[17] Un tenedor, cigarrillo y libros

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Un tenedor, cigarrillo y libros


Draco se despertó y el silencio fue quien lo recibió. Trato de hacer memoria en donde se encontraba, hasta que su mente pareció volver a la normalidad y todos los últimos acontecimientos acudieron a él. Se sentó en la camilla y divisó el espacio que había armado hace un tiempo para que Nott pudiera seguir su caso de cerca. Era como una pequeña sala de hospital. No estaba muy bien equipada, pero tenía una camilla, y algunas herramientas médicas que el mago usaba cuando iba en su papel de medimago.

El rubio salió de la camilla y se quitó la mariposa del brazo. Por unos segundos se sintió mareado, varios puntos negros apareciendo en su vista, y se sostuvo de la pared, hasta que su visión regreso a lo normal. Luego de unos segundos emprendió la marcha hacia las habitaciones. Pretendía ir a ver a su madre, pero casi podía jurar que se veía horrible, por lo que primero fue a su habitación a darse un baño. Aún tenía unas horas antes de ir a trabajar.

Entró en su habitación y fue directo al baño, y casi se sorprendió con la imagen que le devolvió el espejo. Estaba peor de lo que se imaginaba. Muy pálido, con gruesas ojeras bajo sus ojos, a pesar de que había recuperado energía y fuerza, aún parecía que no dormía hace días, cuando todo lo que había estado haciendo en el hospital de San Mungo era dormir.

Eso le recordó algo. Con cuidado quitó las gasas de sus manos. Los puntos seguían igual que antes, y detestaba aún más la imagen que denotaba. Su piel se aprecia casi muerta en la zona, ennegrecida y con tonalidades a bordo. Era como un recuerdo vívido de cómo se lo habían hecho, y casi podía escuchar el nombre de ella, mientras el mago que se lo hacía le hacía saber por qué, gritando el nombre de la heroína de guerra una y otra vez.

Cada cicatriz en su mano tenía un nombre, el mismo para todas, que jamás saldrá de su mente: Hermione Granger.

Haciendo caso omiso de todo eso, volvió a la realidad y comenzó a lavar las heridas con cuidado. Las limpió lo suficiente para que no quedara nada de sangre, y en seguida se quitó toda la ropa y se metió dentro de la bañera. El agua se sintió refrescante, como si pudiera quitar toda la mugre de su cuerpo, pero él sabía que eso solo era una ilusión. Siempre estaría contaminado, sucio por todo lo que había hecho, por todo lo que le habían hecho hacer.

Cuando salió del baño se sentía mejor, se vistió apropiadamente y volvió a envolver sus manos con las gasas y luego las metió dentro de los guantes negros. Tanteo mover los dedos, y descubrió que podía hacerlo sin mucha dificultad. Si todo salía bien podría trabajar sin llamar la atención de nadie, y esperaba, por Merlín, que Potter no hubiera difundido lo que había sucedido.

Tras concluir se fue a la habitación de su madre, y encontró a la mujer reclinada en la cama pero con los ojos muy abiertos.

— ¿madre? — cuestionó, algo preocupado.

— ¿Draco? mí Draco... — su rostro se iluminó con una sonrisa que él no pudo evitar imitar. — Estaba tan preocupada. Astoria dijo que estabas ocupado en el colegio, pero siempre vienes a verme igual... querido, no puedes dejar de venir a verme. — la mujer había extendido las manos y él se las agarró sin dudarlo, llevando cada una a sus labios para dejar sobre la piel blanca y delicada de su madre un tierno beso.

— Lo siento madre, no volverá a pasar. — comentó, sonriendo también. — ¿te sientes bien? — preguntó, soltando una de sus manos para cubrirla mejor con las mantas.

— perfecta ahora que tu estas aquí. — devolvió ella, con una sonrisa sincera pero cansada en sus labios.

— ¿Qué te parece si cenamos hoy de noche? — propuso, dispuesto a animarla.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAWhere stories live. Discover now