[42] Deseo

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Deseo


Draco se acercó con pasos medidos. Por un momento fue muy consciente de su propia respiración acelerada, pero más que nada de la bruja que tenía ante él. Hermione tenía los ojos puestos en él, con una mirada impresionantemente firme, y Draco la miró de arriba a abajo, sin reparos.

De repente se sintió muy vestido. Las capas de ropa que llevaba se le antojaron demasiado pesadas. Comenzó a quitárselas de a una, sin decir nada, solo la mirada de ella en él, con una sonrisa suave en sus labios. Draco quería ir más rápido, pero sus manos se sentían entumecidas y estaba dividido entre mirarla a ella o concentrarse en la tarea que tenía por delante. Finalmente, Hermione pareció apiadarse de su situación y se acercó para quitarle la remera por la cabeza.

La bruja no pareció inmutarse con los morados que aún estaban en su cuerpo, o la herida hecha por la daga de Bellatrix que permanecía protegida con vendas, sino que, lentamente, fue dejando suaves caricias que quemaban y tiernos besos que ardían en su piel, en su cuerpo. Draco respiraba con dificultad, y de a momentos se olvidaba que debía respirar. Pero no podía importarle menos. Estaba sediento de ella. De contacto, de cariño, pero de ella, y de nadie más.

Hermione no se detuvo, se inclinó y comenzó a trabajar con el cinto que Draco había dejado de lado en una batalla perdida, pero sus dedos parecían saber lo que hacían, y abrieron la hebilla sin dificultad. Ella bajó el cierre y lo ayudó a liberarse del jean que llevaba puesto así como del bóxer. Draco respiró entrecortadamente, había ganado peso en los últimos días pero aún estaba flaco. Pero nada de eso pareció desanimarla, y Hermione acarició sus caderas con una sonrisa perversa en los labios, y Draco tembló de anticipación, segundos antes de que ella se llevara su miembro a la boca.

Draco no estaba seguro cómo, o cuándo, pero terminó sentado en su cama, una de sus manos enroscada con fuerza en la sábana y la otra en la cabeza de Hermione, con presión pero no demasiado, mientras ella se entregaba a la tarea con devoción. El rubio controlaba sus gruñidos, pero tuvo que cerrar los ojos en más de una ocasión para esforzarse para no tener una corrida precoz. Si se mantenía solo mirándola, como movía su cabeza a ritmo y como se tragaba toda su longitud sin aparente dificultad, se habría vendido en segundos. Su propio cuerpo estremeciéndose de arriba a abajo casi sin control.

Pero no lo hizo, y ella pareció disfrutar de eso. Se alejó cuando él estaba casi por hacerlo, deseando tanto la liberación que casi la obligó a terminar el trabajo, o incluso se abstuvo de concluirlo el mismo. Pero no era precisamente eso lo que más le emocionaba. La quería a ella, sobre él, debajo suyo, quería escuchar sus gemidos de placer y escucharla decir su nombre en una tonalidad que no tendría otra oportunidad de hacerlo, y que seguramente no lo haría ante otras personas.

— Sobre la cama — Draco ordenó sin perder tiempo y la ayudó a subir, poniendo sus manos en su cadera, deseoso de sentir su piel. Era suave, cálida.

Hermione se dejó hacer sin dificultades, y se acomodó sobre la cama dónde él le indico.

— Manos arriba — el mago indicó, y ella las levantó sobre su cabeza, justo sobre el cabezal. — sostente de ahí y no sueltes — pido, pero sabía que ella lo haría.

Con cierta reticencia, la bruja estuvo de acuerdo. Se agarró con fuerza, como anticipando que nos sería fácil mantener su promesa. Así que estuvo acomodada, Draco no perdió tiempo y comenzó a acariciar su piel, deslizó sus manos por su pecho, entreteniéndose en sus senos ya erguidos, y la bruja jadeo con anticipación, pero se contuvo apretando su labio inferior entre sus dientes. Draco continuó bajando, sin reparos, sin miedos, sin dejar de mirarla, para nada dispuesto a perderse su reacción en todo momento.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAWhere stories live. Discover now