[15] Carmesí

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[15]

Carmesí

Hermione se levantó con tardanza el sábado. Apenas abrió los ojos recordó lo que había sucedido y lo que había hecho el día anterior. No se arrepentía de haber destruido evidencia, ya que gracias a eso Draco estaba bien. Pero el peso de sus acciones la molestaría por un tiempo, principalmente el miedo de que alguien decidiera buscar ese objeto oscuro en particular y descubrirán que no estaba. Pero ya se ocuparía de eso cuando fuera necesario, si es que lo era.

Se levantó de la cama y se calzó para salir de la habitación. Tenía que ir al baño para darse una ducha y poder salir a la madriguera, como había quedado con Ginny. Almorzaría allá con la familia y después saldrá con su amiga. Con esa idea en mente salió de su habitación y se encaminó al baño, pero se detuvo en seco al escuchar un gruñido para nada amistoso. Su corazón dio un vuelvo hasta que recordó que Draco estaba en el mismo piso que ella. A unos pasos de distancia, la puerta de la habitación en la que Pansy lo había instalado estaba reclinada.

Con pasos cautos se acercó, sin estar muy segura de por qué lo hacía, o por qué actuaba con cautela. Ella estaba en su casa, y él era un invitado. No tenía porqué actuar con sigilo o con extrañeza. Pero eso no le impidió acercarse lentamente hasta la puerta y observar por la hendija que había entre está y el marco.

Dentro, Draco estaba intentando quitar las vendas, o volver a ponerlas, no estaba claro. Lo que sí estaba claro era que lo que fuera que estaba intentando hacer no le estaba yendo muy bien. Su expresión estaba contenida, como si estuviera molesto. Casi sin pensarlo empujo la puerta y entró dentro.

— deja que te ayude — dijo lo que no fue para nada una buena idea. Él se paralizó. Su expresión pasó de molesta a shock y luego furia. Sus ojos grises brillaron con algo oscuro que Hermione no pudo comprender.

Él estaba sentado en la cama, completamente vestido de negro como habitual, pero de está vez con un deportivo negro y una remera del mismo color que caía suelta a su cuerpo. Esos colores y la pérdida de sangre reciente lo hacían ver aún más blanco, casi como una estatua de porcelana.

— Solo pretendo... — ella avanzó dos pasos y él se puso en pie de inmediato, retrocediendo varios pasos hasta que su cadera chocó con la cómoda que estaba a su espalda.

— No hace falta — medio gruñó medio susurró. Apretado su mano vendada contra su pecho, sus hombros cuadrados de modo doloroso. — Ya me estaba yendo. — continuó.

Ella quería retenerlo, decirle que se podía quedar. Que había sido una tontería en su parte entrar sin pedir permiso, o golpear. Pero ninguna palabra salió de su boca. Su mirada estaba puesta en las gasas que en parte cubrían su piel y en parte caían sueltas y manchadas de sangre color carmesí. Sin dudas él había estado intentando removerlas, sobre la cama descansaba un paquete con nuevas gasas, limpias, prontas para usar.

— ¿quieres que llame a Pansy? — preguntó, levantando la mirada para enfocar sus ojos en los de él, más una vez encontrando con la tormenta que siempre parecía haber en ellos.

— No. — respondió de golpe. Para luego respirar hondo y volver a intentarlo, de está vez logrando sonar más tranquilo. — No hace falta. No era mí intención venir, Pansy dijo que estaba bien. Pero ya me voy.

Hermione abrió la boca para decir algo, para responder que estaba bien, que podía quedarse el tiempo que hiciera falta, pero antes de que cualquier sonido saliera de sus labios, él desapareció de la habitación, dejando las cosas nuevas sobre la cama y un vacío en la habitación.

A Hermione le llevó varios segundos recuperarse de ese intercambio tan turbulento. No habían dicho nada, pero estaba claro como él se mostraba reacio a ella. No lograba quitar de su mente la imagen de las gasas en sus manos, de las heridas que lograba ver. Estaban cicatrizando pero igualmente se veían algo feas y crudas. Quería preguntarle cómo las había obtenido, quería que le contara qué había sucedido en azkaban para que se las hicieran. Quería saber mas detalles pero en lugar de eso se encamino al baño y siguió sus tareas de modo automático hasta que salió del baño, bajo las escaleras y se unió con Harry y Pansy en la cocina.

— Solo dale tiempo... — estaba diciendo Harry pero se detuvo al verla entrar. — Herm, ¿está todo bien? — cuestionó, mirando a su amiga.

La aludida levantó el rostro para encontrarse con dos pares de ojos puestos en ella.

— Draco... él... — antes de que pudiera continuar Pansy la interrumpió.

— ¿Se despertó? — cuestionó la Slytherin, ya poniéndose en pie y haciendo ademán de acercarse a las escaleras, pero Hermione se volteó y la detuvo.

— Se fue. Él se fue — explicó ante la mirada incrédula de Harry y la preocupación de Pansy.  

***

Draco apareció en el hall de la mansión, y en cuanto puso los pies en el piso, su cuerpo débil se desmoronó hacia el suelo. Mientras él jadeaba por aire sintió unos rápidos pasos que se acercaban.

— ¡Draco...! — la voz de Astoria sonó demasiado estridente para sus oídos. — ¿Qué haces acá? — preguntó la rubia, dejándose caer a su lado y sosteniéndolo desde los hombros.

— Vivo acá — retrucó él, sin dejar de tener dificultades para respirar.

— Lo sé, — repuso con obviedad — pero Pansy dijo que te quedarías en su casa unos días...

— La casa de Pansy es la casa de Potter. Y no me quedaré en la casa del chico que sobrevivió como si fuera bienvenido y no meramente tolerado. ¿Qué crees que haría? ¿Servirme el desayuno? — interrogó, con ironía y burla, estaba intentando ponerse en pie, pero sin mucho éxito.

— ¿Harry te trato mal? — devolvió la rubia, irguiendo las cejas mientras trataba de sacarlo del suelo.

— No. — respondió con rapidez el rubio. Siquiera había visto al mago, no quería que se pensara algo que no era. Astoria bien podía decirle a Pansy y está estaría en su mansión en dos segundos para defender a su amado.

— ¿Alguien te trató mal? — inquirió la rubia, sin dejar de mirarlo evaluativamente.

Esa era una pregunta diferente. Draco se detuvo unos segundos a meditarlo. Pensaba en el recuerdo con la Gryffindor, pero sabía que ella no lo había tratado mal, pero su simple presencia ya le hacía mal. Lo hacía evocar recuerdos que tanto se empeña en olvidar.

— No. — devolvió, negando con la cabeza y sacando fuerzas de su interior para al fin ponerse en pie. — yo solo tenía que salir de ahí antes que me corrieran. Además, tengo que ver a mí madre, ¿puedes llevarme con ella? — inquirió, sabiendo que no podría dar muchos pasos sin su amiga.

— Draco, no es bueno que Narcissa te vea así, solo la alteraría. Llamemos a Theo primero y luego...¡Draco!

La rubia no tuvo tiempo de sostenerlo antes de que el rubio se volviera a desplomar en el suelo. Sus ojos apenas alcanzaron a ver el techo de la mansión, sus oídos a escuchar el grito de su amiga, cuando sintió el frío mármol impactar en su cráneo. Cerró los ojos ante el dolor, y cuando los volvió a abrir mal podía centrar su mirada en algo, increíblemente todo dolía demasiado. Había algo mojado y pegajoso cerca suyo pero no podía moverse para quitarse lo que fuera, por lo que se mantuvo como estaba viendo en un ángulo extraño como Astoria corría por la habitación. 



No pude actualizar nada ayer, mil perdón! Por hoy esta será la única historia que actualizaré, pero pretendo poder hacer con alguna otra en esta semana. Estaría necesitando unos días de vacaciones en el trabajo para dedicarme únicamente a escribir. ¿alguien sabe de días por escritor? Podría usarlos! 

MUCHAS GRACIAS POR LEERME! Y ESPERO SUS COMENTARIOS! 


La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAOnde histórias criam vida. Descubra agora