En realidad no le molestaba tanto el hecho de que estuvieran demorando, sino la cada vez más fría verdad de que estaba por perder la mansión. El lugar donde había crecido y que había sido propiedad de los Malfoy por más tiempo de los que él podía imaginar. La demora del director de San Mungo y de sus testigos solo le estaba dando pie a que pensara si eso era realmente una buena idea.

— Deben de estar... — Hermione comenzó a hablar, más que nada para tranquilizarlo, cuando fue interrumpida por el sonido de la puerta al abrirse. El director del hospital entró al lugar, seguido por dos testigos y el encargado del Ministerio de hacer el trámite.

— Lamento la tardanza — se disculpó el mago — Estamos contraatacando una maldición que nos tenía bastante ocupados. — explicó y Hermione pudo notar el cansancio en su expresión.

— Bien — dijo Draco con cierta brusquedad, para luego aligerar su tono — Espero que todo resultará bien — comentó, tratando de ser cortés, y seguir sus modales. Narcissa siempre decía que debía ser educado, sin importar la situación. Para su alivio el mago asintió, complacido.

— Perfectamente, señor Malfoy. — corroboró el hombre, manteniendo el mismo tono neutral — ¿Esos son sus testigos? — preguntó, mirando a Hermione y a Harry.

— Así es — devolvió el rubio, preguntándose si no habría sido una mala idea llevar a dos de los tres chicos de oro.

— Estupendo — comentó el director, con una sonrisa encantadora — ¿Podemos comenzar con la ceremonia?

Draco suspiró, pero dio un paso hacía adelante, después de todo, decir que no ahora sería extremadamente indelicado, además de que no había opciones.

— Comencemos, entonces — afirmó, sin perder la mirada que Hermione le dedicó. De todos modos, trato de ignorarla y seguir adelante.

— Un gusto a todos — el mago que hasta el momento había permanecido más alejado, sosteniendo un grueso libro de cuero negro contra su pecho, se hizo al frente — Soy Josefine Delvella, y me encargare de hacer el proceso de cambio de dueños de Malfoy Manor. — El hombre le dio una mirada a todos los presentes antes de continuar — ¿Es de entera voluntad, sin cohesión, obligación de cualquier tipo, que los implicados van a hacer el acuerdo de cambio de dueño de la propiedad Malfoy?

— Así es — dijo Robert, el director de San Mungo, con energía y voluntad que Draco no podía igualar, pero en su lugar asintió con la cabeza para luego recordar que necesitaba expresarlo en palabras.

— De entera voluntad — dijo, las palabras saliendo más bruscas de lo que pretendía, pero no se molestó en acomodar su tono.

Potter le dio una mirada a Hermione, pero la bruja no comentó nada, solo se mantuvo al lado de Draco con una silenciosa promesa de que todo estaría bien. Y por más ridículo que fuera, Draco se lo creyó, porque parecía que no había nadie más en quién podía creer y confiar en ese momento.

— Entonces... — el hombre apoyó el libro sobre la mesa y lo abrió en una página marcada, donde ya estaban las coordenadas de la propiedad que Draco le había enviado con anticipación. — Es preciso que primero firmen acá y luego haremos el acuerdo mágico.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang