[12] La mansión Malfoy

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La mansión Malfoy


En realidad no tenía idea de cómo había llegado a estar parada frente a los grandes portones que daban entrada a la mansión Malfoy. Al ver a Pansy llorar tan desconsoladamente y al tener muy presente la imagen de Draco contemplándola con los enormes ojos grises sintió la inexplicable necesidad de hacer algo. Era como si quisiera disculparse por como lo había estado tratando en los últimos días, mismo cuando en parte aún creía que se lo merecía por como él la había tratado en todos sus años de colegio. Pero sabía que eso era tonto. Siquiera le había dado la posibilidad de hablar el primer día, antes mismo de compararlo con su padre.

Todos esos motivos, o ninguno de ellos, la habían conducido a donde estaba ahora. Parada mientras dos gruesos portones, que ya conocía de antes, se abrían para darle paso a la mansión Malfoy.

Pansy se había puesto una de sus mejores capas para la ocasión. Según ella, hace mucho que no veía a Narcissa, la mujer seguía siendo intimidante pero adorable, a pesar de su condición.

— ¿condición? — preguntó Hermione, curiosa con el termino elegido.

— Narcissa está enferma — explicó la bruja mientras se deslizaban por el camino principal. Era de día, pero por la zona se sentía un aire sombrío y frío que logró hacer con que Hermione apretará más la campera a su cuerpo. — Ella está perdida en el tiempo. A veces está muy en el pasado, otras veces no tanto. Astoria se encarga de cuidarla mientras Draco trabaja. Ella es sanadora, una de las mejores en San Mungo y atiende pacientes a domicilio también. ¿la recuerdas? — preguntó entusiasmada.

Hermione asintió con la cabeza, pero lo cierto es que tenía un muy vago recuerdo de Astoria.

Las dos brujas eliminaron la distancia que las separaba de la puerta principal, y una vez las abrieron, Hermione no pudo evitar que su corazón diera un vuelco. La última vez que había estado en el lugar le había resultado sombrío, y aún era zona de sus pesadillas. Pero se infundió valor y siguió a Pansy dentro. Para encontrarse con que todo estaba muy diferente.

Ciertamente la entrada principal de la mansión no le hacía juicio a lo que había sido antes. Era una enorme sala completamente desabrida de muebles o decoración. Hermione miró intrigada de un lado a otro, tratando de descubrir lo que estaba pasando, pero a pesar de que las preguntas se amontonaban en sus labios, no logró exteriorizar nada. Siguió a Pansy por el lugar, que demostró conocer muy bien cada parte. Avanzaron por más salvas vacías, subieron amplios tramos de escaleras, pasaron por pasillos decorados con algunos retratos mudos, que sólo las siguen con las miradas, hasta un enorme pasillo con varias puertas principales.

— Es ésta — comentó Pansy y Hermione se dio cuenta de que la bruja en realidad se estaba armando de valor antes de golpear las puertas con su elegancia característica.

Unos pasos se escucharon desde dentro, y entonces las puertas se abrieron revelando una bruja de cabello rubio perfecto y una sonrisa agradable, aunque un semblante preocupado.

— Pansy, ¡qué bueno que has venido! — dijo la rubia, envolviendo sus brazos alrededor de Pansy con cariño. — Estaba tan preocupada por Draco, ¿Cómo está? — la voz de Astoria había bajado hasta casi un susurro.

Pansy negó con la cabeza. Draco llevaba casi dos días internado y las respuestas seguían siendo las mismas. Si no lograban detener el sangrado no había mucho que pudieran hacer.

— ¡Merlín lo ayude! — se quejó la rubia, llevándose una mano al pecho. — Pensar que nos vimos antes y le dije que dejara ese trabajo, que lo estaba matando, la magia negra lo está consumiendo y no vale la pena...

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum