[22] El comienzo de todo

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El comienzo de todo


Draco se apareció en las puertas exteriores de la mansión y eliminó a grandes zancadas la distancia hasta las escaleras, que subió sin mucho esfuerzo de tres en tres. No hacía falta mucho para poder escuchar los gritos de Narcissa desde donde se encontraba.

Astoria salió a su encuentro; la rubia tenía un arañazo en la mejilla, que sangraba discretamente, pero su siempre impecable cabello estaba desarreglado, mientras intentaba calmarse a ella misma sin mucho éxito.

— se despertó alterada, comenzó a gritar cosas sin sentido. Intenté detenerla y darle algún calmante, pero comenzó a arrojar cosas por todos lados. — explicó, tratando de seguir los pasos apurados del rubio.

— Está bien, yo me ocupo. Puedes irte — antes de que Astoria tuviera tiempo de protestar, Draco abrió y cerró la puerta de la habitación de su madre, dejando a la rubia del lado de afuera.

— ¡¿Por qué?! — la bruja gritaba descontrolada mientras quitaba todo de los cajones, arrojando la ropa antes perfectamente doblada a todas partes — ¡¿CÓMO PUDISTE PERMITIRLO?!

— madre... — su voz salió mucho más débil de lo que le hubiera gustado, pero fue suficiente para atraer la atención de la bruja hacía él.

Narcissa se volteó de golpe, dejando las prendas que estaban en su mano caer de modo descuidado al suelo, y sin cuidado las pisó mientras se arrojaba en los brazos de su hijo.

— Lo siento, lo siento mucho, Draco. Lo lamento tanto, quería tanto haberte protegido de ella, de él... — la mujer lo sostenía con fervor, mientras presionaba sus manos huesudas en sus brazos y se derrumbaba en lágrimas dolorosas.

Draco detectó el ataque, el principio de todo, el que había dado comienzo a todos los días de locura de su madre. A veces pensaba que vivir en un universo paralelo era la alternativa que Narcissa había encontrado para sobrellevar la verdad, pero en algunas ocasiones parecía atraída hacía la realidad cómo un imán. Y en estos tiempos caóticos él deseaba con intensidad que ella volviera a sus delirios tranquilos, donde ignoraba gran parte de lo que había sucedido hace varios años atrás.

— Está bien, está bien — comentó con delicadeza y voz aterciopelada que solo usaba con ella — no fue tu culpa, para nada.

— ese maldito, — escupió la palabra con tanto asco y rencor, mientras soltaba golpes en el cuerpo de su hijo, quién los ignoraba sin esfuerzo — maldito Lucius, lo voy a hechizar, lo voy a matar por lo que te hizo. Jamás tendrá mí perdón... y ella... mí hermana... — Narcissa se dejó caer, y Draco sostuvo su frágil cuerpo hasta que los dos estuvieron en el suelo. La varita del rubio olvidada en el suelo del lugar. — ¡¿cómo pudo?! — la bruja gruñó entre dientes, mientras las lágrimas empapaban la ropa de su hijo.

— Está bien — repitió él, como siempre, de forma mecánica, tratando de repeler los recuerdos que comenzaban taladrar su mente. — Está bien. — pero las palabras sonaban tan carentes de vida como él mismo se sentía. Luchar contra los recuerdos era, muchas veces, una guerra perdida. Por eso se alejaba de ellos tanto como podía, evitar pensar demasiado y aferrarse a una rutina asfixiante. A una vida basada en sobrevivir en la superficie, sin profundizar demasiado. Temía que sí daba rienda suelta a las emociones, lo aplastarían.

Pero su madre era diferente. Ella se había hundido en la realidad hasta que el peso de la verdad la aplastó, y jamás podría vivir con ella. Por lo que una vida basada en universos paralelos era su mejor opción. No sé enojaba con ella por esa elección, no cuando era su culpa en primer lugar. Regresarla a la seguridad de un tiempo mejor y perdido era siempre la mejor alternativa.

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADAWhere stories live. Discover now