[19] La daga de Bellatrix

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La daga de Bellatrix


Se volvió un hábito, sin pensarlo y sin programarlo, Hermione se encontró yendo a la mansión Malfoy tres veces por semanas a ayudarlo con la ardua tarea de bajar los libros y agruparlos en cajas. Habían obtenido más de doscientos, y aún quedaba tarea por hacer.

Pero mientras se juntaban fuera de su horario laboral, cuando se veían en las oficinas del Ministerio seguían tan apáticos el uno con el otro como siempre.

Hermione, Draco, Pansy y Harry aparecieron en la sala de apariciones con un rápido sonido, tres de ellos con aire frustrado, y un cuarto rubio con desinterés.

— No puedo creer que fuimos para nada — se quejó Harry, ajustando las gafas sobre su nariz.

— Estuvo ahí, pero le perdimos el rastro — acotó Pansy mientras se acomodaba la ropa, y comenzaba a seguirle el paso a los otros tres que ya avanzaban por el lugar.

— Lleva una semana escapando de nuestras manos. Es alguien que sabe lo que tiene — agregó Hermione, pensativa.

Llevaban siete incansables días atrás de un objeto oscuro. Una daga en particular, que había sido solicitada por Kingsley Shacklebolt. La daga de Bellatrix. Cada vez que encontraban una pista la misma se desvanecía en sus manos, y Draco no era capaz de sentir más que la sensación que dejaba en el lugar donde había estado. Iban detrás, sin ninguna pista.

— Hay algo que nos estamos perdiendo — dijo Hermione una vez entraron en la sala de reuniones. Se detuvo frente a la pizarra que tenían con notas de cómo había ido avanzando el caso — Es una daga que perteneció a una de la brujas más poderosas de la guerra, su arma letal, y ahora solo ha sido vista en el mundo muggle. ¿Cómo llego ahí?

Hermione miró a Harry, que miró a Draco. El rubio se había apoyado en la pared pero miraba hacía afuera, mientras su mente estaba en cualquier lado, menos ahí. Cuando sintió el peso de las miradas puestas en él, levantó el rostro y sus ojos parecían un océano reflejando la tormenta del cielo. Gris oscuro, sin brillo, de algún modo daba miedo mirarlo, y Hermione se encontró deseosa de saber qué se estaba guardando para sí.

— ¿qué? — gruñó, a la defensiva — yo no tengo nada que ver.

Pansy, que estaba mirando las anotaciones en los pergaminos, levantó el rostro.

— No estamos diciendo que tengas algo que ver, solo que de repente sabes algo que nosotros no — devolvió Harry, con aire mediador.

A Hermione no se le pasó por alto el intercambio de miradas entre Pansy y Draco. Jamás podía dejar pasar la sensación de que ellos sabían más de lo que decían, o de qué cómo mínimo escondían algo que ella desconocía, y esa sensación la inquietaba y la molestaba en partes iguales.

— Quiero encontrar esa maldita daga tanto como ustedes. Es mí trabajo — devolvió Draco, taciturno, enojado.

—Ese es el punto — Hermione se acercó, su mente trabajando rápido para procesar los acontecimientos y sus palabras — Es tu trabajo, pero para nosotros es más que eso. Es una cuestión moral sacar tantos objetos oscuros de circulación como sea posible. Para ti solo es algo que debes hacer, porque te pagan para hacerlo. — declaró, sin saber de dónde venía ese repentino enojo con su respuesta. Era algo que ella ya sabía, pero que de repente había cobrado otro enfoque. Él solo estaba ahí por el dinero. No le importaba en lo más mínimo que podía pasar si esos objetos oscuros caían en manos de personas equivocadas.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAWhere stories live. Discover now