[9]Astoria

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[9]

Astoria


Con el semblante arrugado entró en el restaurante del callejón diagon en el que había quedado de encontrarse con Astoria. Se deslizó con cuidado, ignorando la miradas que recibía. Caminó hacia la misma mesa que ocupaban siempre, y allí estaba ella, con su cabello rubio ceñido en un apretado moño.

— Draco. — saludo la rubia poniéndose en pie. — no tenías que hacerlo. Yo te dije que te prestaba...

— No hacía falta. — él la interrumpió antes de que pudiera ir muy lejos. — están la mayoría. ¿Crees que será suficiente para terminar el mes?

Astoria revisó las pociones que él había dejado sobre la mesa en un bolso de mano. A decir verdad no eran suficientes. Lo habrían sido hace seis meses, pero ahora, con Narcissa requiriendo más y más pociones para mantenerse, cada vez se volvía más costoso y necesitada de ellas.

— Será. — devolvió, tratando de mostrarse optimista. — las estirare cuanto haga falta.

Draco se dejó caer en la silla. Sacó un cigarro de dentro del sobretodo negro que llevaba y lo prendió con su varita. Se lo llevó a la boca, pero antes asintió con la cabeza.

— Venderé más libros. Dentro de tres días haré una nueva entrega a mí comprador.

Dio una calada a su cigarro, deleitándose con la sensación. Soltó el humo al aire, cuidando de evitar a Astoria. Pero no había mucha forma de cuidarla, en un lugar repleto de brujas y magos que fumaban.

La rubia negó con la cabeza y dejó caer los hombros.

— O podrías aceptar nuestra ayuda.

— Es mí responsabilidad. No de ustedes. Ya es suficiente con que trabajes gratis. — exclamó con cierta brutalidad en su tono.

— Cuidar a tu madre no es un trabajo. Lo hago con gusto. — aportó la muchacha con una sonrisa dulce.

— Da igual. Es tu profesión. Cobras por eso en San Mungo. Y a los otros pacientes a los que cuidas en sus casas.

— Hablando de trabajo, — ella le interrumpió, ya habían hablado de eso y no llegaban a un acuerdo. Draco seguía molesto con que trabajará sin cobra, pero necesitaba que alguien se ocupará de su madre mientras él estaba trabajando, y que le diera las pociones del modo correcto. — ¿Cómo va tu trabajo en el Ministerio?

— Perfecto. — respondió a desgana. El cambio de tema no le gustaba. Le hacía recordar a personas no gratas.

— Puedo ver. — retrucó ella sin molestarse en evitar la molesta en su tono. — Tus pupilas están dilatadas. Tus manos temblorosas, tu piel sin brillo. Es insano que des tu vida al Ministerio por un sueldo mensual que apenas te da para vivir. ¿Cree que tu madre aceptaría que vendieras tú vida por la de ella?

— No está en condiciones de saber nada ahora. — contestó él, con desdén.

— Draco, — el tono de Astoria era suficiente para que él dejara de evadir su mirada y centrara su atención en sus ojos. — te estás matando. — su afirmación fue contundente. — ¿Qué va a ser de tu madre cuando ese trabajo te mate? — preguntó con agonía.

— Espero contar con tu amabilidad para que la sigas tratando. Aunque dudo que llegado el momento ella dure mucho. También pensé en que antes de que me mate del todo podría darle un descanso profundo y quizá más permanente. — su voz fue baja, pero Astoria pudo escucharlo.

— No bromees con eso, Draco. — espetó enojada. Él erigió una ceja y ella perdió color en su rostro. — No estás bromeando. — la constatación fue dolorosamente cruel.

— los medimagos que la asistieron dijeron que su caso no tiene cura. Irá a peor. Y tú lo sabes. Más de uno sugirió matarla con un tranquilizante. Estoy haciendo todo lo que puedo para alargar su vida pero sé, sé, que no hay solución. Solo estoy evitando lo inevitable, Astoria. No me juzgues por mis acciones. Ella es lo único que me queda.

Astoria se limpió una lágrima discreta. Nunca sería fácil para ella aceptar que su amigo había vendido su vida al Ministerio para darle unos meses más de vida a su madre, y que él aceptaba eso con tanta calma. Con delicadeza tomó una de sus manos enguantada y la acarició por arriba de la gruesa tela.

— Lo siento mucho, Draco. Realmente me gustaría que las cosas fueran diferentes.

Él asintió con la cabeza pero se puso en pie.

— Agradezco todo lo que haces. — se despidió de golpe — Debo regresar al Ministerio. Te veré luego.

— Nos vemos, Draco. 


Bueno, un capitulo corto para ponerlos un pco mas en contexto. Narcissa no tiene cura, aunque quizá eso ya lo sabían pero no que Draco estaba muriendo... ¿qué?

¿Teorías? Sus ideas me dan vida, y quizá puedo dársela a Draco... :D *c ríe sola*



La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu