[13]San Mungo

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San Mungo

Habían pasado cinco días desde el accidente de Draco, y él seguía internado en San Mungo. Esa mañana habían llegado a trabajar desanimados. Las noticias seguían siendo las mismas, pero desde el Ministerio se habían dado órdenes de seguir trabajando con normalidad. Los otros departamentos no parecían inmutarse de lo que estaba sucediendo, pero siquiera Harry, Hermione o Pansy podían hacer como si no sucediera nada.

— Si Draco estuviera con nosotros ya habríamos encontrado este maldito objeto — se había quejado Harry, dejando caer el pergamino con las instrucciones del objeto con magia oscura que habían tenido que ir a buscar esa mañana pero con el que no habían dado.

Hermione negó con la cabeza. A decir verdad se estaba sintiendo fatal. Nunca le había dado el beneficio de la duda a Draco, lo había tratado mal desde el primer día, acusándolo y siendo indiscreta en su vida. Se daba cuenta ahora que no lo conocía en absoluto, y quizás le habría gustado conocerlo.

Los tres intentaron trabajar nuevamente, pero sus mentes se perdían constantemente en Draco. Pansy más de una vez dejó caer las cosas, mientras sus manos temblorosas trataban de hacer algo. Harry estaba distraído, borraba varias veces las cosas cuando trataba de anotar algo, y Hermione se quedaba pensando en las cicatrices que había visto en las manos de Malfoy, en esa versión del rubio de slytherin que desconocía.

— No creo que pueda hacer nada hoy. — sentenció por fin, poniéndose en pie y abandonando la investigación que estaban tratando de realizar. — deberían ir a casa ustedes dos.

Pansy había dejado de lado el documento que tenía entre manos y la miraba con la mirada triste que tenía estos últimos días.

— Pansy, reportaré que estás enferma así te marchas, y Harry, deberías ir a cuidarla. — le dedicó una sonrisa cómplice, que su amigo no dudo en comprender y asintió con la cabeza.

— Tiene razón, Pansy. Vamos a casa, te haré un té y cocinaré algo rico para los dos. Para los tres... — se apresuró a añadir al recordar a Hermione.

La bruja sonrió, pero declinó con la cabeza.

— Voy a salir a dar una vuelta. Quizá vea a Ginny. — En realidad no le apetecía encerrarse, sentía que tenía que hacer algo, de lo contrario su mente no dejaría de regresar sobre Draco una y otra vez.

Por lo que tras salir del Ministerio se encontró vagando por las calles del callejón, con la idea de despejar su mente, pero no importando lo que hacía, siempre regresaba a lo mismo. Desde el accidente no había podido quitarse de su mente el recuerdo de Draco en la camilla de San Mungo, la sangre salió de sus cicatrices, las heridas abiertas... Cerraba los ojos y veía esas imágenes nada agradables. Y cuando intentaba dormir era aún peor, pues veía su rostro carente de emoción cuando lo había comprado con su padre. Se sentía tan enojada consigo misma por haber actuado de ese modo.

Sentía que tenía que hacer algo, pero no estaba segura de qué. Trataba de unir en su mente lo que sabía sobre cómo todo había sucedido. Cómo de repente estaban yendo a buscar un objeto con magia oscura, y de repente él estaba desangrándose. Casi sin pensarlo dejó que sus países la condujeran a la puerta principal de San Mungo.

Suspiro con fuerza. Tenía que hacer algo, y lo primero sería verlo de nuevo. No había regresado al hospital desde que lo habían internado, alegando que él no quería que ella estuviera allí, pero si era sincera lo hacía por ella misma. Verlo removía algo en su interior. Algo que no estaba segura de qué era. 

Sin atreverse a pensar mucho, eliminó la distancia que la separaba de la entrada y caminó hasta la ala en la que sabía que él estaba. Una muchacha rubia le dió la bienvenida.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora